¡Feminismos! Eslabones fuertes del cambio social

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Una mirada masculina sobre el feminismo

, por HAZARD Damien

Una organización feminista negra me hizo comprender que cada uno-a de nosotros-as habla desde el lugar que ocupa. El lugar desde el que yo hablo es el de un hombre, hijo de feminista, economista de formación, franco-brasileño, blanco, habitante en Brasil de una ciudad mayoritariamente negra, profesional y militante comprometido con la construcción de una sociedad inclusiva y democrática, con un interés particular en los derechos humanos y las identidades, y en particular la discapacidad, así como en las diferencias étnico-raciales, generacionales, y de género.

Soy uno de los coordinadores de la organización brasileña Vida Brasil, con sede en Salvador de Bahía. Es una asociación de promoción de los derechos humanos, creada hace 20 años, que interviene en el ámbito de la accesibilidad y de los derechos de las personas con discapacidad, de la educación inclusiva y de la economía social y solidaria. Vida Brasil trabaja directamente sobre la autonomización de las personas (en situación de discapacidad, mujeres, niños, adolescentes y jóvenes, población negra) y sobre todo de grupos, de cooperativas y de asociaciones de la sociedad civil, a través de formaciones y de la promoción de su participación social, económica y política. También participamos de las redes bahianas y brasileñas de organizaciones y de movimientos sociales. Asimismo ejercemos desde hace varios años puestos de coordinación, tanto en la Abong (Asociación brasileña de Organizaciones No Gubernamentales), como en colectivos bahianos y nacionales vinculados al proceso del Foro Social Mundial.

Las relaciones de Vida Brasil con los movimientos y las ideas feministas han sido siempre ricas y diversas. Estas últimas inspiraron incesantemente nuestras ideas, nuestros análisis y principios de intervención, llegando incluso a tener influencia en el ámbito de mis relaciones personales, militantes y profesionales, de mi identidad y de mi comportamiento.

Una experiencia marcó la vida de nuestra organización:la vinculación de Vida Brasil con dos movimientos negros. Uno de ellos feminista, nos condujo a la puesta en marcha de una pedagogía de la equidad, que permitió formar 5000 jóvenes entre 2007 y 2010 sobre cuestiones de ciudadanía y de valorización de las diferencias étnico-raciales, de género, de discapacidad, y de orientación afectiva y sexual, dentro del marco de un programa sobre el primer empleo. Esta experiencia marcó profundamente a los-as jóvenes, las educadoras y los educadores, y a las organizaciones. Partiendo de un discurso basado en las diferencias, hemos pasado a una pedagogía de la valorización de la diversidad humana. Descubrimos y profundizamos las cuestiones de discriminación acumulativa y de interseccionalidades de las relaciones sociales.

El pensamiento feminista también nos ha enriquecido como militantes de la economía social y solidaria; y, de manera general, de otra economía, no capitalista. Nos ha permitido introducir la perspectiva de género dentro de la economía, integrando el reconocimiento del trabajo de los cuidados, y de las tareas domésticas dentro de la reproducción de las fuerzas familiares.

En el ámbito de la discapacidad, hemos apoyado la voz y la autonomía de las personas con discapacidad y de sus organizaciones representativas. Esto culminó en 2006 con la adopción de la Convención Internacional relativa a los derechos de las personas con discapacidad. Fue el advenimiento del lema "¡Nada sobre nosotros sin nosotros!" que hemos defendido y practicado a nivel local. El pensamiento feminista nos propone nuevos desafíos revindicando el derecho de las mujeres y principalmente de las madres que se ocupan de hijos con graves discapacidades, para poder también hablar en su nombre, de sus necesidades y de sus derechos.

El feminismo me interpela sin cesar, por su propia diversidad de movimientos y de causas: comunidad LGTB, mujeres negras, trabajadoras domésticas, mujeres con discapacidad, trabajadoras sexuales. Como hombre, me obliga —y nos obliga— a repensar nuestra propia construcción identitaria en el seno de nuestras sociedades sexistas y patriarcales. Parafraseando a Simone de Beauvoir: "No se nace hombre, uno llega a serlo".