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Feminismo y libertad: la lucha de las mujeres saharauis

, por DAUDEN Laura, SEINI BRAHIM Chaba

Desde hace más de cuarenta años, las mujeres organizan y protagonizan la resistencia en el último foco de colonialismo en África: el Sáhara Occidental. Si en los años de guerra y lucha por sobrevivencia, las mujeres fueron responsables por sentar las bases de la república que se proclamaba en el exilio en una de las regiones más inhóspitas del planeta, hoy han logrado sedimentar una de las sociedades árabes más progresistas desde el punto de vista de la igualdad de género. Su lucha por derechos a partir de la perspectiva feminista postcolonial no se disocia de la incansable búsqueda por libertad y autodeterminación para su pueblo.

Una patria en el exilio

Nada es obvio en la situación del Sáhara Occidental. Para observadores externos, acostumbrados a las lógicas y teorías eurocéntricas, nada en ese contexto parece responder a lo que se espera desde sus imaginarios: un colonizador africano, una república fundada en el exilio, un pueblo que sobrevive desde hace 41 años en la más inhóspita región del desierto, una misión de la ONU con las manos atadas frente a las más graves violaciones de derechos humanos, una comunidad internacional cómplice en el robo a una nación.

Mujeres saharauis levantan la bandera saharaui durante discurso del presidente Mohamed Abdelaziz. Tindouf, Argelia, 2009.

No es diferente cuando se analiza, en particular, el rol de las mujeres saharauis en la lucha por la autodeterminación y por la consolidación de sus derechos, al contrario de lo que puedan sugerir los referentes occidentales e islamofóbicos, retroalimentados por una narrativa única –y por lo general victimizante– sobre las mujeres árabes, son ellas las protagonistas de esa que se configura como una de las más singulares experiencias de resistencia en el mundo actual.

En su construcción, desafiando experiencias anteriores que señalan hacia una supuesta incompatibilidad de la agenda feminista con los ideales de liberación nacional, las saharauis muestran que independencia y feminismo, en su contexto, son objetivos indisociables e interdependientes. También ponen en jaque los discursos que les adjudican un lugar instrumentalizado en la estructura política del Frente Polisario, el movimiento de liberación saharaui.

El objetivo de este artículo es repasar de manera general las principales etapas y ámbitos de la lucha de las mujeres saharauis desde el nacimiento del movimiento independista y los retos que se interponen en la consolidación de los derechos que tan duramente han conquistado a lo largo de los últimos cuarenta años, siempre a partir de una perspectiva postcolonial o periférica.

Breve repaso histórico del conflicto

La interseccionalidad es clave para entender el movimiento saharaui de mujeres: entre los tantos lentes con los que se las pueda ver, son árabes, africanas, musulmanas, refugiadas. Otra característica marcada, como señala Rocío Medina Martín (2014), es el carácter transgeneracional y colectivo de su lucha, que se configura en el seno del movimiento nacional de liberación. Por eso, se hace fundamental recopilar brevemente los momentos claves de ese proceso que culminó con el exilio, por un lado, y con la ocupación, por otro.

El territorio del Sáhara Occidental fue ocupado por España a fines del siglo XIX e incorporado a la metrópolis con el estatus de provincia (la de número 53) en 1961. En esa misma década de 1960, entra a la lista de territorios pendientes de descolonización de la ONU, al tiempo que despierta la codicia del dictador Francisco Franco por el descubrimiento de importantes reservas de fosfato bajo sus arenas.

El mineral pasó a ser retirado en 1972, mientras crecían las pretensiones anexionistas por parte de Marruecos y Mauritania, que en 1974 recurrieron a la Corte de la Haya con el objetivo de obtener una opinión consultiva que respaldara su alegado derecho sobre aquellas tierras. La opinión favorable nunca llegó, para el Tribunal, no había ningún lazo de soberanía que atañera el destino del Sáhara Occidental a esos dos países.

