Descolonizar! Conceptos, desafíos y horizontes políticos

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Interseccionalidad y movimientos sociales

, por NOËL Fania

«A partir de la confrontación de lo que vivimos tanto como mujeres como negras, tomamos conciencia de que la historia de las luchas, en nuestros países y en la inmigración, es una historia en la que se nos niega, se nos falsifica, (…) Es por eso que nuestra lucha como mujeres es ante todo autónoma porque de la misma forma que queremos combatir el sistema capitalista que nos oprime, nos negamos a sufrir las contradicciones de los militantes que, mientras pretenden luchar para un socialismo sin comillas, siguen perpetuando en su práctica, hacia las mujeres, una relación de dominación que denuncian en otros ámbitos.» [1] Coordination des femmes Noires

Mi posición como militante afrofeminista y fundadora de una revista política no académica sobre interseccionalidad me ha permitido ocupar un lugar privilegiado como protagonista y testigo de los debates y confrontaciones ideológicas en torno a la interseccionalidad, pero también contestar a numerosas preguntas. Y la que considero más significativa es la siguiente: las palabras son importantes pero ¿son el inicio de las luchas?

En Estados Unidos, el concepto de interseccionalidad formalizó, en un entorno académico, los análisis ya presentes en los movimientos del Black Feminism. Estos movimientos han creado sus propios términos para analizar la articulación de las opresiones [2] (de clase, de raza, de género, y de orientación sexual, entre otras), como expone la introducción del Combahee River Collective:

«Este enfoque sobre nuestra propia opresión está incorporado al concepto de la política de la identidad. Creemos que la política más profunda, y potencialmente la más radical, se debe basar directamente en nuestra identidad, y no en el trabajo para acabar con la opresión de otra gente. En el caso de las Negras este concepto es especialmente repugnante, peligroso y amenazante, y por lo tanto revolucionario porque es obvio al ver a todos los movimientos políticos antecedentes al nuestro que en ellos cualquier otra persona merece la liberación más que nosotras.» [3]

Mural representando a Angela Davis, una de las pioneras en el análisis de la interseccionalidad entre género y raza en su libro Mujeres, raza y clase ; mural realizado por Shepard Fairey.
Fuente : Terence Faircloth (CC BY-NC-ND 2.0)

2005, un año clave

En Francia, la traducción en 2005 en una revista universitaria del texto « Cartografía de los márgenes» de Kimberley Crenshaw [4] marca la entrada del concepto tanto en los espacios universitarios como en los espacios militantes en plena recomposición, en un contexto casi de hermetismo entre el mundo académico y los movimientos militantes no blancos. A partir del momento en que surge en el contexto francés, la interseccionalidad es objeto de luchas por definir este concepto en los ámbitos académicos y militantes, pero también entre ellos, ya que persiste un antagonismo relativo a la legitimidad de los conocimientos. Este hermetismo dificulta la permeabilidad de conceptos académicos para implementarlas en las luchas. Es necesaria una permeabilidad para salir del enfrentamiento relativo a la legitimidad entre universitarixs y militantes que no pertenecen a la universidad, pero que se mueven a su alrededor como satélites.

Para entender la incorporación de este concepto en los movimientos de mujeres de origen migrante poscolonial, no podemos ahorrarnos la comprensión global de las mutaciones [5] del antirracismo en Francia. Son mujeres de los círculos antirracistas que luego han fundado organizaciones que movilizan el concepto de interseccionalidad como herramienta analítica.

Desde la Marche pour l’égalité (marcha por la igualdad) de 1983, [6] los discursos se centraron en la cuestión del estatus administrativo (nacionalidad, asilo, ley de inmigración). A finales de los años 1990, el aumento del número de francesxs de origen migrante poscolonial llevó a un cambio de paradigma en el discurso antirracista en Francia. El horizonte ya no es el país de origen, sino la Francia que vio nacer a estas nuevas generaciones. Este cambio produce un cuestionamiento del marco impuesto por la izquierda (que lidera la mayoría de las municipalidades donde residen grupos de inmigrantes), rechazando la idea según la cual la clase opera como un frente primario de lucha. Grupos como el Mouvement de l’immigration et des banlieues (Movimiento de la inmigración y de los «suburbios» [7]), creado en 1993 y activo hasta 2006, [8] formulan una crítica política del reduccionismo de clase en la izquierda. Su posición política puede ser considerada como la traducción política de la promoción de una forma de autonomía de la raza.

