Georgina Orellano: “La principal violencia que atravesamos las trabajadoras sexuales es la institucional”

, por El Salto Diario , BAEZ BOZA Aurora, HENRY Charlotte (trad.)

Georgina Orellano (Morón, Buenos Aires, 1986) tiene una presencia y una capacidad discursiva que electrifica y te hace tener la tonta idea de que se pueden construir mundos en los que la justicia social exista. Este don no viene de la nada: Orellano lleva 13 años de lucha por los derechos de las trabajadoras sexuales en Argentina. Desde 2014 es la secretaria general nacional de AMMAR (Asociación de Mujeres Meretrices de Argentina), un colectivo referente internacional en la lucha por la descriminalización y contra la persecución de las personas que se dedican al trabajo sexual.

En su libro Puta Feminista. Historias de una trabajadora sexual habla de todas las violencias institucionales que les atraviesan a ellas y a sus compañeras como trabajadoras sexualesy como activistas por sus derechos. Unas violencias acompañadas por un estigma que, como ella misma refiere, desprenderse de él es el proceso más difícil que vive no solo una trabajadora sexual, sino también sus hijos. La activista aprovecha su paso por el Estado español para crear redes con trabajadoras sexuales y aliadas, y recuerda que la lucha de las putas es “una lucha de clase y una lucha feminista”.

¿En qué situación se encuentra el trabajo sexual en Argentina?

El trabajo sexual en Argentina no está prohibido, pero tampoco está permitido. La mayoría de espacios donde se desarrolla la actividad están criminalizados por figuras Contravencionales, Código de Faltas, legislaciones municipales y ordenanzas provinciales que han prohibido los establecimientos donde se desarrollaba el trabajo sexual: los cabarets, las whiskerías, las casas de cita, etc. Se han prohibido también los avisos clasificados de oferta de servicios sexuales y el trabajo sexual callejero está restringido por normativa que penalizan lo que llaman prostitución escandalosa o prostitución peligrosa y esto genera mucha persecución policial hacia las compañeras que ejercen trabajo sexual en la calle.

Hace unas semanas fuiste detenida por la policía por apoyar a una de tus compañeras frente a la policía. ¿En qué situación se encuentra la violencia por parte de las instituciones argentinas hacia vosotras?

Siempre señalamos que la principal violencia que atravesamos quienes ejercemos el trabajo sexual es la violencia institucional, la violencia ejercida a manos de la fuerza de seguridad. Es la violencia que despliega la policía amparada en un montón de normativas que están vigentes en nuestro país. Es la policía la que se adueña del espacio público o del espacio donde las compañeras ejercen el trabajo sexual y que se potencia más esa violencia por la clandestinidad de nuestra actividad y por la criminalización.

¿Qué estrategias de resistencia se crean dentro de la clandestinidad?

La importancia de la organización, es la principal respuesta para frenar la violencia institucional, la falta de derechos, el estigma, la discriminación y muchísimas situaciones de precariedad que atravesamos las trabajadoras y los trabajadores sexuales. Lo que se gesta ahí como respuesta a toda esa cadena de violencias es la organización, la importancia de la organización sindical, la importancia de lo colectivo, de saberte que sos parte de un colectivo, que no estás sola Que tenés que tener herramientas tanto de conocimiento y saberes de sobre las legislaciones y lo que puede o no puede hacer la policía. Pero también que es importante estar en red, sostenerte con el tejido de las compañeras que siempre van a estar cuando lo necesites. Cuando atraviesas alguna situación problemática siempre tenés la posibilidad de llamar al sindicato, de que te asesoren y de que te acompañen. Es importante que no te veas ahí sola y aislada, sino que te veas dentro de una organización donde muchas de las compañeras ya han pasado por situaciones hostiles y violentas.

¿Por qué crees que el poder sigue queriendo que estéis en esta situación de clandestinidad?