La falta de respaldo jurídico no impidió que se iniciara, inmediatamente después del veredicto y luego de la muerte de Franco, un movimiento de ocupación del Sáhara respaldado por grandes potencias como Francia y Estados Unidos. En un episodio conocido como la Marcha Verde, más de 300 mil marroquíes marcharon en la capital de El Aaiun, marcando el inicio de un conflicto que duraría más de 15 años.

Los-las Saharauis, organizados en dos grandes movimientos de liberación nacional desde los años 1960, primero contra la potencia española y después contra Marruecos y Mauritania, fueron expulsados de sus ciudades y huyeron por el desierto hacia la vecina Argelia. En el camino, fueron bombardeados con napalm y fósforo blanco y, una vez en el refugio, el día 27 de febrero de 1976, proclamaron su República Árabe Saharaui Democrática.

Sin embargo, pesar de todo el apoyo financiero y bélico detrás de la ofensiva marroquí, el Frente Polisario logró asegurar posiciones y mantener buena parte del territorio bajo su control. Esa división del país fue cristalizada en los años 1980 con la construcción, por parte de Marruecos, de un muro de arena de 2,2 mil kilómetros –una estructura que hasta hoy divide familias e impide a los-las Saharauis que viven en Argelia o en los territorios controlados por el Frente Polisario (las llamadas zonas liberadas) de regresar a sus lugares de origen y añoranza.

En 1988, bajo la intermediación de la ONU, se firma un alto alfuego y se propone la realización de un referéndum a través del cual los-las Saharauis podrían expresar libremente su derecho a la autodeterminación, escogiendo entre la incorporación del territorio a Marruecos o la independencia. Tres años después, la ONU instala la Minurso, la Misión de Naciones Unidas para el Referéndum en el Sáhara Occidental. Su mandato es renovado anualmente desde entonces sin que nunca haya logrado concretar el acuerdo inicial.

Mientras la indefinición y la espera persisten en el terreno diplomático, los-las Saharauis siguen trabajando para ampliar el reconocimiento internacional de su lucha, ya sea a través del establecimiento de relaciones bilaterales, o denunciando las violaciones de derechos humanos en los territorios ocupados y el persistente expolio de sus recursos naturales por parte de Marruecos. Desde el exilio, tratan de sedimentar las estructuras de la sociedad que tendrá lugar cuando finalmente alcancen la independencia.

Las mujeres saharauis en la línea de frente de la resistencia

El protagonismo de las mujeres saharauis, a pesar de haber sido potenciado por la lucha anticolonial, tiene raíces en la propia tradición tribal saharaui. Aunque sean escasos, los estudios en ese ámbito revelan que la sociedad saharaui, comparada con otras sociedades árabes contemporáneas, siempre ha reservado espacios relativamente amplios de libertad y actuación a la mujer (Juliano, 1998) –una característica que se puede explicar, en parte, por la cultura nómada y ganadera que imponía la ausencia prolongada de los hombres.

Aún de acuerdo con Dolores Juliano (idem), “dentro de ese horizonte general, hay que diferenciar a su vez entre las características de la sociedad tradicional, las adquiridas durante los años en que estuvieron bajo colonización española y las que se han desarrollado en los 22 años de vida en los campamentos de refugiados”. Según la autora, “en cada uno de los momentos ha cambiado la división sexual del trabajo, así como las posibilidades, obligaciones y derechos de cada uno de los géneros dentro de la estructura social”.

En ese sentido, hay que resaltar la importante influencia de los movimientos nacionalistas de izquierda de aquel entonces en la conformación de la resistencia saharaui, históricamente ligada, por ejemplo, a los ideales pan-arabistas de Gamal Abder Nasser en Egipto y del partido Baaz en Siria.

Como explican Arantza Chacón y María López Belloso (2011), gran parte de los partidos nacionalistas tenían secciones femeninas, pero en muchos casos, tras la independencia, la agenda de derechos de las mujeres fue relegada a un segundo plano: “En general, siguieron dos vías: algunos estados se apropiaron de las asociaciones de mujeres que no hicieron sino reproducir los discursos del Estado; en otros casos, los partidos de ideología de izquierda (comunistas y socialistas) mantuvieron las secciones de mujeres, ya que entendían que la reivindicación de una mejora de la situación de las mujeres tenía que ser uno de los planes principales de los partidos de izquierda (Belarbi, 2005)”. En esos casos, explican las autoras, había un entendimiento que la estructura patriarcal permeaba no solo las sociedades, sino esos mismos partidos.

