Resistencias y autonomías desde la alimentación ancestral, Cusco – Perú

El desafío de criar y colectar agua

, por Canasta Solidaria Mikhuna Kachun

Todas las investigaciones indican que el agua va a escasear, en los Andes ya estamos sintiendo los efectos del cambio climático, se hace urgente mirar esta problemática. Aquí recordamos que existen técnicas para colectar y conservar el agua, que no requieren mucha tecnología y que se podrían aplicar en diferentes espacios, dependiendo de la técnica (sea en terrenos amplios o espacios pequeños).

El agua merece respeto

“Creo que tanta tecnología nos ha variado en esto de que el agua es un recurso, el agua es un insumo, nada más que eso. El agua en verdad también es parte de nuestra vida y somos nosotros parte del agua, por tanto en nuestra sabiduría ancestral y en nuestra cultura, ha sido muy especial en nuestras vidas, y como sabemos tenemos lugares muy sagrados ya determinados. Ha habido danzas, rituales, ofrendas y momentos de peregrinación hacia los santuarios donde están los puquios, a los espacios sagrados donde están los apus que contienen las nevadas” (Concepción Hanco, agricultor).

En los pueblos andinos, el cuidado y protección de las fuentes de agua estaban reflejados en un conjunto de rituales dedicados a estos espacios. Manantes, nevados, ríos y lagunas eran venerados y recibían ofrendas en determinadas épocas del año, el respeto que se les brindaba hacía que no se dañara su entorno. En los últimos siglos, las persecuciones a los cultos indígenas y las ideas “modernas” e industriales, han disminuido esta ritualidad y con ella también el cuidado de las fuentes de agua.

Algunos campesinos relatan que el haber olvidado la sacralidad del agua, genera más problemas para la escasez o disminución de fuentes acuíferas:

“Acá cerca a Piñimpampa había un manante, han sacado con motobomba, han elevado para que caiga a Piñimpampa y se ha secado. Como no han hecho ningún pago (ritual), nada, entonces ese manante de repente se ha desviado o de repente era el filtro del Vilcanota, algo así, y si hacían pago creo que no hubiera desaparecido” (Julián Condori Coyariq, agricultor).

Si bien el agua era considerada sagrada, también se reconocía su utilidad como recurso, pero recurso compartido, no sólo para beneficio de la sociedad humana. Este pensamiento tan ecológico, es parte del biocentrismo de los pueblos indígenas, que contrasta con el antropocentrismo moderno. Una anécdota relatada por Hipólito Peralta puede ilustrar este aspecto:

“Los ingenieros decían ‘lo que hay que hacer es ahuecar seis metros bajo tierra y encontramos humedad, eso se captura, se pone una bomba, se lleva al cerro y de ahí en tubos empieza a entrar a todas las casas, ya está solucionado el asunto’. Y un viejito decía ‘manallapanchispaqchu (no es para todos?)’, el ingeniero preguntó ‘¿cómo que no es para todos?, a ver cuál es tu casa, de todos entra’ y el abuelo seguía diciendo ‘manallapanchispaqchu (no es para todos ?)’. El ingeniero dijo ‘explícame, demuéstrame que no es para todos’. ‘Es que si tú vas a seis metros todo el agua de abajo lo vas a chupar, entonces ya no va haber agüitas arriba, todo lo vas a capturar para ti y dónde se van a bañar los sapitos, qué agüita va a tomar el zorrito y el pajarito, no es para todos pues”.

La necesidad de potabilizar el agua para el consumo humano, también ha contribuido a disminuir la ritualidad antigua.

“El agua entubada pierde totalmente la sacralidad que tiene el agua, porque el agua es un elemento sagrado, todos hemos vivido dentro del agua antes de venir acá. El agua es altamente sagrada y debíamos tener otras formas de conexión con ella” (Hipólito Peralta, maestro andino).

¿Cómo tener esas otras formas?, en las líneas siguientes exponemos algunas posibilidades, a partir de las experiencias existentes en nuestro medio.

Conservar el agua a partir de las plantas

Cuando consultamos a los mayores sobre cómo conservar las fuentes de agua, generalmente indican que debemos mantener y reforestar con ciertas plantas:

“En los manantes, los que conservan al manante son ch’ilca y ratarata, ahí mismo crece ocoruro, berro [1], esos son los que mantienen el ojo del manante. Otras plantas más bien lo espantan, por ejemplo la raíz del eucalipto puede hacer desaparecer al manante” (Julián Condori Coyariq, agricultor).

