¡Feminismos! Eslabones fuertes del cambio social

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El rol de las lesbianas en los combates feministas

, por DEVILLER Marie Josèphe, FILDAR jocelynE, MORIN LESECH Catherine

Para nosotras, lesbianas feministas, miembros de la Coordinadora Lesbiana en Francia, nuestras luchas son inseparables del conjunto de las luchas de los movimientos de mujeres. Forman parte de ello y se unen en un movimiento único, el del combate por la igualdad entre las mujeres y los hombres, por la igualdad entre todas las mujeres, sea cual sea la orientación sexual que tengan.

A menudo invisibles, desde las primeras horas del Movimiento de Liberación de las Mujeres (MLF), algunas estuvimos allí y apoyamos las luchas que nos afectaban de manera indirecta pero que eran el motor de una liberación colectiva. Por ejemplo, la lucha para el acceso a la anticoncepción y al aborto. Para las demás integrantes, las que estamos militando hoy, somos herederas del periodo de los años del MLF a veces llamados "années mouvement" [1].

A pesar de que la historia entre feministas y homosexuales es más bien tormentosa, lo cierto es que las lesbianas han sido un "estímulo" en la historia del MLF dándole un color más subversivo. No ha sido fácil conciliar las memorias colectivas; las mujeres heterosexuales escribían el desarrollo de una historia, era una continuidad, se inscribían en una nueva etapa del feminismo. Para las lesbianas, rebeldes entre las rebeldes, que participaban de este gran movimiento, faltaba toda una parte, una parte que reconociera su experiencia, las humillaciones, la discriminación, y la violencia que vivían, algunas forzadas a negarse o a vivir con vergüenza su atracción por otras mujeres. Faltaba, en el libro de la efervescencia social y política de la época, la página que testimoniara su existencia.

Con sus escritos teóricos, sus análisis políticos a veces más radicales, más virulentos que los que podían hacer sus pares heterosexuales, las lesbianas han contribuido firmemente en la denuncia a la opresión sufrida por todas las mujeres. Han aportado argumentos y armas ideológicas al movimiento reforzando así las luchas antipatriarcales. Denunciaban el papel que se les imponían a las mujeres dentro de la familia, los roles que se les asignaban: "mujeres que rechazamos los roles de esposa y de madres, ha llegado la hora, desde lo profundo del silencio, es necesario que hablemos" declaraban las Gouines Rouges ("Lesbianas Rojas") en una octavilla repartida en 1972 en la Mutualité (sala polivalente de París) durante una jornada donde se denunciaban los crímenes contra las mujeres.

Además, la presencia de lesbianas en el MLF permitió sin duda una "interferencia", incluso una deconstrucción de la norma heterosexual, un cuestionamiento del heterocentrismo y de la heterosocialidad. Más tarde, en los años 1980, las lesbianas radicales analizaron la heterosexualidad como un sistema político contra el que podía luchar el lesbianismo visto, como una herramienta de resistenciaa la "hetero-opresión".

Construir un movimiento autónomo no mixto

Los años 80 y 90 son el periodo de la autonomización del movimiento lésbico, trabajando de forma no mixta, en una situación semejante a lo que pasó con las militantes del MLF cuando las lesbianas salieron del Frente Homosexual de Acción Revolucionaria (FHAR) porque en él reinaba una misoginia latente.

En este contexto se organizaron colectivos, coordinadoras de asociaciones, lugares lésbicos como casas de vacaciones, periódicos, editoriales, etc. Podemos citar la revista Lesbia nacida en 1981 y el festival Quand les lesbiennes se font du cinéma [2] creado en 1989 y que reúne cada año a más de mil lesbianas durante cuatro días, con proyecciones, intercambios y debates.

La década de 1990 abre la vía a las acciones de visibilización. De hecho, en el entorno lésbico, el pensamiento se va estructurando, se empieza a organizar un coming out colectivo, para encaminarse hacia el exterior y siempre con un deseo de autonomía frente al movimiento feminista y también frente al movimiento LGBT (Lesbianas, Gay, Bi y Trans). En algunas reivindicaciones se llevan a cabo estrategias comunes con estos movimientos, pero el movimiento de lesbianas feministas también marca la diferencia ya que lesbianas y gays no ocupan el mismo lugar en nuestras sociedades en esencia patriarcales. El proceso de discriminación es muy diferente: las lesbianas, porque ser mujeres, también sufren los mismos mecanismos de opresión que las mujeres heterosexuales, y este no es el caso de los gays.

Las apariciones de lesbianas se multiplicaron en las manifestaciones públicas, políticas y feministas, como en la manifestación organizada en noviembre de 1995 por el Colectivo de las Asociaciones para el Derecho al Aborto y a la Contracepción (la CADAC) que participó en la creación del Colectivo Nacional para los Derechos de las Mujeres. Asimismo, en 1995, nació el proyecto Orgullo Lésbico que durante 10 años organizó acciones de visibilización para reunir y marcar el lugar de las lesbianas durante los eventos LGTB y para luchar contra la lesbofobia.

Reanudar enlaces fuertes con el movimiento feminista

Los años 2000 fueron los de una verdadera reconciliación con el movimiento feminista y en los que se fraguaron solidaridades.

