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Policías: el tiempo de las colonias no ha terminado

, por LOPES Mathieu

Cuando asesinaron a George Floyd en la primavera del año 2020, las movilizaciones traspasaron las fronteras de los Estados Unidos; y esto forzó a políticxs e intelectuales francesxs a posicionarse. La condena del racismo de la policía de aquel país fue muy extendida de nuestro lado del Atlántico. Las manifestaciones de solidaridad y de rabia se dirigieron rápidamente hacia las denuncias de los delitos y del racismo de la policía francesa. [1] En respuesta a esto, se alegaron matices y diferenciaciones para afirmar que «Estados Unidos no es Francia». [2] La principal diferencia radicaría en el hecho que el racismo estructural de la sociedad y de la policía estadounidense parte de la esclavitud de lxs negrxs y de la represión consiguiente. Sin embargo, Francia también esclavizó y organizó la persecución de esclavxs, y hasta creó una «Police des Noirs» (‘Policía de Negros’) en el siglo XVIII. [3] Pero además, la colonización estructuró profundamente al Estado y a la policía francesa consolidando el racismo en las prácticas y en la ideología.

Aquella primavera de 2020 demostró el poder de la resistencia contra la violencia policial racista en Estados Unidos, en las antiguas metrópolis coloniales y en Francia en particular. Más allá de la policía, las movilizaciones hicieron explícita la herencia colonial de estas sociedades, mediante declaraciones, pancartas, pero también mediante diversas acciones contra las representaciones esclavistas y colonialistas en el espacio público: el general Lee en Estados Unidos, Edward Coltson en Inglaterra, Jean-Baptiste Colbert, Joseph Gallieni y Louis Faidherbe en Francia (y en Senegal por este último), etc. [4]

Este texto plantea una mirada sobre la policía en las colonias y su evolución, hacia la metrópoli francesa y en los países que se independizaron, en algunos casos, a partir de algunas lecturas de trabajos de investigación y también desde las luchas antirracistas y anticoloniales.

La policía en los tiempos de la colonia: violencia desmesurada y racista

El colonialismo se construyó mediante una violencia extrema y racializada ejercida contra los pueblos dominados. Al principio, los ejércitos, bajo la forma de compañías coloniales o cuerpos de ejército regulares, invadían los países. Las fuerzas policiales se crearon más tarde, cuando se formalizaron las administraciones coloniales. Entre otras obras, el libro Maintenir l’ordre colonial, Afrique et Madagascar, XIXe-XXe siècles [5] (‘Mantener el orden colonial, África y Madagascar, durante los siglos XIX-XX’) investiga la historia de los cuerpos policiales en muchos países, ilustrándola con varios retratos de policías coloniales. En sus páginas describe las características principales de los sistemas policiales, y esta obra constituye una valiosa enseñanza para reflexionar sobre el presente.

En primer lugar, la policía colonial estuvo marcada por una gran interacción con la esfera militar. Las fuerzas policiales, poco numerosas, intervienen a menudo junto a los militares. La introducción escrita por Emmanuel Blanchard y Joël Glasman [6] nos permite conocer el nivel de violencia que se desató en las colonias, pero también en Francia contra los colonizadxs: «Allí donde lxs colonizadxs estaban en condiciones de organizarse y de desafiar a las fuerzas del orden, la matanza era una opción del repertorio policial. […] Se observa así un verdadero repertorio de la acción policial que, desde diciembre de 1952 en Casablanca hasta octubre de 1961 en París, une el centro y la periferia del imperio». El cuerpo policial que ilustra mejor esta hibridación militar-policial es la gendarmería, capaz de pasar de misiones civiles a verdaderas operaciones militares, por ejemplo en Argelia o en Indochina durante las guerras de liberación.