Sobre nosotras creemos que hay un gran desconocimiento, me parece que lo que hacemos ahí las trabajadoras sexuales es mucha pedagogía, eso es parte central de nuestro activismo. Es hacer pedagogía para explicarle a la gente, a las funcionarias, a los partidos políticos de qué hablamos cuando hablamos de trabajo sexual. Porque me parece que estamos como en distintas sintonías, cuando algunos de ellos hablan de trabajo sexual, hablan de situaciones que están muy alejadas de la realidad nuestra y a veces se centran mucho en una discusión más teórica y filosófica y dejan por fuera realidades de vidas concretas, de personas, de sujetos políticos que atraviesan un montón de situaciones y problemáticas justamente por la ausencia del Estado. Entonces ahí es importante hacer pedagogía y compartir los conocimientos, sobre todo para dar cuenta y señalar que las cerradas no somos nosotras, que hay que acercar un poco más a la realidad, a los funcionarios y a las funcionarias. Y tenemos ahí las estrategias de invitarlos al territorio a que hablen con las compañeras, a escuchar las problemáticas que tienen nuestras compañeras. Que lejos de sentarnos a discutir si es o no trabajo, pasamos las horas hablando de las cosas que tienen que ver con no poder pagar nuestros alquileres, que tienen que ver con sufrir situaciones de discriminación en un centro de salud, que tiene que ver con tener que pagar el triple de valor del alquiler porque si no, no te alquilan, de que hay compañeras que tienen que arreglar con la policía para que la dejen trabajar de manera tranquila…

También después del desconocimiento es que hay mucha moral, incluso en los sectores que se consideran progresistas y dentro de los feminismos. Cuesta mucho poder hablar de los deseos de las mujeres, lesbianas, travestis y trans. Y siempre lo que prima ahí es la mirada de la victimización y las políticas punitivas como respuesta a eso. Entonces, ahí también se cuela dentro de esa categoría el trabajo sexual y nos ven a todos como víctimas que anulan nuestro poder de decisión y nuestra agencia, que suponen que nuestra situación de ser otra, seguramente la salida laboral hubiese sido otra y no el trabajo sexual. Nosotras siempre tratamos de hablar de la realidad, no de suponer. La realidad es que hay un montón de mujeres lesbianas, travestis y trans, intersex y personas no binarias que ejercen el trabajo sexual con distintas corporalidades, con distintas situaciones de atropello policial donde a todes nos atraviesa el estigma y la falta de derechos. La política a veces está muy alejada de la realidad y los deseos de las personas.

Entonces, crees que si los partidos políticos fueran conscientes de las realidades del trabajo sexual, ¿cambiarían sus políticas?

Yo creo que por lo menos desplegarían políticas que estén más cercanas a solucionarles los problemas a las personas y no empeorar su situación. En Argentina, por ejemplo, cuando se llevó adelante la prohibición de los avisos clasificados, nunca fuimos consultadas, las trabajadoras sexuales siempre se han sentado otras: filósofas, socióloga, feministas, históricas, ONGs para diseñar el programa de prohibición de los avisos clasificados del servicio sexual como respuesta para combatir la trata de personas. Nosotras fuimos las últimas en enterarnos, pero fuimos las primeras en recibir las demandas de las compañeras. O sea, las compañeras no fueron a la ONG, ni hablar con la filósofa o la socióloga. Vienen al sindicato a decirnos, miren, no puedo publicar más, voy a tener que salir a trabajar en la calle o voy a tener que buscar otra manera de difundir mi servicio. Entonces, una política que supuestamente es pensada de las buenas intenciones de personas que se juntan bien intencionadas para combatir la trata de personas que en la realidad concreta criminaliza y precariza el trabajo de otras compañeras de otro colectivo que no ha sido tenido en cuenta.

Ahí lo que falla es cómo se diseñan las políticas, porque las políticas que van dirigidas a un sector deberían primeramente sentar a ese sujeto político en la mesa para preguntarle por lo menos cómo desearía que sea la intervención estatal. Entonces, de lo que vemos es que el Estado tiene una mirada muy maternalista y paternalista de las personas que venimos de los sectores populares. Ellos suponen que son los tienen las mejores respuestas de cómo deberíamos resolver nosotras las dificultades que atravesamos en nuestra vida cotidiana. Pero lamentablemente, las políticas que despliegan terminan empeorando nuestra situación económica y llevándonos a mayor precariedad y mayor explotación.

