Cuchara de madera en mano, la indígena mexicana Hortencia Rómulo mueve enérgicamente el líquido ambarino que se cuece en una enorme olla de acero.
"Tiene que hervir mucho, para que se consuma el agua y quede el jarabe", explicó a Tierramérica la otomí Rómulo, de 45 años edad, sobre la conversión del aguamiel o néctar del maguey (Agave atrovirens) en jarabe, similar a la miel.
Rómulo es una de las fundadoras de la cooperativa Milpa de Maguey Tierno de la Mujer, integrada por 22 mujeres y un hombre que cosechan esta cactácea en la comunidad de San Andrés Daboxtha sobre una extensión de 73 hectáreas en esta localidad, ubicada unos 120 kilómetros al nordeste de la capital de México.
El cultivo del maguey y la obtención de sus derivados se han convertido en la principal fuente de ingresos de los indígenas otomíes en el central estado de Hidalgo, que los complementan con la cosecha de maíz, la crianza de ovinos y proyectos de turismo ecológico.
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