Durante los primeros debates públicos relativos a la ley de 2004 sobre la prohibición de los signos religiosos en los establecimientos escolares, organizaciones como Mamans toutes égales (Mamás todas iguales) ya señalaban el carácter racial y sexista de la nueva norma (ley del 15 de marzo de 2004). Las revueltas de 2005, tras las muertes de Zyed Benna y Bouna Traoré, marcaron el auge de organizaciones desterritorializadas en los «suburbios», que se definieron como independientes políticamente. Estas nuevas organizaciones (La voix des Rroms, la Brigade anti-négrophobie, le Parti des indigènes de la République, Les Indivisibles [9]), integradas en su mayoría por personas de barrios populares y con estudios superiores, se posicionan de forma significativa en la cuestión racial. Fueron fundadas por negrxs, árabes, romaníes o asiáticxs, principalmente de nacionalidad francesa en situación de ascenso social. La socialización intelectual de estxs militantes les da acceso a conceptos que se estudian y circulan en el ámbito académico. El enfoque crítico de la raza, a menudo articulado con la clase, es el eje principal del análisis que producen estas organizaciones y sus movimientos. Al mismo tiempo, las mujeres en estas organizaciones elaboran análisis sobre la racialización engenerizada y de la instrumentalización de las condiciones de vida de las mujeres migrantes o de origen migrante en los barrios populares con fines racistas. La caracterización racial de delitos como las violaciones colectivas en los barrios populares y de la inmigración poscolonial evidencia esta forma de racismo, que pretende asimilarse a un registro antimachista.

Entre el frente primario y el frente secundario

La cuestión del feminismo de las mujeres negras, árabes o musulmanas en Francia suscita mucha menos oposición, incluso en sus formas no mixtas, siempre que abogue por la narrativa de la liberación de comunidades intrínsecamente bárbaras y patriarcales. El movimiento Ni putes, ni soumises (Ni putas, ni sumisas), creado en 2003 por Fadela Amara después del asesinato de Sohane Benziane, [10] que contribuyó a evidenciar la existencia de un problema de machismo en los «suburbios», contó con el apoyo, incluso financiero, del Estado y tuvo una gran repercusión mediática. [11] Los feminismos de mujeres de origen migrante poscolonial expresan su autonomización al precisar sus posiciones de cara a un Estado que caracterizan como racista, sexista, neoliberal y como uno de los mediadores de las dominaciones que sufren como mujeres no blancas. Las primeras declaraciones feministas de los márgenes están marcadas por un constante ir y venir entre la crítica a la instrumentalización del antimachismo y las exhortaciones a solidarizarse con los hombres de su comunidad.

La organización más visible en los medios de comunicación, Ni putas, ni sumisas, pone de manifiesto el antagonismo entre las distintas corrientes feministas de mujeres de origen migrante poscolonial. El Appel des féministes indigènes (Llamado de las feministas indígenas [12]) de 2007 supone una fractura con este feminismo que polariza antimachismo y antirracismo: [13]

«Nos negamos a ser la moneda de cambio en la competición y la batalla entre el patriarcado de los dominados y el patriarcado de los dominantes. Por lo tanto, nos ubicamos en este feminismo paradójico para que nunca más seamos el caballo de Troya de la supremacía blanca ni las traidoras del orden comunitario.»

La autonomía política del movimiento antirracista con respecto a la izquierda y su ampliación más allá de la cuestión de los «suburbios», ha permitido una reconfiguración de las líneas de batalla, al situar la raza en el frente principal junto con la cuestión de clase. Pero este movimiento también ha introducido un implícito estratégico: la cuestión de la dominación patriarcal no es un tema prioritario dada la fuerza de la instrumentalización racista del antimachismo en Francia.

Conferencia de la Feminidad Negra en el Connecticut, EEUU, 1969.
Fuente : Mokarent14 (CC BY-SA 4.0)

Las transformaciones producidas por el uso de Internet han puesto fin a la marginación y el aislamiento de las feministas no blancas en las organizaciones antirracistas y de izquierdas, y en los espacios feministas hegemónicos. Las redes sociales y las plataformas participativas como Facebook, Twitter, Tumblr y WordPress desempeñaron un papel importante en la difusión de ideas entre movimientos políticos y en la formación de redes que comparten un mismo ideario político sin llegar a un interconocimiento. La socialización intelectual y política en torno a la interseccionalidad surgió para la mayoría de nosotras gracias a Internet, a través de la lectura y el intercambio en estos espacios participativos. El afrofeminismo apareció alrededor de 2010. En el marco del legado de movimientos como la Coordination des Femmes noires [14] (Coordinadora de Mujeres Negras), que hacía campañas sobre cuestiones similares con una organización no mixta, se nombró el afrofeminismo y se vinculó con los feminismos negros. En este contexto, la interseccionalidad cobró protagonismo como una de las herramientas principales para analizar y nombrar la opresión.

