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Una objetiva subjetividad; o el objetivismo sociológico contra el punto de vista «situado»

, por WATHELET Emmanuel

Como siempre en los debates epistemológicos, en el conocimiento de los hechos sociales se oponen generalmente dos perspectivas: una postura realista que considera que los hechos sociales existen independientemente de su observadorx; y una postura subjetiva que sostiene que no se puede disociar el conocimiento de quienes observan dichos hechos sociales.

Sin embargo, aquí existe un espacio de posible entendimiento entre marxistas e «identitarixs». Lxs investigadorxs feministas y antirracistas marxistas no se dejaron engañar. ¿Por qué? Porque la escuela de Francfort, de inspiración marxista, puso en evidencia junto a Horkheimer, [1] la teoría crítica, que sostiene que el conocimiento no es exterior a la realidad, que debe ser transformador y tener en cuenta a la persona que piensa, así como sus propios intereses. En el lado opuesto, se encuentra el enfoque durkheimiano que «trata los hechos sociales como cosas». [2]] En este postulado, las herramientas metodológicas de la sociología serían «suficiente» para garantizar la distancia neutra con su objeto de investigación: «la sociedad es externa a lo que está sucediendo en nuestras mentes singulares». [3]

¿Por qué este debate aparentemente tan teórico es muy importante? Porque es en este debate que se define quiénes serán legítimxs para tener voz, para producir conocimientos, para tomar decisiones, principalmente cuando se trata de situaciones de explotación. Son debates que entrañan consecuencias muy concretas, por ejemplo: en los programas de televisión (hombres blancos, como Éric Zemmour, [4] no serían legítimos para hablar sobre la opresión sufrida por las mujeres negras), incluso también cuando se trata de pensar quién escribe las leyes, quién escribe los manuales escolares.

Las personas oprimidas se caracterizan principalmente por su relativa ausencia en los espacios de toma de decisiones de los «aparatos ideológicos del Estado» (medios de comunicación, escuelas, política, iglesia; en el sentido de Althusser [5]). En consecuencia, si se puede demostrar que no se les toma en cuenta en su ausencia, ni desde un punto de vista teórico, ni desde un punto de vista político basado en estas teorías (aunque solo sea porque persisten los fenómenos de dominación racial y patriarcal); entonces será necesario considerar que «el objetivismo sociológico» es una impostura y que todo está organizado para reproducir las dominaciones en su estado actual, de las cuales somos testigos. Y se podría concluir simplemente que la palabra de quienes no están implicadxs en estas opresiones no es capaz de reflejar rigurosamente las situaciones de opresión.

Donna Haraway, siguiendo a Sandra Harding, radicaliza la toma en consideración del sujeto conocedor al servicio de la construcción de una objetividad sociológica. Su concepto de «conocimientos situados» [6] (véase el capítulo epónimo [7] en su libro Ciencia, cyborgs y mujeres: la reinvención de la naturaleza) es una crítica explícita al objetivismo que, distanciándose de los hechos sociales, invisibiliza a lxs autorxs, permitiéndoles así no hacerse responsables. «Olvidamos» que lxs investigadorxs son quienes responden a las preguntas, pero sobre todo quienes las hacen. Ahora bien, por definición, no se puede hacer una pregunta... ¡que no se hace! Es enorme el riesgo de no ver nuestros propios sesgos. Y así es como un pensador tan importante como Karl Marx no hubiera visto el trabajo gratuito –y por lo tanto, el trabajo robado– de las mujeres en la esfera doméstica.

Por el contrario, un punto de vista «situado», según Haraway, produce precisamente objetividad. El punto de vista «situado » responsabiliza. No pretende decir más allá de lo que puede conocer a través de su propia experiencia. Esta postura es humilde, no pretende ninguna «trascendencia». La idea es principalmente «confiar por encima de todo en las posiciones ventajosas de los subyugados», sobre todo porque, al experimentar cotidianamente el ser silenciadxs, «tienen menos posibilidades de permitir la negación» (p.328) que acompaña la producción del conocimiento. Así, una investigadora que estudia la violencia de los hombres en el ámbito doméstico hará otras preguntas, encontrará otros caminos para dejar que surja la palabra, interpretará de manera diferente los silencios, etc. Su punto de vista «situado», lejos de ser un obstáculo, se convierte en una verdadera ventaja para su investigación – mientras que, por otro lado, se observa una «tensión» con respecto a la liberación de la palabra de las víctimas mujeres, demasiado a menudo juzgadas como culpables a priori (de mentira, de exageración, de provocación, etc.). Se puede apreciar lo grande que es la grieta.