El testimonio plantea otro de los problemas contemporáneos en nuestro país, las reforestaciones mal llevadas. Durante mucho tiempo se ha estado forestando grandes áreas con especies maderables, desde una mirada de rentabilidad pero sin tomar en cuenta los impactos ecológicos. El eucalipto ha sido el árbol más utilizado, es un árbol que crece recto y en poco tiempo, permite obtener una madera útil y barata para la construcción, pero consume mucha agua y empobrece el suelo.

Aunque la idea más promovida actualmente es la reforestación con especies nativas, adaptadas al medio y que contribuyen a conservar el agua en el suelo, el tema de la rentabilidad hace que se siga sembrando grandes áreas con eucaliptos o pinos, sembrando a la vez futuras escaseces hídricas. El año 2019, durante la temporada sin lluvias, fuertes incendios se desataron por grandes extensiones. Esta desgracia ha motivado varias campañas de reforestación de árboles nativos en diversas zonas de la región Cusco, realizadas por organizaciones civiles, comunidades campesinas, entidades educativas. Plantando árboles, muchos jóvenes y pobladores están plantando también esperanzas.

La sabiduría tradicional y estudios contemporáneos, nos dan un listado de especies arbóreas nativas que ayudan a conservar las fuentes de agua. Pero no sólo hay árboles en este listado, sino diversas plantas, como nos indican los siguientes testimonios:

“La relación cabeceras de cuenca, donde se tenga que tener intacto, inalterado, la presencia de musgos, plantas hepáticas, helechos, plantas superiores, es valioso. Todos, absolutamente todos, porque cada centímetro cuadrado es fundamental para captar cada milímetro cúbico de agua, porque el agua se forma milímetro a milímetro cúbico, no es que viene a chorros grandes sino es un trabajo de hormiga, minucioso y milimétrico y esa función la cumple la vegetación especialmente” (Justo Mantilla Holguín, biólogo).

Recuperación de una fuente de agua en el colegio Alejandro Velasco Astete, Cusco. Foto : Canasta Solidaria Mikhuna Kachun.

En el colegio Alejandro Velasco Astete, en la ciudad de Cusco, existe una experiencia de recuperación de una fuente de agua. Su promotor nos cuenta que recuperaron un antiguo manante olvidado, como espacio de conservación pero sobre todo como espacio pedagógico:

“Hemos determinado tener un espacio aquí en el colegio … es para repensar sobre esta agua natural, cómo cuidar. Los estudiantes ya están limpiando, al principio lo llenaban de piedra, plástico, arrojaban a los sapos, pero ahora los jóvenes cuidan que los chicos no tiren las cosas. Estos chicos que están creciendo en estos espacios, cuando van a salir fuera de este colegio, pensamos que se van a sumar a la cola de los defensores de agua, esa es nuestra utopía, nuestro sueño” (Jaime Araoz, profesor intercultural).

Colectar agua

Los volúmenes de agua utilizable tienden a disminuir por efectos del calentamiento global, que está alterando el clima andino, ya de por sí bastante inestable. Esto hace urgente tener formas de colectar agua, para poder utilizarla en los tiempos de sequía. En los Andes, hay dos temporadas climáticas muy marcadas en el año: el tiempo de secas y el tiempo de lluvias. En este periodo, el agua abunda y sobra, es cuando funciona la captación. Sin embargo en los últimos años se están presentando cambios irregulares en el clima, como semanas de sequía dentro de la temporada de lluvia o lluvias inesperadas en temporadas de secas.

Una costumbre antigua son las amunas, especie de lagunas artificiales que se horadan en zonas altas, practicada aún en algunas comunidades de altura. Nos relataron dos formas de captar agua en una zona de poca lluvia cercana a la ciudad de Cusco:

“En la pampa de Maras, cuando subes a la montaña de Huaninmarca o la lagunita de Huaypo, desde el cerro de encima vez hoyos, parecen naturales pero han dicho que era para la cosecha de agua en época de lluvia, porque esa pampa no tiene mucha agua. Así hay en diferentes lugares … en la comunidad Misminay se tapa un manante y no sale por otro lugar, en el mes de setiembre se vuelve a abrir y sale harta agua, son como unos bolsones que se llenan en algún momento, nadie sabe de qué tiempo es” (Jaime Araoz, profesor intercultural).

