La Lucha contra el Cambio Climático desde el Sur

"En cada momento, estamos nosotras." Mujeres, pesca artesanal y crisis climática

, por MOCICC , CHAUCA GONZALES Omayra

La pesca ha estado presente al menos desde hace cien mil años en la historia de la humanidad y continúa en la mesa de cada familia y en los mercados de cada comunidad. En el Perú, no es casual que cada peruano utilice como emblema patrio “el ceviche” o que el pescado y marisco sea parte de nuestras diversas culturas. Escribir sobre pesca es escribir sobre la cotidianidad de la humanidad, sobre su relación con el mar o océanos, como han ido y siguen construyendo su adaptabilidad y resiliencia al cambio climático donde están involucrados los océanos y sus actividades productivas. Este artículo busca explorar la realidad en Piura, acerca de cómo las mujeres se relacionan con la pesca artesanal y la crisis climática que se manifiesta desde el aumento de temperatura del mar; agravada por los pasivos producto del derrame de hidrocarburos en el litoral peruano.

El recurso hidrobiológico marino que conocemos en el Perú viene de la pesca, sobre todo de la pesca artesanal, aquella que emplea métodos o técnicas tradicionales y es sustento de diversas comunidades costeras, playas, puertos o caletas del litoral peruano. Aunque el último censo nacional de pesca artesanal en el Perú fue realizado doce años atrás, en 2012, por el Ministerio de la Producción (PRODUCE) en conjunto con el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI). Sí hubo otras encuestas y estudios posteriores, como la Encuesta Estructural de la Pesquería Artesanal en el Litoral Peruano (ENEPA) realizada por el Instituto del Mar del Perú (IMARPE) en 2018. La encuesta tuvo un muestreo de 92 puntos territoriales a lo largo del litoral, con un resultado de 67427 pescadores artesanales y el número de embarcaciones dedicados a esta actividad en 17920 unidades; sin embargo, la participación de la mujer solo se menciona en la visibilidad como recolectoras de algas o mariscos.

María Fernanda Chávez, bióloga y abogada especializada en género y desarrollo, mencionó que uno de los pendientes en políticas pesqueras es la identificación de cuántas mujeres participan en la actividad pesquera artesanal, en toda la cadena productiva, la actualización de censos nacionales focalizados con perspectiva de género, así como la generación de políticas y actividades que aborden las necesidades específicas de las mujeres en la pesca.

Es un lugar común pensar en los principales actores de la pesca como personajes masculinos sobre un bote en el mar, pero las mujeres también son parte del proceso productivo de la pesca, industrial y artesanal. En la actualidad la participación de las mujeres se encuentra en todo el proceso productivo (localización, captura, manipulación, desembarque, distribución y comercialización). Según la Sociedad Peruana de Derecho Ambiental (SPDA), se calcula que más de 75 mil mujeres trabajan en el sector pesquero peruano, principalmente en el procesamiento de la pesca, lo que representa un 18,75 % del total de 400 000 personas empleadas directa e indirectamente en el sector pesquero peruano, según las cifras difundidas por PRODUCE en 2023 Las mujeres también son protagonistas de la pesca artesanal, aunque la representatividad no sea mayoritaria, en la actualidad encontramos más pescadoras, dueñas de embarcaciones, cajoneras, fileteadoras, etc. Tomando en cuenta la invisibilidad de las mujeres en el proceso pre y post pesca como lo menciona María Fernanda Chávez.

En la visita al desembarcadero pesquero artesanal (DPA) de Los Órganos en la región Piura, pudimos observar a mujeres fileteadoras y lavadoras. Como lo menciona Gina Milagritos Canches, mujer fileteadora desde hace seis años:

Existen organizaciones de mujeres pescadoras, sobre todo orilleras, concheras y hasta artesanas de concha. He visto dirigentas también, pero sobre todo conozco fileteras. Vienen con sus esposos, ayudan en el desembarque, son lavadoras, filetean o tratan directamente con el pescador. No sólo vendo mi filete también lo intercambio por alguna gaseosa o agua”.

