En el transcurso de los años 1960, mientras el continente africano conquista su independencia formal, la UNESCO asume un gran reto : el de redactar una Historia General de África, [1] que será publicada entre los años 1980 y 1999 –la más antigua y más lograda de la colección de las Historias generales y regionales de la UNESCO. Una tarea titánica, que ha reunido alrededor de 350 historiadorxs en ocho volúmenes publicados y aproximadamente 10.000 páginas ; ello con el objetivo de rectificar el eurocentrismo que hasta ese momento había caracterizado los relatos históricos mundiales (por ejemplo, solo el 1,5 % de la Historia del desarrollo científico y cultural de la humanidad, redactada por la UNESCO a partir de 1947, está dedicado al continente africano).
Pero más allá de dedicar estos volúmenes a la historia de este continente, descentralizar la mirada hacia África implicó sobre todo la « descolonización o desoccidentalización de una serie de nociones y conceptos, como blanco y negro, África negra y África blanca, precolonial, colonial y poscolonial, etc. » [2] De hecho, los conceptos con los que se piensa en el mundo son el reflejo de los contextos sociales que los han producido : porque en el fondo, ¿qué es unx africanx ? se pregunta E. M’Bokolo, historiador congoleño y presidente del Comité científico encargado de promover la utilización pedagógica de la Historia general de África. Antes de señalar, por ejemplo, la importancia de reintegrar, en esta Historia de África, la de las diásporas africanas resultantes de la esclavización, especialmente en América Latina y el Caribe.
Esta descolonización de la historia ha significado también un desafío metodológico importante : el de recurrir a las tradiciones orales como fuente historiográfica y, por tanto, las interpretaciones locales de su propio pasado. En términos de contenido, se trataba de poner de relieve la participación de africanxs en los grandes acontecimientos de la historia : la era de las revoluciones, la ola socialista del siglo XX, las independencias nacionales, etc. Pero también de destacar los desafíos y consecuencias de la esclavitud en el mundo, hasta nuestros días. En un contexto en el que Europa duda periódicamente del carácter de crimen contra la humanidad que supusieron la trata de esclavos y la colonización, es necesaria la recuperación de la historia por parte de quienes la sufrieron.
El desafío de la producción de esta Historia General de África también es pedagógico. La enseñanza escolar de la historia construye, en definitiva, imaginarios colectivos : la historia nacional contada desde el punto de vista del colonizador tiene un efecto fundamentalmente alienante sobre el pueblo colonizado. En un contexto en el que muchos dirigentes europeos repiten una y otra vez que « el hombre africano no ha entrado en la historia », [3] reivindicar la historicidad de los pueblos africanos es, por tanto, una posición política de importancia. En palabras de Patrice Lumumba, [4] « la Historia será un día la que hable por sí misma, pero no será la Historia que se enseñará en Bruselas, Washington, París o en las Naciones Unidas, sino la que se enseñará en los países liberados del colonialismo y de sus títeres. África escribirá su propia historia y será una historia de gloria y dignidad al norte y al sur del Sahara ».