Una señal de cómo el Frente Polisario incorporaba estructuralmente esa cuestión en sus primeros años es el combate a todo tipo de tribalismo que consideraba “un crimen contra la nación”. Como recuerdan Bengochea y Martínez Monfort (2012), “en una sociedad tribal basada en la desigualdad y organizada por lazos de sangre, el presupuesto nacionalista de igualdad entre todos los miembros de la comunidad será definitivo para abrir toda una serie de oportunidades a los grupos excluidos como los jóvenes, las mujeres y los esclavos”.

El Frente, en oposición al colonialismo español y su visión subalterna de las mujeres saharauis, “reivindica el estatus de ’mujer libre’ como consustancial a la identidad nacional saharaui, por lo que, lo que se debería hacer es restablecerlo” (idem).

En ese contexto de diferenciación ideológica del Frente Polisario nace en 1974, la Unión Nacional de Mujeres Saharauis, una organización de masas con actuación nacional e internacional. Más adelante, veremos cómo ese movimiento saharaui de mujeres, ahora organizado e institucionalizado, se posiciona en la línea de frente de la resistencia.

Construcción de los campamentos y lucha en las zonas ocupadas

Las mujeres saharaui fueron clave en la consolidación de los dos movimientos nacionalistas que antecedieron la ocupación del territorio por parte de Marruecos. En general, ellas eran responsables por la posterior filiación de sus maridos, hijos y hermanos, además de articuladoras del reclutamiento de miembros y organizadoras de los mítines.

A partir de la invasión marroquí y el desplazamiento de casi la totalidad de los hombres para el combate (aunque también haya registros de mujeres combatientes), se inicia el período que la investigadora Embarka Hamoudi Hamdi (en Bogochea Tirado, 2013) organiza en tres etapas: el asentamiento en los campos de refugiados (1976-1979), el empoderamiento efectivo de las mujeres (1979-1990), y el retorno de los hombres (a partir de 1991).

Es necesario puntuar que esa clasificación deja de lado el protagonismo de las mujeres activistas y defensoras de derechos humanos que luchan contra el gobierno marroquí desde las ciudades ocupadas. Personalidades reconocidas internacionalmente como Aminetu Haidar o Djimi El Ghalia, que pagaron por la resistencia con prisiones, desaparición forzada y tortura, han ayudado a erigir estructuras de defensa de derechos humanos y denuncia de violaciones que siguen inspirando a nuevas generaciones de mujeres saharauis en las ciudades bajo control de Marruecos.

Según la información señalada por Medina Martín (2012), cerca del 30% de los desaparecidos en los territorios ocupados en el Sáhara Occidental son mujeres. Ellas también representarían un 24,8% de los prisioneros políticos liberados con el alto al fuego en 1991.

Ya en los cuatro campamentos localizados en el sudoeste argelino, las mujeres organizaron la acogida, sobretodo de otras mujeres, niños y ancianos, y fueron entrenadas para operar radios, conducir y prestar asistencia en salud, además de combatir con armas ligeras (Bachir, 2008). En general, fueron responsables de la reconstrucción, en un contexto extremamente desfavorable, de las estructuras sociales saharauis arrasadas por la guerra.

Escuelas, hospitales, centros de cultura, instituciones políticas locales –desde entonces, esos ámbitos son ocupados de manera mayoritaria y destacada por mujeres. Ese esfuerzo bien sucedido fue reconocido incluso por el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados como modelo para otras situaciones similares (UNHCR, 2001).

Según Chacón y López Belloso (2011), esa dedicación urgente e integral de las mujeres saharauis a las condiciones de los campamentos en los primeros años fue una fuente de aprendizaje y reconocimiento de sus propias capacidades, “sin embargo, el día a día, y la necesidad de dar respuesta a las necesidades inmediatas de la población, hizo que se dejaran relegadas a un segundo plano cuestiones igualmente importantes, más relacionadas con su identidad como mujeres, sus intereses inmediatos y estratégicos como grupo, así como el reconocimiento político de sus actividades”.