Los autores del libro señalan también que la policía se fusionó en ocasiones con las milicias de colonos, que tenían en la práctica poderes policiales. «En los asentamientos coloniales, a lo largo de los siglos XIX y XX, lxs «europexs» estuvieron dotados de facto de poderes policiales, en particular el de «hacer justicia» por mano propia contra lxs indígenas [7]». [8] La policía de las colonias también debe analizarse en el contexto del sistema penal específico que condenaba a «trabajo forzado, privación de las libertades públicas, reclusión administrativa, sanciones colectivas, etc.». [9]

Todo el aparato policial y judicial se despliega de manera racializada: la policía tiene la función primordial de mantener el orden colonial aplicando un control sobre lxs colonizadxs con una violencia extrema, mientras lxs «blancxs» obviamente no son tratadxs de la misma manera, ni siquiera en el caso de que fueran responsables de «desórdenes». El hecho de que, al igual que las tropas coloniales, las policías incluyeran un gran número de indígenas en sus filas reforzaba aún más esta discriminación: es impensable que policías no blancos pudiesen recriminar a europexs, frente a lxs cuales estaban de facto «sin prerrogativas».

Estos tratos discriminatorios estaban codificados por escrito en el conjunto de textos que se denominaron el «Code de l’Indigénat» (‘Código del Indígena’) pero, sobre todo, eran tácitos, es decir, definidos por las prácticas racistas de la administración colonial. [10]

La huella colonial en Francia

Tras las independencias, numerosos estudios han expuesto cómo la administración violenta y racista de lxs colonizadxs fue reutilizada por la policía metropolitana. [11] Primero se llevó a cabo por medio de la ideología, traída por los anteriores administradores coloniales a quienes el Estado confió posiciones de organización del espacio y de represión de lxs antiguxs colonizadxs en los barrios populares.

El itinerario de Pierre Bolotte [12] es ilustrativo: luego de haber servido en Indochina, en Argelia y más tarde, en Guadalupe durante la masacre de mayo de 1967, se convierte en el primer prefecto de la nueva comisaría de Seine-Saint-Denis [NdT: distrito popular conocido por ser racializado]. Allí se desplegará, en particular, la primera experiencia de la Brigada contra la delincuencia (BAC), en 1971. De la misma manera, Maurice Papon, prefecto de la policía de París durante la masacre del 17 de octubre de 1961 [NdT: contra manifestantes argelinxs], que había sido enviado después de la Segunda Guerra Mundial a Marruecos y a Argelia, como prefecto regional en Constantina durante las guerras de liberación. Durante esta misión, desplegó, entre otras, las unidades especializadas en interrogatorios y torturas. Muchos otros altos funcionarios tuvieron trayectorias similares. [13] Adaptaron al contexto civil francés la doctrina de «guerra revolucionaria» desarrollada en Indochina y en Argelia, que consiste en designar y combatir un «enemigo interior» (árabes, musulmanxs y comunistas) que se oculta en medio de la población, a la que se le debe entonces aplicar métodos de control y coacción física y psicológica, en particular, mediante el terror.

Francia recicla un buen número de mandos policiales o militares que sirvieron en Argelia para dirigir los servicios de policía de la metrópoli. [14] Pero también el personal «de base» se reutiliza en la policía o más ampliamente en las estructuras de control de los antiguxs colonizadxs en el hexágono: se encuentran numerosos exfuncionarios de Argelia como vigilantes de los nuevos hogares Sonacotra. [15] [16]

Más allá de la simple circulación de personas, una ideología y una cultura racista se construye tanto en la metrópoli (con el desarrollo de argumentos racistas que justifican la colonización [17]) como en las colonias. No se concibe con qué artificio mágico el racismo podría haber desaparecido del corazón del Estado y de la policía francesa, ya que el reconocimiento de la barbarie colonial sigue siendo anecdótico, con eufemismos y con poca convicción; y que ninguna mayoría política francesa ha tenido nunca la voluntad de combatir seriamente el racismo entre sus filas. En este aspecto, la norma es la negación del racismo estructural de la policía, como ocurrió con las declaraciones de Emmanuel Macron o Christophe Castaner en 2020. Fundamentalmente, junto con otras estructuras del Estado, la policía cumple la función de mantener el orden capitalista, racista y patriarcal de la sociedad. La posibilidad de que los beneficiarios de este orden saboteen voluntariamente esta herramienta es, más bien, ciencia-ficción. [18]