Un día cotidiano de un(a) pescador(a) o una familia vinculada a la pesca artesanal comienza con la partida desde un DPA hacia la embarcación propia o alquilada. Luego se dirigen mar adentro, para trabajar entre cuatro a ocho horas al día. Existen acciones previas y posteriores a la pesca en donde las mujeres se involucran en el proceso, pero no están siendo visibilizadas o reconocidas.

"(…) las mujeres estamos en todo momento, hay mujeres que se encargan de coser la malla o red antes de que sus esposos salgan a trabajar (…), al regreso de pescar, ellas se encargan de limpiar los materiales y las mallas, mientras descansa el esposo, con comida lista (…) preparan todo para el día siguiente, los anzuelos y su comida para su esposo”, afirma Gina Canches.

Los retos que atraviesan las mujeres no son únicamente a nivel organizativo, la falta de capacitación o conocimiento técnico; son también a nivel familiar o comunal. Los estereotipos de género y roles de cuidado siguen siendo una carga que soportan más las mujeres, incluida la violencia de género.

A veces las mujeres no se involucran, no porque no quieren, sino porque no pueden. Tienen que cuidar a sus hijos y hasta nietos, cocinar, lavar y los quehaceres de la casa. Yo me levanto temprano, dejo la comida hecha, mis hijos están en el colegio, vengo al DPA y regreso para el almuerzo. No siempre vengo; solo cuando me avisan o el mar esta calmado. Otras compañeras esperan a su esposos o hijos y regresan juntos para su casa. Pero todo termina antes de las dos de la tarde en el DPA”, comenta Veronica Rodriguez.

Veronica Rodriguez Lopez.
Crédito : MOCICC.

Como en el caso de las fileteras, María Fernanda Chávez menciona, que no todas cuentan con carnet de pesca debido a que su actividad es particularizada no necesariamente relacionada a una sola embarcación.

“(…) la mayor participación de las mujeres se da en las fases de pre y post captura. Dentro de la Ley General de Pesca, por ejemplo, las fileteras son reconocidas, pero está orientado a procesadores artesanales, debes de ser parte de una planta procesadora primaria artesanal, que cumpla con todos los requerimientos de ley y que estés considerada dentro de la planilla, de la plana, no necesariamente la planilla formal, pero que estés dentro de la plana de esta planta”.

La realidad de los DPAs o de los muelles en la costa peruana es distinta en el marco legal o asociativo de la pesca, muchas personas que trabajan o realizan actividades en el muelle no tienen algún tipo de reconocimiento (carnet de pesca, permiso de pesca, reconocimiento de capitanía, etc.). La justificación, más común, es no estar embarcadas o asociadas en una Organización social de pesca artesanal (OSPA y realizar actividades particulares no relacionadas a la extracción directa del recurso hídrico. Cuando en realidad son actividades dentro de la cadena productiva de la pesca (pre y post) en donde las mujeres se encuentran presentes en su mayoría, es decir, están invisibilizadas. En consecuencia, la información no llega directamente hacia ellas sino a los pescadores titulados o carnetizados, la falta de empadronamiento o reconocimiento, genera una brecha desigual de información, conocimiento y participación para las mujeres como reafirma Mara Fernanda Chávez.

Son las mujeres las que no toman conocimiento del oleaje anómalo, cambio climático, etc., no son capacitadas en base a sus necesidades y no son informadas del cambio climático que afecta a su sector o comunidad. Ellas se ven afectadas directamente en su autonomía económica y física, viven de la venta del día a día para su alimentación y el pago de sus gastos o deudas, si no tienen ingresos ponen en riesgo su integridad física al involucrarse en redes de préstamo vinculadas a la extorsión con el riesgo de amenaza contra la vida. También las expone a continuar en relaciones de poder y/o violencia, Asimismo, se incrementa el riesgo sobre la seguridad alimentaria de sus hogares; sin ingresos no hay una economía que garantice una alimentación balanceada.

