Fernando Lugo frente a la democracia conservadora

Luis Ortiz Sandoval

, por ALAI

A veinte años de la apertura de la democratización política en Paraguay, la distribución de la tierra, medio productivo de mayor peso en la estructura económica y notablemente en los ingresos nacionales vía exportaciones es de una desigualdad que roza el absurdo. También la desigualdad de distribución del ingreso en este país se acrecienta al mismo tiempo que crece la violencia social, sea ésta delictiva como la que relata la crónica amarilla, sea de acciones contenciosas por acceso a recursos (cada vez más criminalizada), sea por la represión que acaece sistemáticamente en diversos dominios del espacio social (estancias, cárceles, hospitales, psiquiátricos, etc.).

Estos hechos son elementos para comprender las bases sociales del malestar generalizado con la democracia: 34 años antes de aquella noche de la Candelaria de 1989, más 20 años ulteriores, suman más de medio siglo en que las mismas condiciones sociales que sirvieron y alimentaron la dictadura, se mantienen intactas y son el caldo de cultivo para cualquier rebrote oportunista del autoritarismo. La desigualdad económica y las distancias extremas de las posiciones en el espacio social paraguayo, imprimió y sigue imprimiendo un sello notorio en su geografía y su economía política. Hizo posible en el pasado a un Alfredo Stroessner, lo sostuvo y engendró su oligarquía cavernícola. Hoy es la misma organización social que se vale de la intimidación física y la violencia simbólica para “perdurar en su ser” y a la que le es indiferente si sus instituciones políticas se rigen por el sufragio universal o la separación montesquieana de poderes. Leer más