Para lxs descendientes de colonizadxs en Francia, no son necesarias largas tesis de historia o sociología para saber a que deben atenerse. De esa militante tolosana del barrio de los Izards que perdió a su abuelo en la masacre de octubre de 1961, a esta familia enlutada cuyo antepasado cayó bajo las balas de una ametralladora en Thiaroye en Senegal y que organiza hoy la lucha por la «verdad y justicia» por un familiar asesinado [por la policía] en la región parisina, [19] todxs saben que esos hombres armados que actualmente controlan, insultan y a veces matan en los barrios populares son, en el fondo, los mismos que los que invadieron y masacraron en las colonias.

Difusión y secuelas en las colonias

El impacto de la violencia colonial no se limita a la sociedad y a la policía francesa. Por un lado, Francia supo exportar su «saber-hacer» más allá de su solo imperio y, sobre todo, los países colonizados conservan la huella de esta historia.

Tras la guerra de Argelia, la «doctrina de la guerra revolucionaria» (DGR) se convirtió casi en un producto de exportación francés. Muchos oficiales de la DGR fueron enviados a Estados Unidos y Sudamérica a proporcionar entrenamiento al ejército estadounidense o a los regímenes autoritarios de la región (Argentina, Brasil, etc.). El saber-hacer francés fue muy valorado en la sangrienta lucha anticomunista que libraron. [20] Hoy en día, la doctrina desarrollada por Francia en las guerras coloniales sigue siendo utilizada por los ejércitos occidentales, desde Irak al Sahel pasando por Afganistán.

Durante las guerras de independencia, Francia, conjuntamente con las élites locales que le eran favorables, aplastó los movimientos independentistas en sus colonias africanas. Se aseguró así la continuidad de sus intereses gracias al apoyo o la implementación de regímenes autoritarios «amigos» quienes le proporcionan, hasta hoy (evidentemente ha evolucionado), apoyo diplomático y acceso a los recursos: los trabajos de François-Xavier Verschave y de la asociación Survie describen lo que se ha llamado «Franciáfrica». Constituciones, moneda, [21] economía: en todos los aspectos, hay una gran continuidad entre la administración colonial y los países ya independientes. Así es, en particular, en el caso de los sistemas policiales.

El 30 de octobre 2021, la embajada de Estados Unidos organizó un Ejercicio Conjunto de Preparación en Nairobi, Kenya, que incluía el entrenamiento de distintas unidades y su equipamento por el Programa de Asistencia Antiterrorista.

Francia dejó en esos países un personal de dirección policial y, sobre todo, militar. Esta política de «cooperantes» llevada a cabo por Francia, se encuentra en muchos ámbitos de los Estados africanos, donde la posición central de este personal permitirá al antiguo colonizador modelar sistemas, costumbres, doctrinas y normas a su antojo. El predominio de estos «consejeros» y «cooperantes» mantuvo la relación de subordinación entre el ejército y la policía franceses, por un lado, y el ejército y la policía africanos, por otro. En 1961 se creó un servicio ad’hoc de la policía francesa: el Servicio de la cooperación técnica internacional de policía (del francés Service de coopération technique internationale de police, SCTIP) dirigido por el antiguo director, un francés, de la policía de Haute-Volta (actual Burkina Faso). El historiador Romain Tiquet sostiene que «el SCTIP, tanto por sus misiones como por el personal empleado, ha orientado las prácticas de los futuros oficiales de policía de acuerdo con patrones profesionales y de procedimiento específicos de la policía francesa, y cerca de las antiguas opciones del poder colonial [...] permitiendo a la antigua metrópoli conservar su influencia en su "patio trasero" africano». [22]

En 2011, un vídeo grabado por un periodista togolés ilustró la dominación de estos franceses sobre sus homólogos africanos y el poder que suelen tener en las calles. [23] El informe Coopération militaire et policière en Françafrique, de l’héritage colonial au partenariat public-privé, (‘Cooperación militar y policial en Franciáfrica, de la herencia colonial a la cooperación público-privada’), redactado en 2018 por Survie, refleja la actualidad de esta cooperación y del espíritu de «influencia» ejercida por Francia.