Otras de las formas de desenvolvimiento en la pesca, dentro de la cadena productiva es el turismo o la artesanía, como el trabajo que realiza Pierina Chavez, miembro de la asociación de mujeres artesanas de Cabo Blanco en Piura. Ella y sus compañeras realizan actividades de sostenibilidad, las cuales van alternando entre la pesca artesanal y el trabajo de cuidados en sus hogares. Esta actividad ambivalente, se incrementa debido al impacto del cambio climático que afecta a la pesca y al acceso del recurso hidrobiológico.

Yo comencé apoyando a mi papá, como todo en la familia, filetear, vender y hasta perifonear en la comunidad la venta del día (…) así se vende el pescado que a veces el comerciante no se lleva o lo truqueamos con los vecinos (…) así conocí a las asociadas, comenzamos de curiosas, nos capacitamos y armamos nuestro taller con ayuda de las ONG´s (…) intentamos ser exclusivas pero, cuando no hay turismo bajan las ventas y alternamos con el trabajo en pesca o apoyamos al de nuestros esposo, un ingreso extra”. Pierina Chavez

Estas historias son parte de la experiencia de las mujeres en la gran cadena productiva y como van afrontando los retos del sector. El logro de la visibilidad, el reconocimiento e involucramiento equitativo sigue siendo una deuda pendiente para el sector.

No olvidemos que el cambio climático está alterando todos los ecosistemas de los que dependemos, directa e indirectamente, transforma la vida de todos los seres humanos. Cada vez es más evidente el calentamiento del mar, según Organización meteorológica mundial (WMO, por sus siglas en ingles) en 2024: “Entre enero y septiembre de 2024, la temperatura media del planeta superó en 1,54 (±0,13) °C el valor de referencia de la era preindustrial” y de acuerdo con Mongabay Latam en 2024: “El informe Estados del Océano 2024, de la Unesco, revela que el aumento de la temperatura del mar ha superado, en algunas zonas, los límites preindustriales por encima de los 2 °C establecidos en el Acuerdo de París”. Provocando la acidificación de los océanos y por lo tanto impacta en la desaparición de especies vegetales y animales. Según la UNESCO (2018): “Advierten de que más de la mitad de las especies marinas mundiales podrían encontrarse al borde de la extinción para 2100”. Además de la sobre explotación por grandes corporaciones y Estados; con ello se incrementa el impacto en la movilidad y escasez del recurso, las especies marinas han mostrado traslado y desaparición en búsqueda de otras corrientes.

Plataformas pesqueras en el mar del norte peruano.
Crédito : MOCICC.

Enfocados en la relación al cambio climático que impacta en los océanos, específicamente en el océano pacifico en la zona de Piura, zona Norte del Perú, donde no sólo el cambio climático causa el aumento de la temperatura del mar, además no es la única afectación, sino el impacto de la explotación de hidrocarburos. Esto es una amenaza que impacta de manera desigual a las personas dependiendo de su grado de vulnerabilidad, como en el caso de las mujeres. Los habitantes que viven del mar o colindante al mismo, tienen el gran reto de adaptarse a los efectos del cambio climático y de improvisar acciones de adaptación hasta sobrevivencia, no todos cuentan con los mismos recursos y herramientas, siendo esta una de las mayores vulnerabilidades.

Daniel Cáceres, biólogo marino, especialista marino y activista que ha trabajado en proyectos de biodiversidad y comunidades pesqueras en la región explica que la zona norte es particularmente vulnerable a la variabilidad climática debido a la influencia de la corriente fría y la corriente tropical. También menciona la importancia de la adaptación y la mitigación en la pesca para enfrentar los desafíos climáticos. La necesidad de acción por parte de las autoridades y la industria pesquera para abordar la sobrepesca, la destrucción de hábitats marinos. Además, la necesidad de una mayor conciencia y educación sobre la importancia de la biodiversidad y la protección del medio ambiente.