Actualmente en comunidades campesinas, quizá reinterpretando esas amunas, realizan grandes reservorios sea de concreto, geomembrana y otros materiales más modernos para captar el agua de lluvia; sin embargo muchas veces estos materiales pueden terminar degradándose y contaminando el ambiente, o impiden la generación de un ecosistema porque el agua depositada no se filtra a la tierra.

Recuperacion de agua en las comunidades andinas. Foto : Canasta Solidaria Mikhuna Kachun.

Lo que hemos mencionado funciona para captar agua en zonas de altura y de gran extensión, pero existe otra forma de colectar agua que se podría aplicar en espacios más diversos, incluso en pequeñas viviendas. El proyecto Canasta Solidaria Mihuna Kachun propone colectar agua de lluvia, utilizando para esto el propio techo de las casas:

“En nuestra casa tenemos instaladas canaletas que encauzan el agua de lluvia a tres bidones, en una sola noche de buena lluvia se llenan y hasta rebalsan. Los bidones están cubiertos con una tela para contener la tierrita y suciedades, el agua lo usamos para regar la huerta los días que no hay lluvia, para lavar ropa y bañarnos. En época de secas tenemos un bidón para echar el agua con que lavamos alimentos, con esta agua regamos nuestras plantas; y con el agua que sale con jabón o de lavar los platos, la reusamos en el baño”.

Colectar agua de lluvia es sencillo y gratis, esto incrementaría las fuentes disponibles para determinados usos, y a la vez permitiría utilizar menos agua de las reservas naturales, contribuyendo así a su conservación. Sin embargo, por ahora no pasa de iniciativas individuales, pequeñas, pero que poco a poco pueden ir contagiando.

“Normal cae [la lluvia], pero ahora con la construcción vamos a recolectar, vamos a poner los canales, en la parte de más arriba le vamos a poner el tanque para que pueda regar esta parcela” (Jesica Nina, escuela ecológica Ecohuella).

Si bien en las zonas rurales el cielo aún está limpio, permitiendo la captación y el uso del agua de lluvia sin mucho problema, en las ciudades el panorama es diferente. Aquí, como el cielo ya está contaminado, la lluvia también arrastra un poco de esa contaminación, así que la colección de esta agua deberá ser sólo para ciertos usos.

Cómo limpiar el agua

Para poder consumir agua, necesitamos estar seguros de que la fuente que utilizamos esté limpia. Existen indicadores naturales que los campesinos pueden reconocer fácilmente:

“En los ríos ya no hay peces y particularmente no hay ranitas, no hay sapitos, es un indicador que el espacio donde están las aguas están contaminados. Otro factor es que hay plantas que en un determinado tiempo no eran nocivas, como las lentejuelas, ahí abundan, son una especie de plantas flotantes que empiezan a ennegrecer el agua más todavía” (Concepción Hanco, agricultor).

Entonces, si en el entorno de la fuente hay estos indicadores, podemos utilizarla. Pero ya sea agua de manantial, de lluvia o de otra fuente, si queremos utilizarla para consumo humano debemos limpiarla. Para esto también existen formas naturales de purificar el agua:

“Las plantas que tienen mucílago como los cactus, como el hawanqollay [2], la sábila, toda planta mucilaginosa agregada a un recipiente de agua, removiéndola y dejándola durante toda la noche, cumple la función de adherir, captar partículas y microorganismos y asentarlas a la base del recipiente, por arrastre, por sedimentación. Si yo tengo un recipiente, en una noche voy a tener el efecto de sedimentación, voy a decantar a otro recipiente limpio y el otro tengo que desecharlo.
Pero con la contaminación ambiental, seguramente el agua no solo tiene esos problemitas sino que va tener problemas de productos químicos, como azufre, dióxido de carbono, de plomo, o sea metales pesados. Ahí viene otro problema” (Justo Mantilla Holguín, biólogo).

La ciudad de Cusco usa agua de una laguna que no es muy limpia, por eso al momento de potabilizarla le echan grandes cantidades de cloro, lo que genera otros problemas de salud. Para disminuir el cloro podemos colocar el agua en un balde cubierto con una tela, dejándola allí un día y una noche el cloro se evapora, así logramos tener agua sin impurezas y a la vez libre del cloro.