Georgina Orellano en la apertura del Encuentro Feminista Ella 2018, en La Plata, Argentina. Date

¿Qué has aprendido en estos más de 10 años de activismo?

Yo creo que lo primero que nosotras hemos logrado es recuperar la palabra. Para nosotras es fundamental tener una voz e interpelar, ir y llevar esa voz, estos cuerpos, estas vivencias, estas trayectorias y los saberes y conocimientos que traemos de nuestro trabajo de la calle. Hoy en Argentina si hablan de prostitución, sí, o si las trabajadoras sexuales tienen que ser las primeras convocadas en la mesa. Pero nos costó muchísimo poder revertir esa situación de tener nosotras el micrófono y no ir como oyentes, y tener que escuchar discursos de dos horas donde no tenían representación alguna de lo que nos pasaba a nosotras en nuestra realidad.

También hemos aprendido la importancia de derribar el estigma. Creo que es uno de los procesos más largos que tienen quienes ejercemos el trabajo sexual de sacarnos el estigma de encima y de hacernos visibles. De elegir el activismo como una elección de vida, nosotras somos activistas todo el tiempo, no solamente hago activismo cuando estoy en el sindicato, esto te transforma en un 100%. La militancia a nosotras nos transformó la vida. Por más discurso hegemónico que ha estado instalado en la academia, en los feminismos y en el Estado por muchos años, hay una ruptura y porque a nosotras nos empiezan a llamar como nosotras decidimos que nos llamen y no con otras categorías que se inventan para anular nuestra identidad.

Después hemos construido herramientas que tienen que ver con cómo mejoramos nuestra calidad de vida. Las políticas que tiene el Estado son políticas punitivas y esclavizantes con tinte abolicionista y moralista. Pero también nosotras somos conscientes de que las compañeras viven el hoy. Si el Estado no genera políticas públicas, no podemos quedarnos de brazos cruzados. Hemos generado nosotras mismas nuestras propias estrategias de organización dentro del sindicato para darle una respuesta a las compañeras desalojadas, discriminadas o que tienen que denunciar la violencia institucional. Para que por lo menos que las compañeras y compañeros puedan ejercer el trabajo sexual teniendo sus condiciones mínimas seguras.

AMMAR sois un colectivo referente para la lucha de las trabajadoras sexuales a nivel internacional y en el estado español. ¿Qué crees que podéis aportar a este contexto?

La verdad es que la situación es compleja y creo que primeramente desde la experiencia nuestra, habiendo atravesado contextos donde se desplegaban un montón de normativas abolicionistas, me parece que lo primero que hay que construir es un poder popular, unidad del colectivo y del movimiento de trabajadoras y trabajadores sexuales. Generar consensos, participación de todas las voces, no solamente de las trabajadoras sexuales que trabajan en la calle, sino en las que trabajan en los pisos, las que trabajan en las redes sociales, porque hay que generar un discurso que nos represente a todes y entender que el trabajo sexual es muy amplio, hay distintas formas de ejercerlo, hay distintas trayectorias de vida, distintas experiencias en el trabajo sexual, algunas buenas, otras malas. Antes de ir a disputar al Estado español o dar la discusión con el movimiento abolicionista, hay que generar consensos hacia el interior de la organización y decidir qué batallas queremos dar, porque no vamos a poder dar todas la batallas todas.

En una lucha de tanto tiempo habrás vivido muchos altos y bajos. ¿Qué te inspira para seguir estando al frente de este movimiento?

Mis compañeras. Hay veces que uno se levanta agotada mentalmente, pero el teléfono suena y las compañeras que nos dicen que la policía está haciendo un procedimiento y bueno, nos ponemos las zapatillas y salimos. Después también el agradecimiento de las compañeras que siempre son muy solidarias con el sindicato que todo el tiempo nos están haciendo dar cuenta de que no tenemos que tirar la toalla y que tenemos que seguir adelante porque se sienten contenidas, se sienten protegidas, se sienten parte de algo. A veces se transforman en compañeras a partir de solucionar un problema, al día siguiente la tenés en el sindicato diciendo vengo acá a dar una mano como ustedes me la dieron a mí. Y eso es construir.

