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Túnez: el rol de las mujeres en la construcción democrática

, por CHAALALA Inès, HAMMAMI BEKRI Thouraya

Se suele decir de Túnez que es una excepción en el mundo árabe musulmán por el estatuto privilegiado que tienen las tunecinas. El país también es considerado una excepción ya que desde que empezaron las Revoluciones árabes en 2011, es el único que ha mantenido el rumbo de la transición democrática, lejos de las guerras civiles o de los golpes de Estado militares. ¿Existe una relación entre estas dos excepciones? ¿El estatuto de las mujeres tunecinas y el rol que tuvieron durante la revolución y la transición democrática forman parte de los factores de éxito de esta transición? ¿Qué excepción tunecina ha alimentado y servido más a la otra ? ¿Existe una especificidad de las luchas de las mujeres tunecinas?

Sit-in cerca del museo Bardo, Túnez, 6 de diciembre 2011. Foto : Dominique Touel/ Flickr (cc by-nc-nd)

Las luchas de las mujeres antes de la Revolución

La historia de Túnez fue marcada por muchas figuras femeninas arraigadas en la memoria colectiva por su rol político importante, como Elyssa o Didon, fundadora de Cártago (siglo IX a. C.), Kahena, figura emblemática de la resistencia berebere contra la expansión árabe en África del norte (siglo VII), o también Aziza Othmana, princesa erudita y benefactora de los pobres e indigentes (siglo XVII).

Luego, es en el marco de los movimientos de lucha para la independencia y la emancipación en muchos países musulmanes de principios del siglo XX que muchos líderes de estos países han abrazado la causa de las mujeres, en una lógica de liberación total de los pueblos colonizados. El caso de Túnez se inscribe entonces en este movimiento emancipador de mujeres y hombres.

A partir de 1930, Tahar Haddad, pensador, hombre político y sindicalista tunecino, fue uno de los primeros en cuestionar el estatuto personal de la mujer al defender la igualdad total incluso tratándose de la herencia. Se formaron asociaciones femeninas durante el periodo colonial, como la Unión Musulmana de las Mujeres de Túnez y la Unión de las Mujeres de Túnez [1], permitiendo a las mujeres participar en el debate sobre la independencia. Las tunecinas, tanto en estas asociaciones como en las diferentes redes de resistencia, participaron en la lucha anticolonial. Sin embargo, la cuestión del estatuto de las mujeres en la sociedad no fue zanjada, por miedo a crear una división en el movimiento nacional para la independencia.

A partir de la independencia, en 1956, Habib Bourguiba, el primer presidente tunecino, integró la cuestión de la emancipación de la mujer como base fundamental de la edificación de un Estado moderno. Se dio a las tunecinas el derecho de voto, la escolarización de las jóvenes se hizo obligatoria y gratuita; y un nuevo código de la familia, el Código del estatuto personal (CSP para sus siglas en francés), que abolía la poligamia y el repudio, fue adoptado el 13 de agosto de 1956, día que se convertirá en la "Fiesta de la Mujer" en Túnez. Así, Túnez se convirtió en uno de los países arabo-musulmán más avanzado respecto a los derechos de la mujer. Apoyadas por personalidades masculinas, muchas tunecinas han podido integrar diversos campos profesionales, aunque sin mejorar su presencia pública.

Sin embargo, las tunecinas, quienes representan el 50,5 % de la población, constituyen el 63,6 % de los-as premiados-as con el bachillerato, 68 % de los(as) que obtienen un diploma superior, 49 % de los-as ejecutivos-as superiores y técnicos, 39 % en la función pública. Son ampliamente representadas en algunos oficios como la magistratura (32%), la abogacía (31%), la medicina (42%), la farmacia (27%), la enseñanza universitaria (40%). Pero son sólo el 6 % en ocupar puestos de decisiones y se benefician sólo del 17 % de los nuevos empleos creados. La tasa de desempleo de las mujeres es del 21,9 % comparado con el 12,8 % de los hombres y una media nacional de 15,7 %. Esta cifra se agrava más para las mujeres con diploma de la enseñanza superior, el 43 % se quedan sin empleo (contra 23% para los hombres y una media nacional de 33,5%). A esto se añaden importantes disparidades regionales, por ejemplo, tasas de actividad femenina en las regiones semiáridas del país (Kasserine, Kebili y Gafsa) inferiores al 25 %, cuando es superior al 40 % en la mayoría de las regiones litorales; o tasas de escolarización en el nivel primario que varían de 80,7 % en entorno urbano hasta 59,3 % en entorno rural.

