En este período marcado por las crisis, entre 2007 y 2008 se extendió en el mundo la crisis alimentaria. No por falta de alimentos (para entonces se registró un record de producción de éstos), sino por la vigencia de un sistema internacional agroalimentario que tiene como matriz el agronegocio. Al punto que con esta crisis el puñado de transnacionales que dominan tal sistema alcanzaron ganancias excepcionales.
Ante las revueltas sociales que se registraron en diversos países, los organismos internacionales concernidos se vieron obligados a renovar su libreto, como es el reconocimiento de la importancia de la agricultura campesina, pero en el fondo no cambiaron su enfoque tecno-productivista orientado a ampliar la producción, entre otras con la introducción de biotecnologías. Esto es, se pretende atacar el problema del hambre como si fuera una cuestión técnica, siendo que fundamentalmente es un problema político y social de distribución, por la existencia de un amplio sector de la población que no está en condiciones de acceder a los alimentos.
Las experiencias concretas demuestran que la agricultura campesina no es menos productiva que el agronegocio, sino que además la supera en razón de las funciones sociales, culturales y ecológicas que cumple, al igual que por su importancia en la lucha contra el hambre. A partir de esta realidad han venido configurándose expresiones organizativas empeñadas en articular una propuesta alternativa basada, entre otras, en el derecho a la alimentación y la soberanía alimentaria.
Una de esas expresiones es la Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo (CLOC/Vía Campesina) que debatirá estas problemáticas del 8 al 16 de octubre, en Quito, Ecuador, con ocasión de su V Congreso. A tal debate quiere contribuir esta entrega.
– Descargar la revista en formato PDF : Nuevas tendencias en el agro (40 p.)