Si la relación de subordinación de las policías africanas ha sido elaborada por Francia, también están marcadas interiormente por la colonización y algunas grandes características de la policía colonial pueden encontrarse en su práctica actual. Esto se explica, en particular, por el hecho de que muchos de los policías coloniales «de base» son colonizados, entrenados por el colonizador, que permanecen en su puesto luego de la independencia. También, es el caso, en menor medida, de los dirigentes locales, tardíamente establecidos por Francia. [24]

Por lo tanto, sigue habiendo una gran porosidad entre las esferas policial y militar. El uso de la expresión «corps habillés» (‘cuerpos uniformados’) en África francófona para designar indistintamente policías, gendarmes (cuerpo policial que predomina en muchos países de África francófona), militares o aduaneros, es una clara expresión de la confusión que existe entre sus poderes. Al igual que en la época colonial, el recurso de la fuerza para reprimir movimientos civiles es frecuente, con un nivel de violencia importante. Los poderes de Chad, Gabón, la República Democrática del Congo y Togo por ejemplo, han destacado por su crueldad y sus sangrientas represiones. En 2004, la Federación Internacional por los Derechos Humanos (FIDH) denunció a la República Togolesa debido a «la tortura sistemática en las comisarías con total impunidad, una justicia a las órdenes del poder, cárceles superpobladas, opositores y prensa bajo rigurosa vigilancia», concluyendo que «la violencia omnipresente en Togo se erige en un verdadero sistema de gobierno». [25] En 2005, el hijo del general Eyadéma recupera ilegalmente el poder en el país luego de la muerte de su padre. La represión de la protesta, llevada en buena parte por la gendarmería, según la Liga Togolesa de Derechos Humanos, provocó «811 muertos y 4.508 heridos». [26] Además en 2012, la FIDH denunció la tortura practicada por las fuerzas togolesas. Donde la policía colonial operaba en fusión con las milicias de colonos, las fuerzas policiales nacionales van de la mano con las de los partidos políticos de los distintos regímenes. Para estos pueblos colonizados, no hubo una verdadera ruptura en el nivel de violencia perpetrada por los sistemas policiales de colonización tras la independencia.

Otra herencia colonial: el aspecto racializado del trato policial y político en general en varios países. Los colonizadores definieron razas y fijaron fronteras étnicas, que utilizaron para reinar, confiando a menudo a ciertos grupos «étnicos» o «raciales» posiciones de mayor poder. De este modo, instauraron una racialización de la vida política y policial en los países colonizados, que sigue presente en las sociedades independientes actuales. Así, los alauitas en Siria fueron favorecidos durante la ocupación francesa y son la base del poder de Bashar al-Assad, ocupando la mayoría de los puestos actuales de las fuerzas de seguridad. En Chad (y en el Sudán colonial), las administraciones británica y francesa se apoyaron en los zaghawa, que aún hoy dominan la vida política y militar de Chad, desde las fuerzas armadas hasta la presidencia. Los ejemplos son numerosos y a veces han llevado a extremos dramáticos: la racialización extrema de la vida política ruandesa, instaurada por los colonos belgas y alemanes (que definieron como «razas» o «etnias» grupos que eran más bien estatus sociales) desembocó en el genocidio de los tutsis en 1994.