Interseccionalidad en todas partes, política (casi) en ningún lugar

En 2015, lxs miembrxs de los colectivos AssiégéEs (AsediadXs) y Mwasi-Collectif Afroféministe (Mwasi-Colectivo Afrofeminista) organizaron el primer bloque de personas racializadas en la marcha del Primero de Mayo. La convocatoria para este bloque fue la primera movilización política que utilizó explícitamente la interseccionalidad como herramienta analítica para la movilización colectiva en Francia:

«Lxs Afrofeministas, Mujeres, Queers y Trans racializadxs denunciamos las relaciones de explotación producidas por el sistema capitalista y la división sexista del trabajo.

[…] Por esto, AssiégéEs y el Colectivo Afrofeminista Mwasi marcharemos juntxs en París el 1ro de Mayo para decir alto y claro que no puede haber anticapitalismo sin una lucha radical contra el racismo de Estado y el patriarcado. Urge tomar en serio la discriminación en el trabajo y las dimensiones racistas y sexistas del sistema capitalista, aunque el objetivo final sea su aniquilación para todxs. ¡Este sistema no podrá nunca ser destruido sin lxs que están en los márgenes!» [15]

En los últimos años, se han multiplicado las organizaciones feministas, queer y trans racializadas (Lallab, QTR, Nta Rajel, Qitoko, Mille y Une Queer, Topines). En un primer momento, asistimos a numerosas controversias mediáticas y políticas en las se enfrentaban diferentes interpretaciones de ciertos acontecimientos. [16] A continuación, estas polémicas apuntaron progresivamente a la propia existencia de organizaciones antirracistas y feministas independientes dirigidas por mujeres de origen migrante poscolonial (solicitud de suspensión de subvenciones a Lallab [2017]; solicitud de prohibición del Festival Nyansapo de la alcaldesa socialista de París, Anne Hidalgo [2017]; polémica en torno al «campamento de verano» decolonial [2017] o las reuniones no mixtas en el marco de la Unión Nacional de Estudiantes de Francia, UNEF [2021]). [17] Estos enfrentamientos se han centrado principalmente en la cuestión racial con una excesiva representación de los temas en torno a las mujeres musulmanas. Estas disputas generaron rupturas en el interior de las organizaciones feministas, que contribuyeron a reconfigurar los posicionamientos de algunxs de ellxs, y de algunas personalidades del feminismo en el tema del velo musulmán. El cambio de correlación de fuerza amplió el escenario del debate: a partir de 2014, los debates sobre la interseccionalidad no se limitan a los círculos militantes y se imponen en la escena mediática a través de enfoques reductores que polarizan los posicionamientos «a favor» y «en contra». [18]

La amplía difusión del concepto de interseccionalidad ha dado lugar a otras formas reduccionistas dentro los movimientos que lo han incorporado. La interseccionalidad aparece como un movimiento, una teoría o una nueva ola del feminismo. La interpretación acumulativa de las opresiones es una de las más extendidas, mientras que la conceptualización de Kimberley Crenshaw habla de una articulación. Estos giros semánticos relacionados con la circulación del concepto, caracterizado por una disociación del significante y del significado, modifican el término «interseccionalidad», lo que puede haber generado una cierta forma de despolitización. De hecho, «interseccional» pudo designar un marcador de identidad política, incluso un atributo de los individuos («una persona interseccional »). Las trampas de las «artimañas del pensamiento dominante» [19] son difíciles de evitar, cuando el sentimiento de impotencia individual frente a las discriminaciones y a la debilidad política colectiva son realidades cotidianas.

En esta situación, el apego a la semántica, al poder de nombrar y de narrar, persiste. Pero si esta primera etapa liberadora es considerada como el único horizonte político, se convierte en un callejón sin salida:

  • declarativo: militar contra todo implica tener una posición declarada sobre todo;
  • performativo: centralizar la problemática del reconocimiento de privilegios como acto preexistente a la organización o interacción colectiva.