A partir de mediados de los años 60, Túnez fue marcado por un feminismo de Estado, con la recuperación política por Burguiba y Ben Ali [2]. En este contexto, muchas mujeres se han involucrado de manera más global en la lucha contra el régimen y sus orientaciones políticas y económicas, en los sindicatos [3], en los pocos partidos de oposición, en los movimientos estudiantiles y las organizaciones de defensa de las libertades y los derechos humanos [4] que denunciaban el fraude en las elecciones y los ataques a las libertades. Las más feministas de ellas crearon en 1989, la Asociación Tunecina de las Mujeres Demócratas (ATFD, por sus siglas en francés) y la Asociación de las Mujeres Tunecinas para la Investigación sobre el Desarrollo (AFTURD), con el objetivo de contrarrestar el discurso feminista oficial y de librar la batalla contra el patriarcado dominante, sin dejar de lado el combate para las libertades políticas y contra la dictadura. A menudo perseguidas por el poder que limita el alcance de su acción e intenta infiltrarlas, estas asociaciones, compuestas por intelectuales comprometidos que actúan con las asociaciones y las organizaciones militantes históricas, están presentes sobre todo en la capital.

Las luchas de las mujeres durante la Revolución

Recientemente, las tunecinas han desempeñado un papel central frente a la dictadura de Ben Ali. Mucho antes de las revueltas populares de diciembre 2011, han participado en los movimientos sociales que anunciaban la Revolución: organización de huelgas y ocupaciones de fábricas (obreras del textil en el Sahel en 2005 [5]), movilización en el movimiento del complejo minero de Gafs-Redeyef en 2008, región duramente golpeada por el paro y la pobreza, donde la población local se rebeló para denunciar la corrupción, el clientelismo y el nepotismo en las contrataciones. Con una prensa bajo control, estas protestas que han sido violentamente reprimidas por el régimen, no han sabido expandirse, a pesar del seguimiento de unos pocos cyberactivistas, entre los que hay mujeres.

A partir de los eventos de Sidi Bouzid y el acto detonante de Mohamed Bouazizi, cuyo suicidio por inmolación desencadenó la Revolución, algunas mujeres se involucraron en los movimientos de protesta, iniciados por los jóvenes desempleados, y participaron en las manifestaciones, difundieron en las redes sociales las imágenes de los disturbios y de las agresiones, organizaron marchas y concentraciones de solidaridad. Poco a poco, una revuelta para denunciar la corrupción y el nepotismo se propagó desde las ciudades del interior marginadas, como Sidi Bouzid, Meknassi, Thala, Kasserine, Kef (cuidades obreras y agrícolas), hacia las grandes ciudades com Sfax y Túnez y hacia las periferias de Túnez como el barrio Ettadhamen. El conjunto de las clases sociales y de los ciudadanos, sin importar el nivel de instrucción, se sumaron a la revuelta, horrorizados por la violencia de la represión policial y cansados de un régimen dictatorial y corrupto. Los eslóganes de las manifestaciones eran los mismos: "Trabajo, libertad, dignidad nacional" y "Merecemos trabajo, banda de ladrones", a los cuales se añadieron "¡Fuera!" y "¡Abajo el régimen!" el 14 de enero 2011. Las mujeres pagaron, como los demás, el precio de su movilización: el informe de la Comisión Nacional de Investigación sobre los abusos y violaciones de los derechos en este periodo consta de 11 muertos entre los manifestantes, 25 casos por heridas de bala y 100 casos de diferentes agresiones y detenciones [6].