La agenda propia del movimiento feminista vuelve a sobresalir con la creación de estructuras como la escuela 27 de Febrero, concebida especialmente para el desarrollo integral de las mujeres saharauis, y con la celebración en 1985 del primer congreso de la Unión Nacional de Mujeres Saharauis.

Liderazgo político: la UNMS y la participación femenina en las estructuras de poder

El éxito visible de las mujeres saharauis al frente de la organización de los campamentos repercutió en un incremento cada vez mayor en el peso que la Unión Nacional de Mujeres Saharauis tenía en la estructura del Frente Polisario.

Creada en 1974, es decir, un año antes de la invasión marroquí, la UNMS se impuso el desafío de “sensibilizar a todas las mujeres acerca de su posición en la sociedad y su papel en la independencia nacional” y de “orientar a las mujeres sobre el papel a desempeñar en la nación saharaui independiente y preservar los logros alcanzados en el proceso de liberación nacional” [1], en clara afirmación de su propósito postcolonial.

Esos objetivos fueron facilitados por la permeable estructura política que organiza los campamentos. Como resalta Sonia Rossetti (2008), la intricada división entre wilayas (provincias o campamentos) y dayras (cada uno de los “municipios” en una wilaya) crea múltiples oportunidades para la participación de las mujeres en el proceso democrático y permite que incluso en los campamentos más aislados se mantenga una identidad política común, a partir de los enlaces directos de las dayras y wilayas con el Frente Polisario.

Hoy, además del congreso que se celebra a cada cinco años, la UNMS cuenta con un secretariado nacional con 66 mujeres elegidas democráticamente, que se reúne anualmente, y un buró ejecutivo compuesto por una secretaria general y 11 departamentos temáticos, con encuentros mensuales.

“Es interesante constatar en el caso de las mujeres saharauis, no sólo la existencia de las reivindicaciones invisibles a lo largo de toda su trayectoria, sino también la presencia de un movimiento de mujeres bien organizado, tendiente a representar en la legislatura –y en general ante las estructuras de poder de la RASD– las reivindicaciones de género”, afirma Juliano (1998). “Este paso de lo implícito a lo explícito, significa un cambio cualitativo de las estrategias auto afirmativas y aumenta la eficacia de los planteamientos de género, pero su existencia misma y su posibilidad de desarrollo sólo son viables, cuando el conjunto de las mujeres han conseguido desarrollar, a través de sus prácticas cotidianas, ámbitos de autorrealización y autoestima.” (ídem)

Una pequeña prueba de la eficiencia de esa estructura es la creación, en el 2003y a pedido de la UNMS, de una Secretaría de Estado de Asuntos Sociales y Emancipación de la Mujer que se convirtió en un ministerio (Medina Martín, 2015). Otro cambio importante fue la adopción, en el 2007, de un sistema de cuotas para la elección de mujeres en las wilayas, con efecto inmediato en su representatividad en el Legislativo.

En el actual mandato del parlamento, 10 de los 53 asientos son ocupados por mujeres (19%). En el secretariado del Frente Polisario hay seis mujeres, además de dos ministras y dos gobernadoras.

La relación entre derechos y la autodeteminación: dos luchas indisociables

Las mujeres saharauis, como colectivo, son definidas a partir de su lucha anticolonial nacionalista, de la resistencia armada contra la ocupación de sus territorios físicos y simbólicos y por su refugio prolongado. Como refuerza Medina Martín, “no es posible pensar la agencia de las mujeres saharauis como superadora de sus vulnerabilidades, sino como estrategias de resistencia que contienen estas últimas y emergen de ellas” (2014).

De esa situación de violación constante y presente de derechos, las mujeres saharauis se han configurado políticamente y trabajan para que las conquistas de los últimos cuarenta años se consoliden y refuercen en la nación independiente.