La interseccionalidad se ha convertido, a lo largo de los años, en un sinónimo de diversidad y de inclusividad para las organizaciones feministas de mayoría blanca. La interseccionalidad fue vaciada de su dimensión racial por organizaciones mayoritariamente blancas, y se dio un proceso de eliminación de la mujeres negras como sujeto político principal del concepto y como analistas y teóricas. El colectivo MWASI produjo una crítica de los efectos de la difusión del concepto en su libro Afrofem publicado en 2018:

« El hecho de que las mujeres y grupos mayoritariamente blancos se apoderen de la interseccionalidad es una nueva demostración de uno de los mecanismos de la negrofobia: tomar todas las herramientas que creamos justamente porque este mundo no nos concede nada. […] Usamos la interseccionalidad como herramienta en nuestros análisis, y como cualquier herramienta, tiene ventajas (muy numerosas) y límites. La interseccionalidad es una herramienta conceptual, que ha sido teorizada por Kimberley Crenshaw. Fue la primera en nombrar este fenómeno: «interseccionalidad» designa el hecho que se pueda sufrir a la vez racismo y sexismo, y que las opresiones no se acumulan como en un plato de lasaña sino que crean juntas una forma particular de racismo y de sexismo. En el caso de las mujeres negras, hablamos de misogynoir [20] en relación a la racialización del sexismo que experimentamos. [...] Para nosotrxs, la interseccionalidad es indisociable de la cuestión racial. Se trata de entender cómo el racismo y el patriarcado interactúan entre sí, y también, cómo estos sistemas interactúan con la clase, el heterosexismo, etc. » [21]

Lejos de las fantasías de reaccionarios diversos y variados, la «interseccionalidad» es un campo de luchas en torno a las definiciones dentro de las organizaciones feministas, queer y trans en Francia; estas luchas se reflejan en los discursos, los análisis y las movilizaciones.

Matices y sutilezas: reducción del concepto y su re-significación

Para algunas organizaciones feministas, queer y trans racializadas, el término hace referencia a la ambición de luchar contra todas las formas de opresión al mismo tiempo, en el mismo espacio, así como a la constitución de una escala de dominación a través de los numerosos talleres sobre privilegios. En lugar de ser considerados en su interacción y complejidad, los individuos atrapados en sistemas de dominación como el patriarcado son vistos como estáticos e inmutables, y la interseccionalidad como un pensamiento mágico. Estas evoluciones crea nuevas líneas divisorias: muchas organizaciones reivindican la interseccionalidad como una de las diversas herramientas teóricas de las que disponen, y analizan sus limitaciones; mientras que otras la convierten en el centro de su política. En general, la interseccionalidad también se utiliza para caracterizar a proyectos y producciones culturales.

El enemigo interior

Ha sido en el marco de esta mainstreamización que el término se vuelve objeto de batallas políticas a partir del año 2016, con la participación de actores políticos, mediáticos o instituciones universitarias pronunciándose públicamente «en contra», adoptando los argumentos de los movimientos feministas blancos. De hecho, si usan estos argumentos, y no los argumentos de los movimientos antirracistas, es porque en el centro de la interseccionalidad se encuentra la cuestión de la raza, una noción que da rienda suelta a todas las pasiones y a todas las oposiciones ideológicas en Francia. La interseccionalidad comienza a ser parte del conjunto de términos utilizados para designar a los «enemigos internos» que promueven la «división de la República francesa»: islamoizquierdismo, espacios no mixtos, decolonial, indigenistas… Palabras clave que construyen una nebulosa que se organizaría en torno a un objetivo común: la destrucción de la República única e indivisible.

En este mapeo de una circulación paradójica de la interseccionalidad, me he preocupado menos de las batallas por las definiciones que de lo que la interseccionalidad aporta a las luchas en el contexto francés. La interseccionalidad, que ha generado importantes fracturas, se presenta sin embargo como un conjunto homogéneo y unificado. Otra paradoja es que las críticas a la interseccionalidad dentro de los movimientos políticos de izquierdas se centran en su potencial para ser cooptada por el neoliberalismo o el feminacionalismo, mientras que, gracias a una reconfiguración reaccionaria en Francia, la interseccionalidad se ha unido al léxico codificado para significar «islamista/racialista/antiuniversalidad». A pesar de los intentos de despolitización, recuperación y de blanqueamiento, [22] parece que la peligrosidad de los conceptos y de las críticas provenientes del pensamiento feminista negro perdura y resiste. 


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Este texto es una versión abreviada del capítulo “Intersectionnalité” (interseccionalidad) publicado en el libro Feu! Abécédaire des féminismes présents, coordinado por Elsa Dorlin y publicado en octubre de 2021 por la editorial Libertalia.

Notes

[1Folleto de la Coordination des Femmes Noires 1978

[2Keeanga-Yamahtta Taylor, How we get free: Black feminism and the Combahee River Collective. Haymarket Books, 2017.

