La OMC es un ámbito multilateral muy importante, porque allí se quiere negociar el futuro. El objetivo inconfeso de crear la OMCs fue el de perpetuar en acuerdos internacionales el patrón de desequilibrio comercial en la economía internacional. La estratagema fue convocar a un foro donde negociar una modificación equitativa. La táctica es la de desgastar las resistencias con una aparente inmovilidad repetitiva. Por eso, la Ronda Doha, apodada del Desarrollo, que debía eliminar los subsidios agrícolas - que aumentaron - ahora sólo trata apertura de mercado y la palabra desarrollo brilla por su ausencia.
La ironía de la negociación es que todos los países proclaman buscar una mayor apertura de mercados, mientras todos piden “flexibilidades” para mantenerlos cerrados.
Los países desarrollados, los más beneficiados por el actual desequilibrio, no ceden en nada tangible pero piden más mercados para sus productos industriales (NAMA) y para sus exportaciones agrícolas subsidiadas. Ese proceso de pedir sin dar, crea una escalada de artimañas de un nivel técnico inmanejable para países que no tengan el respaldo de un equipo especializado. El desgaste de la resistencia es visible; temas tajantemente rechazados por los países en desarrollo, ahora están en los textos de negociación. La retórica del win-win “todos ganadores” se esfumó. Predomina la clásica ambición de ganar más, a expensas de otros. Leer más