Al igual que en el período colonial, estas policías africanas tratan con mucha más consideración a lxs «blancxs», que saben que pueden beneficiarse de la protección de su poderosa diplomacia. Una delegación de activistas de Survie que asistió al Foro Social Africano en Dakar de 2014 presenció una escena anecdótica pero ilustrativa de la diferencia del trato: en el aeropuerto, un «blanco» pudo agredir a uno de los gendarmes de seguridad del aeropuerto que le había confiscado cartuchos de gas durante el control de embarque, y llegó incluso a establecer contacto físico con el gendarme y empujarlo. El gendarme mantuvo la calma durante toda la interacción, con una expresión tensa, sabiendo que no podía darse el lujo de golpearlo. Seguramente una escena como esta en Francia, por parte de una persona negra, habría llevado a una reacción violenta del funcionario. El racismo sigue impregnando las sociedades y las policías africanas, con una jerarquía en la que lxs «blancxs» son globalmente beneficiarixs.

En Nigeria, manifestantes exijen la disolución del SARS (Special Anti-Robbery Squard), fuerzas policiales responsables de numerosos abusos y asesinatos policiales.
Fuente : Asokeretope (CC BY 4.0)

La policía en las colonias actuales

Es necesario mencionar que no todas las colonias del imperio francés consiguieron la independencia, y actualmente componen los territorios de «ultramar». Al igual que en otros ámbitos estatales, el aparato policial desplegado en esos territorios ha conservado características coloniales. Francia recurre de manera masiva a las fuerzas de gendarmería, lo que permite pasar, de ser necesario, de misiones habituales de mantenimiento del orden a operaciones militares.

Dos episodios muestran el uso de la violencia colonial «desmesurada» que continua marcando las mentes en las Antillas francesas. Así, en febrero de 1974 en Martinica, los gendarmes abrieron fuego contra obrerxs agrícolas en huelga, provocando dos muertxs. [27] En mayo de 1967, en Guadalupe, los gendarmes dispararon y mataron a varias decenas de manifestantes. [28]

Más reciente, en la década de los años 1980, en Kanaky-Nueva Caledonia, la gendarmería se hizo cargo, junto con las milicias de colonos, de la represión de la insurrección canaca [29] por la independencia. Activistas describieron la campaña de terror: «Adele Joredié da testimonio de una incursión de unos 30 militares que abrieron fuego contra la aldea, quemaron casas y ataron a sus hijos a árboles cerca de un hormiguero para hacerles confesar dónde estaba su madre. Luego le apuntaron con un Famas en la cabeza». [30] Entre otros crímenes, cabe mencionar la ejecución por francotiradores del Groupe d’intervention de la Gendarmerie nationale (Grupo de Intervención de la Gendarmería Nacional) a Eloi Machoro y Marcel Nonnaro, dirigentes del Front de libération nationale kanak et socialiste (Frente Socialista de Liberación Nacional Canaco y Socialista, FLNKS) en 1985. En la isla de Ouvéa, Francia confió las operaciones directamente a unidades de las fuerzas especiales del ejército, y no únicamente a la gendarmería, que llevaron a cabo la infame masacre de la gruta de Ouvéa.

Este nivel de violencia, no tan lejano, sigue siendo una opción dado el predominio de la gendarmería de «ultramar». En estos países, los blindados de la gendarmería, vistos en Francia sobre la ZAD de Notre-dame des Landes [31] o durante el movimiento de los Chalecos Amarillos, salen regularmente a reprimir manifestaciones. El Estado francés considera, por otra parte, que este cuerpo híbrido militaro-policial es el principal componente de las «fuerzas de soberanía», verborrea contemporánea que ha sustituido al de «tropas coloniales» dado que el dominio francés sobre estos países sigue siendo susceptible de ser cuestionado por movimientos independentistas. [32]

La cultura racista tiene sus particularidades en las fuerzas del orden en el extranjero, en los países donde la mayoría de la población es no blanca. Un jefe de escuadrón de gendarmería se había atrevido a comparar a la población guayanesa con «monos aulladores» o «perezosos», otro animal amazónico, «cuya capacidad de respuesta y voluntad de trabajar solamente se equiparan a los resultados que obtienen». Si bien se trata de un solo caso mediático, [33] ilustra el tinte local de un racismo más general en el seno de las fuerzas del orden francesas, que tiene consecuencias mucho más estructurales. Señal de discriminación racial en el sistema judicial y policial en los territorios de «ultramar», Christiane Taubira, entonces ministro de Justicia, estimó en el 2012 que el 93% de personas en las cárceles del archipiélago eran canacas (aunque representaban alrededor del 40% de la población total). Del mismo modo, allí también, el color de la piel es un factor determinante del riesgo de ser asesinado por la policía o por la gendarmería. Y del caso de William Décoiré en Kanaky-Nueva Caledonia al de Claude Jean-Pierre en Guadalupe, la impunidad sigue siendo la norma.