Luego de la partida de Ben Ali, las tunecinas han participado ampliamente en las movilizaciones políticas, como en las concentraciones en la Kasbah de Túnez después del 14 de enero, que reclamaban una asamblea nacional constituyente y reivindicaban la dimisión del antiguo primer ministro de Ben Ali, o como en las huelgas generales regionales periódicas organizadas por la UGTT. Muy rápidamente, las corrientes islamistas y conservadoras impusieron la cuestión identitaria y el lugar de la religión en el debate público, y de las mujeres, pero también algunos hombres progresistas organizaron muchas manifestaciones para reclamar la laicidad, la igualdad total entre los sexos y el cese de las discriminaciones todavía persistentes como las reservas en la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra las mujeres.

A partir de este momento, unas militantes particularmente instruidas y comprometidas han exigido que las tunecinas puedan por fin acceder a la esfera de las decisiones y puedan participar en la toma de decisiones del periodo de transición. Así, se han involucrado en la Alta Instancia para la realización de los objetivos de la revolución, de la reforma política y de la transición democrática, comisión consensual que se beneficia de la legitimidad revolucionaria y legal para garantizar la reforma del estado y de los procesos electorales de la asamblea constituyente, y que reagrupa los partidos políticos, las organizaciones sindicales, las asociaciones militantes y los representantes de las regiones. Así, 36 mujeres ocupan un escaño, sobre un total de 155 miembros, o sea el 23,2 %. Además son la mitad de los miembros de la Comisión nacional de investigación sobre los abusos y violaciones de derechos durante la revolución (10 miembros sobre 20). Las tres comisiones de la transición están presididas por un hombre y llevan su nombre.

La dinámica post 14 de enero 2011 ha influenciado en profundidad el entorno asociativo tunecino, haciéndole más activo, más diversificado y más representativo. Hasta 2011, las asociaciones eran reglamentadas y vigiladas, sino prohibidas por el poder vigente. Importantes asociaciones y organizaciones son ahora dirigidas por mujeres mediáticas y visibles, como la Asociación Tunecina de los Magistrados, el Sindicato tunecino de los Magistrados, el Sindicato Nacional de los Periodistas Tunecinos, la Organización contra la Tortura, el Consejo Nacional para las Libertades, y tienen influencia en los debates más importantes de la sociedad.. La sociedad civil tunecina moviliza ahora no solo élites de universitarios y políticos y activistas de los derechos humanos, sino más ampliamente ciudadanos-as de todas las regiones y clases sociales, para una ciudadanía activa, el reforzamiento de la participación política, y el acceso a los derechos económicos, sociales, culturales y medioambientales. Nacieron también asociaciones de mujeres desde el entorno islamista que promueven la participación política y ciudadana de las mujeres, pero al mismo tiempo reivindican un estatuto de la mujer conservador, con el derecho de llevar el velo y el velo islamista (prohibidos bajo Ben Ali) y con un enfoque más centrado en la familia.

Gracias a la presencia de mujeres en la Alta Instancia para la realización de los objetivos de la revolución, la reforma política y la transición democrática; gracias a la fuerte movilización y al importante aporte de las asociaciones de defensa de los derechos de la mujer -por ejemplo Igualdad y Paridad)-, la ley electoral, votada en 2011 para organizar las elecciones de la Asamblea nacional constituyente, impone la paridad y la alternancia de los candidatos-as en las listas electorales. Apoyada al mismo tiempo por progresistas e islamistas, esta disposición fue votada por los dos tercios de los miembros de la comisión. La paridad se convirtió en uno de los puntos fundamentales del nuevo contrato político y social de la transición democrática en Túnez y un importante factor de renovación de la clase política.

