El Chaco Americano: Actores de la construcción de un territorio compartido

La región del Chaco Americano

, por Fundación Plurales , AVELLANEDA Nicolás, KREMER Liliana

Febrero 2015

¿De qué hablamos cuando hablamos de territorio y región [1]?

Entendemos por territorio a un espacio multidimensional que sostiene y en el que se y entrama la creación y recreación de prácticas ecológicas, económicas, culturales y políticas de las comunidades, de las personas tanto en el plano personal como colectivo.

Vista del monte y pastizal, Chaco argentino. Créditos : Christian Ostrosky.

Como conector, el término es un articulador entre patrones de po­blamiento, usos del espacio, de los recursos y de prácticas simbólicas (Fernandes, 2009 y Escobar, 2010:114). Como constructo social, es una valoración, un proceso y un producto. Es un espacio marcado por la historia y la cultura, que se construye a través de prácticas, estrategias, percepciones y según las percepciones de quienes lo constituyen; necesita la densidad del tiempo, repeticiones silenciosas, mutaciones lentas, el trabajo del imaginario social y de normas para existir como territorio. Su relación más directa es lo local considerado medio de subsistencia, zona de refugio y sujeto de reordenamiento territorial y planificación urbana (Faret, 2001).

A partir de estas conceptualizaciones de territorio es posible explorar sus dinámicas sociales al considerar un entramado que establece diferentes vínculos e interacciones con otros espacios y escalas.

Distintas escalas para pensar lo local y la región: Los territorios próximos (Hoerner, 1996: 32), son aquellos que en cierto modo prolongan el de la casa: son el pueblo, el barrio, el municipio, la ciudad. Se trata de un nivel local, frecuentemente objeto de apegos cuya función sería la organización “de una vida social de base: la seguridad, la educación, el mantenimiento de caminos y rutas, la solidaridad vecinal, las celebraciones y los entretenimientos” (Di Meo, 1998:101). Posteriormente, se ubican los territorios intermediarios entre lo local y el vasto mundo (Moles y Rohmer, 1998:100 ss.) con lo que podemos nombrar a las regiones. Haesbaert (2010) desde una perspectiva relacional y constructivista, define que la región es considerada como una construcción material y simbólica, indisoluble de las relaciones sociales y de la relación de las sociedades con la naturaleza. Esta consideración de la región como producto–productora de relaciones económicas, sociales, culturales y políticas, demuestra la existencia de compromisos tanto al formular o adoptar un determinado concepto de región, como cuando se seleccionan los instrumentos para actuar sobre los territorios; ya que lo que se dice sobre la región tiene sus efectos en las prácticas territoriales, y a la inversa, las prácticas sociales sobre el territorio irán modelando o construyendo modos de ver, nombrar y hacer.

Es, desde estas referencias que trataremos de describir la eco-región del Chaco.

El Gran Chaco Americano

Aproximarse a la región del Chaco Sudamericano implica adentrarse en un territorio complejo, multidimensional y plurifacético. Es una ecoregión de gran diversidad ecológica y cultural que enfrentó y afronta, devastaciones y desafíos.
El Chaco (en quechua, chaku: «territorio de cacería») es una región geográfica y un área cultural que se divide, de norte a sur, en tres regiones: Chaco Boreal -al norte del río Pilcomayo-, el Chaco Central- entre ese río y el Bermejo-, y al sur de este último el Chaco Austral.

Ubicación de la Región Chaqueña en el contexto latinoamericano

Gran Chaco. The World Factbook de la CIA.

Su extensión territorial

La región abarca tres departamentos en Bolivia y tres en Paraguay, trece provincias en Argentina y un estado en Brasil. Ninguna de las capitales de los cuatro países -La Paz, Buenos Aires, Asunción y Brasilia- se encuentran en esta región.
Se clasifica en tres zonas, (a) el Chaco Sub húmedo con precipitaciones que van de 1.200 a 700 mm, (b) el Chaco Semiárido con 700 a 500 mm y (c) Árido con 500 a 300 mm; este régimen pluvial es un factor que permite definir bio-geográficamente la región, siendo determinante para las actividades productivas y la definición de estrategias de ocupación territorial por parte de las poblaciones locales.