La zona norte es muy vulnerable a la variabilidad climática, de hecho, porque está bastante influenciada en sí por la corriente fría, pero también por la corriente tropical (,,,) entonces está intensificando el proceso de afloramiento, y es por eso que en esta zona vemos un enfriamiento y a veces también una dominancia mayor de la corriente fría en la zona norte y también una dominancia y una mayor frecuencia de fenómenos como el niño que a veces dominan en la zona de la parte tropical la parte norte del país en sí es bastante rica por esta característica de mezcla, entonces va a tener que haber una adaptación respecto a ello. La franja es bastante pequeña, es básicamente desde Cabo Blanco hasta la parte de Tumbes, donde se desboca el río Tumbes”.

Algunas narrativas enfatizan que la disminución del recurso hidrobiológico se debe principalmente a la actividad extractiva más depredadora, la sobrepesca y la pesca de arrastre, esta no es una causa exclusiva y única de la crisis en los mares. Todo lo contrario, esto evidencia el débil control estatal, gestión o seguimiento del recurso no han sido suficiente para mitigar las múltiples crisis con aviso de llegada. Como el Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB) que reconoce la importancia de los ecosistemas marinos y la necesidad de protegerlos de las amenazas, incluido el cambio climático, el Informe del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC) con el Informe Especial sobre el Océano y la Criosfera en un Clima Cambiante (SROCC, 2019) se centra específicamente en los efectos del calentamiento global en los océanos y las zonas congeladas del planeta, y el Informe sobre el Estado del Clima Mundial de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), proporciona una evaluación completa del clima global, incluyendo las temperaturas oceánicas, el nivel del mar y la acidificación de los océanos. Reafirmar únicamente esta narrativa crea una responsabilidad individual que se vuelve un arma de doble filo, culpabiliza al pescador(a) y sobrevalora la tecnología industrial marítima, sin reconocer los otros impactos colaterales dejando de lado los otros impactos que suceden de forma paralela.

Daniel Cáceres menciona que es importante revalorizar el conocimiento técnico científico para poder incidir en las políticas públicas frente al cambio climático, debido a que los pronósticos no están siendo favorables para la comunidad pesquera.

“vamos a necesitar que invertirse en tecnologías de adaptación y capacitación a las comunidades pesqueras sobre cambio climático, que no estoy viendo. O sea, ellos [los pescadores] piensan que pueden seguir con las mismas prácticas sin tomar en consideración que es un ecosistema bastante vulnerable y que se van a ver afectados. (…) Creo que hay mucha romantización a nuestras comunidades pesqueras, no estamos viendo la dimensión real de lo que podría pasar o ya está pasando”.

Otro gran problema son los pasivos ambientales en el mar peruano, producto de la extracción histórica de petróleo ¿Cómo se relacionan con la crisis climática? El mundo necesita energía eléctrica para funcionar, que en su mayoría proviene de hidrocarburos, es así que mientras más emisiones de carbono se emiten día a día en la atmósfera, más pasivos y derrames se producen en zonas de alta biodiversidad, como es el caso del mar de Piura.

Derrame de petróleo en Cabo Blanco, año 2020.
Crédito : MOCICC.

