Ciudad Juárez se ha convertido en el escaparate más obsceno y burdo de la violencia. Estamos viviendo una de las mayores crisis de su historia. Hace pocos años todavía era una ciudad alegre, llena de música, de bares nocturnos, de casinos y de turistas americanos. La ciudad del placer y de la diversión, de intensos flujos migratorios, del pleno empleo, una ciudad pluricultural, bipartidista y si, también violenta.
Hoy es una ciudad triste, atemorizada, enrejada por dentro y por fuera, con profundos vacios, desesperanzada, postrada por el crimen organizado y por la incapacidad de las autoridades para ofrecerle seguridad humana y ciudadana.