Para las elecciones de octubre de 2011, 5 502 tunecinas se presentaron como candidatas, el 47 % del número total de candidatos/as, con solamente el 7 % de las listas electorales presididas por mujeres y 4 gobernaciones (sobre 24) sin ninguna mujer en cabeza de lista. En 2014, esta cifra pasó a 12 %, con dos gobernaciones donde solo una mujer era cabeza de lista. Esto demuestra que a pesar de la paridad votada en la nueva ley electoral, la representatividad de las mujeres en la vida política se ha quedado muy por debajo de las expectativas. Las mujeres electas sólo fueron el 27 %, en 2011, en la Asamblea nacional constituyente; y el 31 % de los parlamentarios, en 2014, en la Asamblea de los representantes del pueblo. Las mujeres han sido poco representas durante todo el periodo de transición y en los diferentes gobiernos que se han sucedido.

Las luchas de las mujeres durante el proceso constitucional

Al entrar a las asociaciones, las tunecinas adquieren un rol de contrapoder frente a la clase política, donde son minoría, en particular durante la fase de redacción de la Constitución. Ellas luchan por reivindicaciones fuertemente movilizadoras entre la preservación de los derechos de la mujer ya existentes y la conquista de nuevos derechos, frente a la dominación del partido islamista que ganó el 41 % de los escaños de la Asamblea Constituyente. La fase constitucional fue así marcada por la importancia de la cuestión de los derechos de la mujer que acabó en el centro del debate sobre el carácter civil del Estado, la universalidad de los derechos y la Constitución de una democracia moderna.

El día de su fiesta nacional, el 13 de agosto de 2012, las tunecinas se movilizaron en importantes manifestaciones para rechazar la propuesta del partido islamista de inscribir en el proyecto de Constitución la "complementariedad" de las mujeres con los hombres -cuando sus reivindicaciones hablaban de igualdad- al señalar las sutilezas constitucionales de la igualdad "ante la ley" o "en la ley". Un gran número de elegidos islamistas afirmaron su apego a la paridad y al código del estatuto personal, pero intentaron inyectar una dosis de conservadurismo religioso y una visión basada en la familia en los artículos relativos a los derechos de la mujer. La batalla de la igualdad se ganó gracias a la movilización de la calle, gracias a diversas plataformas y coaliciones que sumaban las asociaciones y las actividades feministas y progresistas y los/as constituyentes progresistas en la Asamblea, y por haber conseguido federar a ciudadanos/as de todas las clases sociales y de todas las regiones, para la defensa del modelo social tunecino y las conquistas de la mujer.

Esta movilización se incrementó y polarizó durante el verano de 2013, después de un segundo atentado político que tenía como objetivo el político Mohamed Brahmi. Una importante participación de mujeres que querían poner fin a al mayoría electoral de los islamistas se enfrentó a una movilización similar de mujeres simpatizantes de los islamistas y defensoras de la legitimidad electoral. Lo peor se evitó gracias a una política del consenso. Los dos campos acabaron encontrándose en el marco de un diálogo nacional en el que se levantaron las divergencias que persistían alrededor de algunos puntos de la Constitución, entre los cuales estaban los relativos a la preservación de las conquistas y a la mejora de los derechos de la mujer. Así, el preámbulo de la Constitución, votada en enero de 2014, establece que "el Estado garantiza la igualdad de derechos y de obligaciones entre los ciudadanos y las ciudadanas, y la igualdad entre las regiones...". La nueva Constitución garantiza también la representatividad de las mujeres en las asambleas electas, el derecho al trabajo y a un sueldo justo, a la protección y la mejora de las conquistas de las mujeres, la igualdad de oportunidades y la lucha contra la violencia hacia las mujeres [7].