En el caso de Negritos en Talara en la región Piura, Perú, según Sociedad Peruana de Derecho Ambiental se han identificado un total de 1815 pasivos ambientales del subsector hidrocarburos en tierra firme, de los cuales 15 presentan alto riesgo para la salud, seguridad de la población y la calidad del ambiente. Desde el 2014 hasta el 2024 se cuenta con una historial de derrames de petróleo crudo afectando la quebrada Pariñas, contaminando el río Chira y causando graves daños a la agricultura y ganadería. Estos cuatro registros de derrames en el Oleoducto Norperuano han impactado áreas naturales y comunidades aledañas. Aunque se realizaron labores de limpieza y contención del derrame, pero las consecuencias ambientales y económicas persistieron. El Organismo de Evaluación y Fiscalización Ambiental (OEFA), precisa en un informe: “Los Pasivos Ambientales del Subsector Hidrocarburos son pozos e instalaciones mal abandonadas, suelos contaminados, efluentes, emisiones, restos o depósitos de residuos ubicados en cualquier lugar del territorio nacional, producidos como consecuencia de operaciones de hidrocarburos realizadas por empresas que han cesado sus actividades en el área donde se produjeron dichos impactos. Por su naturaleza, constituyen un riesgo o un daño para la salud de las personas o el ambiente.”

Desde la perspectiva de Maria Jaqueline Espinoza Fiestas de Querevalu, habitante de la Caleta San Pablo en Negritos (Piura), madre y pescadora artesanal, quien desde los 18 años ha logrado obtener permiso y carnet de pesca. La realidad de la contaminación petrolera es más dura que las cifras de los informes. Ella relata su historia de lucha por vencer las imposiciones de género en la pesca, el cambio laboral por la disminución del recurso y los impactos de los hidrocarburos. “Vengo de familia de pescadores, soy pescadora artesanal y profesional tengo todos mis carnets en regla, permiso de pesca y puedo embarcarme si lo deseo, pero lo que sucedió en Negritos, afectado a mi familia y mi comunidad ahora tenemos que trasladarnos a más kilometro mar a dentro para conseguir mejores peces, el plancton y fitoplancton ya no es de calidad para los peces, ya no tenemos ojo de uva, ni mero. (…) mi esposo ha tenido que ir a Huacho a embarcarse para trabajar, yo ahora estoy de voluntaria en la posta médica, la pesca artesanal ya no es rentable, no se puede vivir de ello (…) esto es un pueblo muerto, se está intentando con el turismo solventar, pero como ven sigue habiendo derrame, hace poco el colegio José Pardo Ibarrea ha cerrado, porque aflorado el petróleo, los niños no pueden estudiar allí (…) nos va tocar irnos en algún momento.”

De los 3264 pasivos ambientales que hay en todo el Perú, el 85% está en la Provincia de Talara. Si hablamos del distrito de La Brea, estamos hablando de 58.9%, que en cifras reales son 1823 pasivos ambientales. Esta es una realidad inmediata, donde las acciones de las instancias estatales no están siendo suficientes para mitigar el impacto.

Ya no tenemos arrecifes adecuados, ahora todos se están interesando por el turismo o la artesanía, pero eso solo dura cuatro a cinco meses, ¿y después qué?, ¿Qué queda para los jóvenes? ¿para nuestros hijos. Se murió la tradición, (…) ya no se puede leer el mar, ya no tenemos nada que enseñar o traspasar. (…) Somos más mujeres en el poblado, no estamos quedando solas, cabeza de hogar, en un pueblo muerto, nos han reparado con cemento, tenemos un balneario, pistas, ¿Para quién? Así nos callaron y nos conformamos (…) todos los esposos, hijos se van por trabajo, estudio y nosotras aquí preocupadas, solas”. Jaqueline Espinoza.

Negritos, en el distrito de la Brea, abre interrogantes sobre la evidencia de lo que realmente sucede y puede pasar en nuestro litoral peruano, pone en cuestión el futuro de las poblaciones con mayor vulnerabilidad, como las mujeres. Esta caleta ya no sólo se ve afectada por el cambio de temperatura marítima, la sobrepesca industrial sino la activación continua de los pasivos ambientales.

Percy Munayco Silva, Ingeniero Pesquero, especialista en acompañamiento comunitario a comunidades pesqueras y fundador de Consciencia Marina, organización no gubernamental que acompañó a las víctimas afectadas por el derrame de petróleo en la bahía de Ancón – Lima en 2022. Enfatiza que la pesca artesanal es una actividad transgeneracional que se enfrenta a grandes desafíos debido al cambio climático y la influencia del hombre. Para él es importante promover prácticas de pesca responsable y fomentar la colaboración entre la comunidad pesquera, el Estado y la sociedad civil para abordar estos desafíos.