El Chaco Americano ocupa diferentes extensiones en cada uno de los países:

País Extensión aproximada (km2) % del total % nacional
Argentina 675.000 59 24
Paraguay 257.000 23 60
Bolivia 153.500 13 12
Brasil 56.000 5 0,66

Cuestiones en debate de la región, líneas de conflicto

En este punto, hacemos referencia a aquellos escenarios y líneas de conflictos - tierras en manos de pocos; degradación ambiental; ampliación de la frontera de la soja, acceso, control y manejo del agua y migraciones internas, la invisibilidad y subalternidad de numerosos grupos étnicos, el creciente uso del territorio para el narcotráfico y la trata de personas- que se inscriben a nivel local y regional pero que pueden tener posibles causas estructurales a nivel nacional; sus actores y elementos potenciadores.

La conflictividad en la región del Chaco es producto de diferentes visiones enfrentadas por la propiedad de la tierra, el usufructo de los recursos naturales y los beneficios relacionados a la actividad hidrocarburífera. Estos problemas relacionados con patrones tradicionales de explotación y acaparamiento de los recursos naturales, la explotación de hidrocarburos y sus efectos nocivos en el medio-ambiente, el avance de la frontera agrícola, patrones de acaparamiento de la tierra en desmedro de las comunidades, ganadería extensiva causante en gran medida de la deforestación de la zona, una explotación forestal comercial extractivista y depredadora.

Nos detenemos en ciertos conflictos que sobresalen:

1) En el Chaco existen grandes extensiones de tierras en manos de pocos

Pueblos indígenas demandan el saneamiento de sus TCO para tener el derecho propietario sobre el suelo que habitan. Este proceso de saneamiento de tierras es fuente de tensión y de intervención del gobierno generando situaciones violentas, un modo de “medir fuerzas” entre el gobierno nacional y los terratenientes.
Además del aspecto económico, la tenencia de la tierra se relaciona con el control político territorial. La CPE ofrece un marco para la creación de autonomías en diferentes instancias administrativas, ya sea municipal, indí­gena, regional y departamental, lo que implica alterar las estructuras de poder, así como la distribución y gestión de recursos.

Los pueblos indígenas, como actores colectivos, reivindican el acceso a la tierra como una herramienta política de dominio de su territorialidad, esto se aborda con la designación de los TIOC como base de las autonomías indígenas, en las actuales TCO. Los reclamos de las organizaciones campesinas son los mimos en términos de autonomías (Kremer).

Cuando analizamos el escenario de disputas por el uso del suelo y los recurso naturales en el Gran Chaco advertimos que el locus de los conflictos está en la definición de lo que los actores entienden por territorio, de cuáles son los elementos simbólicos, imaginarios, normativos, institucionales que entran en relación para dar cuenta de las diversas territorialidades (individuales y colectivas). Producto de la diversidad que alberga, las territorialidades y sus tensiones no poseen las mismas características en toda la superficie del Gran Chaco Americano, sino que responden a situaciones y procesos anclados a lo local y a los intereses económicos, políticos, culturales, etc., de los diferentes actores. (Vernier)

2) La degradación ambiental por la política extractiva de las fuentes hidrocarburíferas

Esta es otra fuente de conflicto, pese a que la nueva legislación introduce el derecho a la consulta de la población afectada y la obligación a las empresas petroleras para pagar compensaciones por daños socio-ambientales. Los conflictos surgen por la falta de criterios para la compensación financiera y por el seguimiento inadecuado a la mitigación de los impactos socio-ambientales. El patrón dominante es el extractivo que si bien es apreciado localmente por su contribución en términos fiscales, es intensivo en capital y tiene un fuerte impacto negativo sobre el medio ambiente (PNUD 2003).

En Bolivia, la región cuenta con importantes recursos gasíferos y petroleros que generan ingresos significativos a través de impuestos y regalías. La renta petrolera es objeto de conflicto entre el gobierno nacional, gobernaciones o ex prefecturas de los departamentos y los gobiernos municipales de la zona donde existe explotación hidrocarburífera. Un fuerte aumento de los recursos económicos benefició a la región, al tiempo que fortaleció una cultura política clientelar y fortaleció un discurso de autonomía regional.

El gobierno central de Bolivia, para contrarrestar el poder departamental, promueve la construc­ción de la autonomía regional, como un modo de crear una institucionalidad favorable. En esto, subyace la pugna por el control de los recursos provenientes de la explotación hidrocarburífera, fuente del poder eco­nómico que controlan los gobiernos departamentales.