La construcción de la policía (en el sentido más amplio) no se limita a su ascendencia colonial, ya sea en Francia o en las colonias del pasado y del presente. Además del racismo, es uno de los engranajes importantes del capitalismo y del patriarcado, al igual que otras estructuras de los medios de comunicación, del urbanismo, de la educación, etc. Pero la violencia que ejerce, en la vida cotidiana de ciertas personas o durante los grandes movimientos sociales, es una poderosa revelación de las líneas que estructuran nuestras sociedades en su conjunto, que pueden inmiscuirse directamente en nuestras experiencias. Empezando por luchar contra los crímenes policiales, ello puede permitirnos abrir el debate hacia muchos otros campos.

Notes

[1Como, por ejemplo, el eslogan: «Toulouse, Minneappolis, Beaumont, misma policía, mismo racismo» cf. https://iaata.info/TOULOUSE-MINNEAPOLIS-BEAUMONT-Meme-police-meme-racisme-4278.html

[2«Bien que tentante, la comparaison avec l’affaire Adama Traoré est injuste» (‘Aunque tentadora, la comparación con el asunto Adama Traoré es injusta’) de Caroline Fourest en Marianne, 06/06/2020. «Racisme et violences policières: la France n’est pas l’Amérique» (‘Racismo y violencia policial: Francia no es Estados Unidos’) de Dominique Moïsi en Les Échos, 26/06/2020.

[3Florian Bobin, principalmente, cita la «Déclaration du roi pour la Police des Noirs» (agosto de 1777), en « Les forces du désordre, de la répression coloniale aux violences policières », Contretemps‧eu, 30/11/2020

[4Respectiva y principalmente: Comandante de la armada sureña esclavista; Traficante de esclavos; Organizador de la explotación colonial y esclavista para el rey Luis XIV; Gobernador de Madagascar; y Gobernador de Senegal.

[5Libro colectivo del Grupo de estudios sobre los mundos policiales en África (GEMPA), co-dirigido por Jean-Pierre Bat y Nicolas Courtin, en Presses Universitaires de Rennes, 2012.

[6Emmanuel Blanchard, Joël Glasman. Introduction générale. Le maintien de l’ordre dans l’empire français: une historiographie émergente.

[7NdT: el término ‘indígena’ se refiere al sustantivo que usaron los franceses durante el tiempo de la colonia, para referirse a las personas de poblaciones autóctonas principalmente de África y/o musulmanas.

[8Blanchard, E. y Glasman, J. op. cit.

[9Idem.

[10Sobre este asunto, el libro aclara que es muy difícil para lxs historiadorxs apoyarse solamente en las fuentes escritas ya que describen con eufemismos la violencia infligida a lxs indígenas.

[11En particular, el trabajo de Mathieu Rigouste, L’ennemi intérieur (La Découverte, 2009) y La domination policière (La Fabrique, 2012).

[12« Des massacres oubliés de mai 1967 en Guadeloupe aux prémices de l’ordre sécuritaire moderne dans les quartiers », Mathieu Rigouste, basta‧media, 29/05/2017.

[13El libro, États d’urgence, une histoire spatiale du continuum colonial de Leopold Lambert (Ed. PMN, 2021) proporciona un gran número de ejemplos.