En palabras de Juliano (1998), lo que se parece pretender es que, en el caso saharaui, y al contrario de otros movimientos nacionalistas islámicos, revolución y lucha por derechos de las mujeres son indisociables. En ese futuro posible, las reivindicaciones de género formarían uno de los ejes de la sociedad por construir como un “rasgo diferenciador respecto al enemigo contra el que se lucha”.

La misma opinión es compartida por Bengochea Tirado (2013), para quien “el estatus de la mujer se convirtió en un elemento definitorio de la nación saharaui, no sólo como elemento simbólico sino como participación activa en el proceso de creación de la nación”.

En el seno del movimiento saharaui de mujeres no hay optimismo ni descanso posible hasta que esa doble lucha –por derechos específicos y por la independencia– se concrete. Como dice Senia Bachir (2008), las mujeres de todo el mundo trabajaron por siglos para alcanzar oportunidades iguales a los hombres, mientras que las mujeres saharauis emprendieron otro tipo de lucha, por la independencia y liberación de su país.

“La ocupación del Sáhara Occidental puede haber sido el más importante factor de impulso para que las mujeres sobresaliesen en la sociedad, en comparación con otras mujeres del mundo árabe”, dice Bachir. “De ese modo, una de las mayores cuestiones es: ¿las mujeres saharauis ocuparían la posición que ocupan hoy si el país no estuviera ocupado?”

Maima Mahamud Nayem2 dispara en la misma dirección: “como mujer saharaui, veo con recelo nuestro futuro porque esta paz tan anhelada puede que también sea la causa de que veamos desmoronarse tantas conquistas obtenidas en los tiempos de la revolución. La historia ha demostrado que en los tiempos de lucha, las mujeres siempre han ocupado un lugar al lado de los hombres, pero cuando llega el final, los hombres ocupan los puestos más importantes en todos los ámbitos”. Y concluye con un llamado definitivo a sus compañeras: “no bajen la guardia. La verdadera lucha sólo acaba de empezar”.

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Bibliografía

  • BACHIR, Senia. “Saharawi women and their struggle for independence”. UPES, 2008. Disponible en http://www.upes.org/body2_eng.asp?field=articulos_eng&id=287
  • BENGOCHEA TIRADO, Enrique. “La movilización nacionalista saharaui y las mujeres durante el último periodo colonial español”. Revista Historia Autónoma, 2013.
  • BENGOCHEA TIRADO, Enrique y Martínez Monfort, Mateo. “Movilización social e identidad, definiendo ’mujeres saharauis’” en: Historia, identidad y alteridad – Actas del III Congreso Interdisciplinar de Jóvenes Historiadores. Colección Temas y Perspectivas de la Historia, número 2. Salamanca, 2012.
  • CHACÓN, Arantza y LÓPEZ BELLOSO, María. “Feminismo y cooperación descentralizada: experiencia de la Unión Nacional de Mujeres Saharauis y la Red Vasca de Apoyo a la UNMS” en: La cooperación y el desarrollo humano local. Universidad del País Vasco, 2011.
  • HAMOUDI HAMDI, Embarka, “Las mujeres saharauis 30 años después” en: Trabajadores de la Enseñanza CCOO, 2006.
  • JULIANO, Dolores. “La causa saharaui y las mujeres. Siempre hemos sido muy libres”. Icaria: Madrid, 1998.
  • MEDINA MARTÍN, Rocío. “Resistencias, identidades y agencias en las mujeres saharauis refugiadas”. Revista Internacional de Pensamiento Político - I Época, vol. 9, 2014.
  • MEDINA MARTÍN, Rocío. “El devenir feminista de las mujeres saharauis en los campamentos de refugiados/as en Tindouf (Argelia)” en: Activismo académico en la causa saharaui: nuevas perspectivas críticas del derecho, política y arte. Aconcagua Libros: Sevilla, 2015.
  • ROSSETTI, Sonia. Formal and informal gender quotas in state-building: the case of the Sahara Arab Democratic Republic. Universidad de Wollongogng, 2008.
  • UNHCR. A practical guide to empowerment: UNHCR good practices on gender equality. UNHCR: Ginebra, 2001.