Una de las cuestiones que la sociedad no tiene en cuenta a la hora de abordar la situación de las trabajadoras sexuales es el estigma que sufren sus hijes. ¿Qué se puede hacer al respecto? ¿Qué hay que exigirle a las instituciones?

Yo creo que tiene que haber una Educación sexual integral con una mirada que en la que no se cuelen discursos moralistas. Nos hemos enfrentado a situaciones de discriminación y de bullying que han atravesado a les hijes de las trabajadoras sexuales. Hemos pedido y solicitado reuniones al Ministerio de Educación justamente para trasladarle esta preocupación y también nos hemos acercado a las instituciones escolares para hacerles saber que el sindicato está sabiendo de la situación que están atravesando algunes hijes de compañeras. También ahí lo importante para nosotras es la alianza con los sindicatos de docentes.

¿Qué respuesta tenéis cuando os presentáis en los centros educativos?

La respuesta mayoritariamente es decirnos que han dado intervención al Comité pedagógico o nos derivan a hablar con las psicólogas y los psicólogos del colegio. Nosotras en algunos barrios hemos celebrado el Día del Niño, por ejemplo, invitando no solamente a los hijes de las trabajadoras sexuales, sino a todos les niñes del barrio, justamente para generar comunidad que no termine siendo un gueto. Que los hijos de las putas tengan que juntarse solo con hijos de puta, si no que puedan sobre todo transitar su proceso escolar en igualdad de condiciones, y que no tengan que enfrentarse a discursos donde tengan que dar explicaciones de lo que trabaja su mamá. Nos hemos encontrado con algunas situaciones de docentes muy sensibles y sensibilizados.

¿Qué crees que aporta la lucha de las trabajadoras sexuales a la lucha de clases y a los feminismos?

Creo que nosotras al feminismo y a la lucha sindical le aportamos conciencia de clase, porque todo el tiempo estamos reconociendo primero que somos pobres. Segundo, que no elegimos libremente, pero que eso no es algo que solamente sea una realidad nuestra, sino que la compartimos con un montón de otras trabajadoras. Después, dando cuenta que cuando salimos al sistema laboral, los trabajos que nos encontramos son trabajos precarios. Esas discusiones a veces en el camino se pierden porque se piensa que un día se levantó, fue y se paró en la esquina, no, una se levantó, abrió la puerta de su casa y se encontró con que vive en un barrio pobre, con que de la calle que camina es una calle de tierra, con que tiene un color de piel que sabe que los trabajo que vas a realizar van a ser trabajos precarios, porque naciste entonces en un cuerpo feminizado, porque sos pobre, porque no vas a tener la posibilidad de ir a la universidad y porque tu propia familia sí o sí te piden que trabajes de lo que sea para poder ayudar a mantener el sostén del hogar. Y esas son las discusiones que le aportamos al sindicalismo.

Las trabajadoras sexuales vivís cotidianamente atravesadas por distintas violencias institucionales. Por eso me interesa mucho preguntarte, para poner en el centro que los colectivos vulnerabilizados y perseguidos se merecen también suavidad y afecto. ¿Qué cosas te generan ternura?

Me produce ternura, por ejemplo, ayer, cuando presenté el libro en Madrid, vino una chica estudiante y me regaló unos aritos hechos por ella porque trabaja en una feria haciendo bisutería y eso me produjo ternura. Una trabajadora reconociendo el activismo de otra trabajadora y donde ambas tenemos una identificación que es la identificación de clase. Esa es laburante como yo, esa no tiene derechos laborales tampoco, Ella también atraviesa situaciones de precariedad, como la atravesamos las trabajadoras sexuales. Ese gesto que me produjo ternura.

Leer el artículo original en El Salto Diario