[14Emmanuel Blanchard, La police parisienne et les Algériens (1944-1962). Ed. Nouveau monde, 2011

[15NdT: Sonacotra (del francés, SOciété NAtionale de COnstruction de logements pour les TRAvailleurs ALgériens) se creó en 1956 para resolver el problema de la infravivienda de lxs trabajadorxs procedentes de Argelia. Alrededor de 150.000 argelinxs -trabajadorxs o no- vivían en villas miseria o en viviendas muy precarias, sobre todo en los alrededores de París.

[16Hmed, Choukri. « « Tenir ses hommes ». La gestion des étrangers « isolés » dans les foyers Sonacotra après la guerre d’Algérie », Politix, vol. 76, nº. 4, 2006, pp. 11-30.

[17La defensa de Jules Ferry de la expansión del imperio colonial francés incluyó la afirmación de que «las razas superiores tienen un derecho frente a las razas inferiores», 28 de julio de 1885 en la Asamblea Nacional de Francia.

[18Sobre estas consideraciones, leer La domination policière, de Mathieu Rigouste.

[19Estas historias son reales pero prefiero no dar los nombres de las personas involucradas.

[20Sobre este tema, véase Escuadrones de la muerte, la escuela francesa de Marie-Monique Robin, el documental o el libro, Ed. La Découverte, París, 2004 y 2008. Edición en castellano, Editorial Sudamericana, 2005, Buenos Aires.

[21NdT: el franco CFA (antiguamente: “colonias francesas de África”, hoy renombrado “comunidad francesa de África” o “comunidad financiera de África”) es una moneda utilizada por 14 países que fueron parte de las colonias francesas; esta moneda sigue siendo producida en París.

[22Tiquet, Romain. « Un policier français dans l’Empire. Pierre Lefuel, dernier directeur de la Sûreté voltaïque (1959-1960) et pionnier du Service de coopération technique internationale de police (SCTIP) », Histoire, économie & société, 2013.

[23Véase el video en youtube.com «Un coopérant militaire français menace un journaliste Togolais» (Un cooperante militar francés amenaza a un periodista togolés), https://youtu.be/wcVvyhgu_2M

[24Jean-Pierre Bat y Nicolas Courtin, op. cit.

[25El informe «L’arbitraire comme norme et 37 ans de dictature»

[26Le Monde, 14/05/2005.

[27« Basse-Pointe. La grève des ouvriers de la banane de 1974 », l’Humanité, 19/08/2013.

[28El secretario del estado de ultramar, Maurice Lemoine, reconoció la cifra de 87 muertos. El prefecto de entonces era Pierre Bolotte, ya mencionado en el texto.

[29NdT : los canacos son el pueblo originario de dicho archipélago ubicado en Oceanía que sigue bajo control francés.

[30Del documental de Mehdi Lallaoui, Jean-Marie Tjiabou, le Kanak qui rêvait d’indépendance, en el artículo « Ouvéa, terreur d’État », Mathieu Lopes, Billets d’Afrique n°277, mayo de 2018. https://survie.org/billets-d-afrique/2018/277-mai-2018/article/ouvea-terreur-d-etat

[31NdT: hace referencia a una lucha en contra la construcción del aeropuerto de Nantes-Notre-Dame-des-Landes. Para evitar que comenzaran las obras que destruirían más de 200 hectáreas en la región, de una zona de humedales, se ocupó a partir de 2008 dando lugar a lo que se conoce como la ZAD (Zone À Défendre, en francés) y se han generado distintas estrategias de resistencia por parte de lxs habitantes locales, partidos y activistas. https://desinformemonos.org/aeropuerto/

[32Ver, por ejemplo, el informe de la Comisión de Finanzas del Senado que se titula «La presencia militar en los territorios de ultramar: un desafío de soberanía y de la protección de las poblaciones», octubre de 2022.

[33Le Monde y LCI, 21/04/2018.

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Mathieu Lopes es descendiente de colonizadxs. Es miembro de la asociación Survie, dentro del grupo de trabajo sobre Kanaky, y ha participado en varias luchas en Guadalupe y en Francia, en diversos colectivos antiracistas.