Aunque se destacan los avances normativos desde el Estado peruano como la creación de la Reserva Nacional Mar Tropical de Grau, que abarca 115 675,89 hectáreas en cuatro sectores: Isla Foca, Cabo Blanco - El Ñuro, Arrecifes de Punta Sal y Banco Máncora, frente a las costas de Piura y Tumbes. Con el Decreto Supremo N.° 003-2024-MINAM que busca preservar la biodiversidad marina para así sostener la pesca, el turismo y las acciones recreativas. Esto abre la posibilidad, de acciones de protección basadas en el establecimiento de la reserva que pueden dar beneficio a las mujeres en la pesca. También la construcción de infraestructura que ha desplegado para el apoyo del sector pesquero artesanal, como los DPA. Sin embargo, esto no es suficiente a la luz de nuevos sucesos climáticos que intensifican y aceleran sus ciclos de ocurrencia, como el fenómeno del Niño, los oleajes anómalos, la desaparición de especies endémicas. Además de la actividad irresponsable de los organismos del Estado peruano, como el reciente derrame de petróleo en Lobitos, sucedido el 20 de diciembre de 2024, donde se han afectado diez mil metros cuadrados en cinco playas de Lobitos, esto bajo la gestión cuestionable del operador estatal Petroperú.

Percy Munayco resalta, desde su experiencia, que estas situaciones de vulnerabilidad climática han alertado a la comunidad pesquere a participar e involucrarse en el cuidado marítimo y preservación del mismo.

En el derrame de petróleo en Ancón - Lima en 2022, tuvo un impacto devastador en la comunidad pesquera. (…) Las mujeres de la comunidad asumieron roles importantes en la limpieza de playas y la organización de ollas comunes. No sólo afectó la salud física, sino también la salud mental de los pescadores y sus familias. (…) la ausencia del Ministerio de Salud fue notoria en este caso”.

El suceso de Ancón junto a la experiencia comunitaria, activista y técnica nos trae a la luz la necesidad de fortalecimiento de la comunidad pesquera en el Perú no sólo para evitar futuros impactos de la actividad extractiva de hidrocarburos y las consecuencias del cambio climático sino para visibilizar a todos las y los actores de la cadena productiva de la pesca y diversificar las distintas acciones según cada sector y/o población, desde el traslado de información, capacitación e involucramiento en las acciones de sostenibilidad. Cómo en el caso de las mujeres, se necesita con claridad saber cuántas, de ellas, se encuentran en la cadena productiva, las encuestas o censos deben ser actualizados desde un enfoque de género e interseccionalidad. Esta información va servir de diagnóstico y promoción de acciones específicas a las diversas organizaciones o comunidad.

También la gestión comunitaria junto a la gestión Estatal son acciones claves para generar acciones de mitigación y adaptabilidad frente al cambio climático. Por ello, es importante, recuperar la memoria comunitaria de que estamos haciendo o hemos hecho mal en aquellas zonas marítimas de derrame de hidrocarburos o pasivos ambientales para encontrar o promover estrategias adecuadas para la adaptabilidad y resiliencia climática. El Estado Peruano debe cumplir sus compromisos climáticos, escuchar a la comunidad pesquera, movimientos sociales o ambientales que exigen el cese de la explotación petrolera en el mar, enfatizar en diagnósticos que sean radiografías reales de las comunidades pesqueras en donde el recojo de información sea acompañado por las organizaciones pesqueras artesanales y no sea sesgada por un sector de interés. La visibilidad de las mujeres en el sector pesquero es una deuda pendiente para el Estado Peruano, pues sus voces podrían ser claves para reconocer esos vacíos solución u entender a mejor medida la realidad de pesca peruana artesanal frente al cambio climático.