3) El acceso, control y manejo del agua

El acceso al agua enfrenta a municipios entre sí, produce enfrentamientos entre poblaciones urbanas y rurales, entre los propios actores rurales, dado la escasez del recurso y las diferentes percepciones que existen sobre los derechos de su uso y control. La población campesina migrante establecida en las áreas rurales, tiene una forma diferente de usar la tierra y el agua para riego, lo que genera miradas encontradas entre la población indígena y campesina.

4) Migraciones intra regionales e internacionales de origen Aymara y Quechua

Es significativo señalar como caso, una gran población de origen aymara y quechua que migro a la región del Chaco Boliviano y también argentino, atraído por el sector terciario de la economía, conformando nuevas élites con poder económico que reconfiguran el espacio social y económico. Su inserción y las actividades comerciales generan estructuras corporativas, creando fracturas ellos y los nativos.
Todas estas tensiones configuran un territorio inmerso en disputas de intereses, donde el principal actor pareciera estar ausente.

Mapa de los grupos linguísticos indígenas del Chaco paraguayo.

El Gran Chaco, una región sin gobernanza

Pensar las narrativas de la sustentabilidad y sus espacios de mediación y circulación desde el contexto histórico y de las condiciones políticas, técnicas y económicas, propiciaron el surgimiento y desarrollo de gran parte de las organizaciones civiles que trabajan buscando promover diferentes modelos de desarrollo sustentable, de preservación el medio ambiente; de acción política (entre otros), así como de alianzas y redes más o menos estables entre ellas y a veces, con los gobiernos locales. En cierto modo estas organizaciones se constituyen pilotos de tormenta del modelo neoliberal para suplir las funciones abandonadas por el estado benefactor, que ejercen una labor más de intervención y reemplazo del estado que de presión sobre él. Sin embargo los mecanismos no son lineales y las acciones que se llevan adelante en el territorio, favorecen la organización de distintos grupos locales que permite crear un tejido local más fortalecido y abre un panorama de acción política ligado tanto a organizaciones de base como a movimientos sociales de mayor amplitud.
Esta realidad aparece en las percepciones de los actores locales que legitima desde otras posiciones el rol de las organizaciones: El Gran Chaco es una región sin gobernanza. El Estado faltante, ausente.

Los temas debieran servir para crear gobernanza en base a las experiencias y con una alianza de actores (Relatoría de reunión de Redes Chaco del año 2011). En efecto el surgimiento del denominado tercer sector en la región del Gran Chaco coincide con el proceso de instauración del modelo neoliberal desde la década de los ochenta hasta algunos años después de finalizada la década de los noventa, proceso fomentado por los estados cuyas políticas fueron implementadas desde, y con el financiamiento de, organismos y agencias de cooperación internacional tales como el FMI, el BID, BM, Corporación Andina de Fomento, CEPAL. En este período las agencias destinaron importantes recursos para financiar acciones de organizaciones en funciones que fueron y deberían ser responsabilidad del estado. Muchas organizaciones que surgieron desde un espacio crítico al sistema, terminan atrapadas en la lógica neoliberal (competitividad, individualismo, maximización del beneficio, deslocalización) al adoptar los mecanismos para la obtención del financiamiento que les permita desarrollar sus actividades. Algunas de las estrategias que se plantean estas redes y alianzas (en sí mismas heterogéneas pero todas a partir de representaciones compartidas) sobre modelos alternativos de relación con la tierra y uso de los recursos naturales, sobre dispositivos de producción y circulación de representaciones a nivel regional sobre los mecanismos de gobernabilidad y de consolidación de un sistema frágil, débil, inestable a nivel social pero también en el seno de las asociaciones, movimientos y organizaciones del llamado “3er sector”.

Definir trabajos compartidos desde intereses y miradas, aunque diferentes complementarias es una manera de poder incidir en la definición de políticas públicas que contemplen y respondan a las necesidades, intereses, problemas que enfrenta la región a partir de la enorme diversidad de personas y desafíos que contiene.
Empezamos hablando de territorio para cerrar definiendo el lugar, como el territorio local en tanto espacio de vida, de creación, de encuentro, de pertenencia, de conflictos y de resistencia de hombres, mujeres y organizaciones que lo construyen desde el cotidiano. Es su construcción material y simbólica, indisoluble de las relaciones sociales y con la naturaleza, que se van construyendo las múltiples y complejas identidades de la región.