No obstante, el punto de vista «situado» plantea otros problemas. Existe «el serio peligro de romantizar y/o apropiarse de la visión de los menos poderosos al mismo tiempo que se mira desde sus posiciones » (p328). Todos los hombres que se declaran «feministas» o «aliados» se aprovechan de su dominio de los códigos, las teorías y las prácticas militantes feministas, pero algunos, además, utilizan este dominio para ganar aún más poder. Se entiende, por esto, la importancia de la «encarnación», en el sentido propuesto por Haraway. No se trata solamente de ver «con los ojos de», sino de vivir, en carne propia, «la experiencia de». Sin embargo, unx no se convierte de la noche a la mañana en negrx, mujer, [8] u obrerx. Al mismo tiempo –y esto sigue complicándose– no es «suficiente» vivir la experiencia de la dominación para ser capaz de producir conocimiento sobre esa dominación: «No estamos presentes de inmediato para nosotras mismas». [9] Por mi parte, considero que las herramientas metodológicas para generar conocimiento siguen siendo imprescindibles.

¿Qué podemos opinar de todo esto? Yo encuentro una estrecha relación entre el punto de vista «situado» de Haraway y el concepto de «saber local» del antropólogo cultural Clifford Geertz [10] (2012), quien considera 1) que sería necesario dejar de querer ser predictivo porque, al final de cuenta, si cada situación es singular, nada permite elaborar una teoría general; 2) que es necesario centrarse en las representaciones de lxs actores sociales, al sentido que le dan a sus experiencias. A mi entender, aquello es también su mayor debilidad, ya que se corre el riesgo de negar las estructuras. Al dejar de lado las estructuras en pos de una red de vivencias singulares, se corre el riesgo de perder los mecanismos generalizantes, [11] por lo que un hecho es descrito, por la sociología, como «social». O bien, como afirmaba Durkheim, [12] un hecho social es un fenómeno «suficientemente frecuente en una sociedad para ser considerado regular y suficientemente amplio para ser considerado colectivo; es decir, que está por encima de las conciencias individuales y las obliga por su precedencia». El papel de estxs sociólogxs será, pues, partir de los puntos de vista «situados», sin duda irreductibles a sus semejanzas, pero admitiendo que estas últimas permiten el ascenso a generalidad, cristalizando con el ejemplo el efecto de las estructuras. No se pueden librar casi ocho mil millones de batallas individuales (¿contra quién?).

En resumen, me parece que el punto de vista «situado» permite una riqueza interpretativa y una honestidad de las que no pueden jactarse lxs fieles de la objetividad sociológica, si y sólo si, este punto de vista «situado» va acompañado de una rigurosa metodología. En lo que se refiere a lxs sociólogxs «desvinculadxs» de sus objetos, quisiera preguntarles, ¿cuántas veces su «objetividad» no ha sido el argumento perfecto para no tener que escuchar a personas afectadas y, por lo tanto, para no tener que cuestionar sus propios privilegios? En definitiva, la cuestión no es tanto que sea posible dar cuenta de una realidad de dominación sin estar sometidx a ella, sino que quienes pretenden hacerlo lo hagan realmente, ya que dar una descripción precisa de la misma es potencialmente ponerse en dificultades.

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Este texto fue publicado inicialmente en «Le blog du Radis. L’économie politique à la racine, même si ça pique!» el 17 de junio de 2021, en https://leblogduradis.com/tag/point-de-vue-situe/ ; y lo republicamos aquí con la autorización de su autor.

Notes

[1Horkheimer, Max. Théorie traditionnelle et théorie critique, Gallimard, 1974 [1937].

[2Pinto, Louis. « Sociologie – La démarche sociologique ». Encyclopædia Universalis [en línea

[3Ibidem

[4NdT : Eric Zemmour es un cronista y político francés de extrema derecha, condenado varias veces por incitación al odio racial –y que a pesar de eso sigue siendo un invitado permanente de numerosos programas de opinión en varios canales de televisión.

[5Althusser, Louis. «Idéologie et appareils idéologiques d’État. (Notes pour une recherche)». Positions, Les Éditions sociales, 1970, pp. 67-125

[6Donna Haraway (1991), Ciencia, cyborgs y mujeres: la reinvención de la naturaleza Cátedra, Madrid, 1995 castellano (título original: Simians, Cyborgs and Women. The reinvention of Nature).

[7Cap. 7 «Conocimientos situados: la cuestión científica en el feminismo y el privilegio de la perspectiva parcial».

[8Las mujeres trans no “se inventan” mujeres: sus experiencias del ser mujer es, al contrario, tan «encarnada» que la tensión entre su género asignado al nacer y el género que experimentan es insostenible.

[9Haraway, Op. cit., p. 121.

[10Geertz, Clifford. Savoir local, savoir global : les lieux du savoir, Presses universitaires de France, 2012

[11No quisiera hacer un «sofisma del hombre de paja». Haraway no es tan explícita como lo hago entender aquí en cuanto al carácter no sistémico de su perspectiva, pero se puede leer tal tropismo en sus posiciones epistemológicas (opone, por ejemplo, «teoría maestra» y «relatos en red»).

[12Durkheim, Emile. Les règles de la méthode sociologique.

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Emmanuel Wathelet es un periodista, investigador y profesor belga.