Las luchas de las mujeres por un nuevo modelo económico y social

Si las tunecinas han conseguido influir en la transformación de su sociedad y en la construcción de un modelo más democrático que consagra la igualdad de género, el desafío ahora es apropiarse de las luchas para la igualdad de oportunidades para todos/as los/as ciudadanos/as del país, por la justicia social y por la defensa de los derechos de los más vulnerables. Mucho tiempo enfocadas en las luchas por las libertades individuales y colectivas, hoy garantizadas por la Constitución, algunas tunecinas empiezan a revertir colectivamente el campo de los derechos económicos y sociales para reducir las desigualdades y las disparidades regionales, a luchar contra la precariedad profesional, a exigir condiciones de trabajo decentes y la igualdad salarial, y promover la autonomía económica de las mujeres a través el emprendimiento femenino y la economía social y solidaria.

Por otra parte, desde 2014, una importante coalición de asociaciones feministas se moviliza en el marco de una estrategia de promoción de una ley muy ambiciosa contra la violencia hacia las mujeres, un fenómeno muy difundido en la sociedad tunecina.

Las asociaciones feministas históricas reactivan también el debate sobre la igualdad relativa a la herencia, camino a la igualdad total de las mujeres y piedra angular del acceso de las mujeres a los recursos. Muchas asociaciones femeninas militan también para la integración de una perspectiva de género en los presupuestos, la planificación y las políticas públicas, y para la mejora de las condiciones de trabajo y la igualdad salarial de las mujeres rurales.

Muchas militantes siguen movilizándose para apoyar el cambio del modelo económico tunecino que ha mostrado sus límites y que es productor de desigualdades, en beneficio de un modelo más inclusivo y justo. Las tunecinas siguen dedicándose a la construcción de un nuevo modelo de gobernanza basado en la democracia participativa, y se preparan para participar activamente en las primeras elecciones locales desde la Revolución, con una nueva ley electoral en la que la paridad es al mismo tiempo vertical y horizontal.

Los límites del compromiso de las mujeres en la construcción democrática

La fuerte movilización de las mujeres y la bipolarización de 2014 han conducido a la elección de fuerzas liberales a nivel económico8. Estas defienden el mismo modelo económico que condujo a la Revolución y no buscan la ruptura con las prácticas clientelistas ni contrarrestar su apropiación del aparato del Estado. Hay muchas progresistas que se sienten defraudadas, y además son muchas las que exigen una verdadera ruptura con el antiguo régimen. Ellas se han disociado rápidamente de este nuevo poder que no muestra suficientes señales de ruptura.

Y a pesar de esta tradición de movilización política y cívica, las militantes tunecinas siguen enfrentándose a muchos obstáculos. La movilización sigue siendo algo principalmente urbano y elitista. La pobreza, las discriminaciones sexuales y la marginación acentúan las fracturas. La violencia en el espacio público contra las mujeres y los acosos sexuales aún persisten.

Finalmente, la democratización de las luchas y la movilización de las mujeres en los movimientos sociales, en paralelo a la transición democrática que ocurre en el país, crean más puentes que divisiones. Es a través de estos puentes entre las luchas de los entornos urbanos y rurales, entre diferentes realidades económicas y sociales, entre diferentes regiones, y entre las generaciones de activistas, que las tunecinas podrán alcanzar la construcción de una democracia realmente social.

Notes

[1La Unión Musulmana de las Mujeres de Túnez (1936-1956), fundada por B’chira Ben Mrad (militante para la independencia de tendencia zeituniana) y la Unión de las Mujeres de Túnez, organización ligada al Partido Comunista Tunecino (1944-1963).

[2H. Bourguiba y Z. Ben Ali han sido respectivamente presidente de la república entre 1957 y 1987 y entre 1987 y 2011.

[3Unión General de los Trabajadores Tunecinos – UGTT.

[4Liga tunecina de los derechos humanos -LTDH-, Consejo Nacional de los Derechos y Libertades -CNLT-, Organización contra la Tortura, etc.

[5Protestaban contra el desmantelamiento de los Acuerdos Multifibras

[6AFTURD, Femmes et politique en Tunisie: réalisations et obstacles. Étude sur la participation politique des femmes en Tunisie, 2014

[7En la Constitución tunecina los artículos relativos a los derechos de la mujer principalmente son el 34, 40 y 46.