[3Manifiesto Combahee River – Una declaración Negra Feminista – abril de 1977. Disponible en línea: https://we.riseup.net/assets/109644/combahee%20river%20colective%20zine%20spanish-bklt.pdf

[4Kimberlé Williams Crenshaw, « Cartographies des marges : intersectionnalité, politique de l’identité et violences contre les femmes de couleur », Cahiers du genre, no 39, 2005, pp. 51‑82, traduit par Oristelle Bonis.

[5Mogniss H. Abdallah, « 1983 : La marche pour l’égalité », Plein droit, n° 55, 2002, pp. 37‑40.

[6Ibid.

[7NdT: el termino “banlieue” –suburbio– tiene en Francia una connotación política particular: sinónimo de “barrios populares”, son barrios urbanos populares periféricos a las grandes ciudades (en particular de París), habitados principalmente por personas migrantes y/o racializadas y empobrecidas. Son también barrios frecuentemente estigmatizados de “violentistas”, “llenos de drogadictos y delincuentes”, etc.

[8Karim Taharount, « “Justice en banlieue” : une affiche de campagne du Mouvement de l’Immigration et des Banlieues (1997) ». Parlement[s]. Revue d’histoire politique, n° 30, 2019, pp. 138‑54.

[9La voz de lxs romaníes, la brigada antinegrofobia, los indígenas de la República, los indivisibles...

[10Sohane Benziane fue quemada viva por su ex compañero en Vitry-sur Seine (barrio popular al sur de París) en 2002. La repercusión mediática del caso reforzará los discursos e imaginarios relativos a los jóvenes de los barrios populares, particularmente la figura del joven árabe.

[11Marion Dalibert « Authentification et légitimation d’un problème de société par les journalistes : les violences de genre en banlieue dans la médiatisation de Ni putes ni soumises », Études de communication, n° 40, 2013, pp. 167-180.

[12NdT: en francés, el término ‘”indigène” apela directamente a la categoría administrativa utilizada por Francia en los territorios de África del norte sometidos al control colonial. Lxs “indígenas” eran lxs árabes y/o musulmanxs originarixs de las colonias.

[13« Appel des féministes indigènes », Bella Ciao, 26 janvier 2007.

[14NdT: creada en mayo de 1976, la Coordinadora de Mujeres Negras lucha y se moviliza, hasta 1982, contra varias categorías de opresión, como las relacionadas con el género, la raza, la clase social y la inmigración. Fuente: Wikipedia.fr

[15« 1er mai : cortège AssiégéEs et Mwasi-Collectif Afroféministe» (Primero de mayo: marcha de AssiégéEs y Mwasi-Collectif Afroféministe), AssiégéEs [en línea], 2015.

[16El caso del establecimiento preescolar Baby-Loup (2008): la ley que prohíbe la ocultación del rostro en el espacio público y que apuntaba al hijab (2010); el caso Dominique Strauss-Kahn / Nafissatou Diallo (2011); el proyecto de ley contra del acoso callejero (2017), etc.

[18Juliette Gramaglia, Tony Le Pennec, « "Universalistes" contre "intersectionnelles" : à chaque média ses féministes », Arrêt sur images, 7 de marzo de 2019.

[19Elsa Dorlin, « De l’usage épistémologique et politique des catégories de “sexe” et de “race” dans les études sur le genre », Cahiers du genre, n° 39, 2005, pp. 83-105.

[20NdT: término acuñado en 2010 por Moya Bailey, académica norteamericana. Combina los términos misoginia y noir para denotar lo que Bailey describe como la forma única de misoginia antinegra a la que se enfrentan las mujeres negras, especialmente en la cultura visual y digital.

[21Mwasi, Afrofem, Syllepse, 2020. Estas críticas también se han expresado en el mundo anglosajón: podemos citar el artículo de Cameron Glover, « Intersectionality ain’t for white women », Wear Your Voice, 25 agosto de 2017, o también el libro de Jennifer C. Nash, Black Feminism Reimagined: After Intersectionality, Duke University Press, 2019.

[22Sirma Bilge, « Le blanchiment de l’intersectionnalité », Recherches féministes, vol. 28, n° 2, 2015, pp. 9-32.

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Militante, autora y ensayista afrofeminista, Fania Noël está estudiando su doctorado en sociología en The New School for Social Research (Nueva York). Es la cofundadora y directora editorial de la revista AssiégéEs, y ha sido miembro del colectivo afrofeminista Mwasi, encargada -entre otros- de la ideología política y de las formaciones. Es autora de dos libros : Et maintenant le pouvoir. Un horizon politique afroféministe Cambourakis, 2022; y Afro-communautaire. Appartenir à nous-mêmes Syllepse, 2019.