Mientras algunas lesbianas eligieron militar en el movimiento LGBT, las organizaciones lesbianas feministas se involucraron con el movimiento de las mujeres. Es el caso de la Coordinadora Lesbiana de Francia (CLF), creada en 1997 para ser una fuerza representativa de las lesbianas e inscribirse en los movimientos feministas, sociales y políticos, sus aliados naturales. Sin embargo, ellas también participaron del movimiento LGTB aunque preservando el principio de no "mixidad" que les permitió elaborar una reflexión autónoma para después llevarla a espacios mixtos. Son activas en movimientos feministas nacionales como el Colectivo Nacional para los Derechos de las Mujeres (CNDF) o internacionales como la Marcha Mundial de las Mujeres o el CLEF (Coordinadora Francesa del LEF - Lobby Europeo de las Mujeres). Las lesbianas feministas se inscriben en todas les luchas iniciadas por estos colectivos: luchas contra la precarización de las mujeres, contra las desigualdades en el trabajo, contra el sistema de prostitución (clientes, redes, proxenetas, que obtienen grandes beneficios al explotar personas sin recursos), contra las ideas de la extrema derecha, etc.

En esta colaboración contra la violencia hacia las mujeres, la CLF visibiliza la violencia y la discriminación específicas que sufren las lesbianas, es decir la lesbofobia.

En estas últimas décadas, el movimiento de las mujeres ha conseguido grandes avances en la visibilización de las lesbianas y el reconocimiento de sus experiencias, a veces muy duras. Es el momento de las complicidades, de las acciones conjuntas, de las revueltas compartidas para preservar y esquivar los nuevos ataques de un patriarcado que sigue vivo e insolente.

Fomentar nuevos combates feministas

Trabajar para la abolición universal de la gestación subrogada

En 2011, la revisión de la ley bioética provocó un terremoto. Ciertos individuos y asociaciones heterosexuales, pero sobre todo estas últimas, reivindican; al principio, desde una especie de semi-clandestinidad, y luego alto y claro, la legalización de la gestación subrogada o vientre de alquiler en el marco de esta revisión. Además, esta reivindicación se hace a veces de forma abusiva en nombre de la "libre disposición del cuerpo", enmascarando el hecho de que se trata más bien de la libre disposición de los cuerpos de los demás, en este caso, de las mujeres, y también desvirtuando escandalosamente las ideas feministas de los años 70. Recordemos: una de las mayores luchas de las feministas de esos años fue, evidentemente, la del acceso al aborto. "Nuestro cuerpo nos pertenece" manifestaban las luchadoras de la época. En nombre de la libre disposición del cuerpo, se trataba de liberar a toda mujer de la imposición reproductiva que sufría. Liberarse de esta obligación era una palanca para liberar al conjunto de las mujeres del poder del patriarcado.

Los colectivos de feministas lesbianas se enfrentaron también a la evolución del movimiento LGBT, que desde la lucha en contra del orden moral en los años 80, tiende a adoptar reivindicaciones que no podríamos calificar de progresistas, ya sea a favor de la legalización de la prostitución o de la gestación subrogada. La CLF se opuso firmemente y marcó su rechazo separándose del movimiento LGBT.

Como homosexuales, teníamos más libertad que nuestras amigas feministas para denunciar esta regresión social y explicar que, comercial o éticamente, la gestación subrogada no puede ser aceptada pues instrumentaliza el cuerpo de las mujeres, los devuelve a un rol tradicionalmente patriarcal, instala, junto a la prostitución, un servicio de procreación que se basa en la glorificación de las pseudo virtudes femeninas como el altruismo o la generosidad. No podíamos aceptar que volviera el fantasma de la dominación del sistema patriarcal que justifica la existencia social de las mujeres por su capacidad para procrear. Hemos creado un movimiento de resistencia reuniendo a asociaciones de defensa de los derechos de las mujeres y de derechos humanos. En 2011, formamos un colectivo de lucha con tres asociaciones: la CADAC, le CoRP y la CLF. Hoy, somos 54 asociaciones francesas, italianas, suizas, quebequesas, portuguesas, monegascas, etc., que reivindicamos la abolición universal de la maternidad de substitución.

Pensar de nuevo la individualización de los derechos

En 2013, la ley Taubira permitió el matrimonio a todas las parejas, heterosexuales u homosexuales, lo que suscitó muchos debates. Para las lesbianas feministas, esta reforma, presentada de forma abusiva como un gran paso hacia la igualdad, aportaba a lo sumo a que exista más igualdad entre parejas heterosexuales y parejas homosexuales, pero realmente no aportaba nada al camino de la igualdad entre individuos.

De hecho, la apertura del matrimonio dio acceso a ventajas hasta ahora reservadas a las parejas heterosexuales (transmisión patrimonial, protección social, pensión de supervivencia, etc.). La disimetría entre parejas y personas que viven de manera autónoma (soltero-a) se ha incrementado. Esta constatación llevó naturalmente a repensar la igualdad al cuestionar nuestros sistemas de derechos civiles, sociales o fiscales, aún arraigados en el familiarismo, considerando no al individuo en sí, sino su estatuto familiar o conyugal y empujando a las personas, y sobre todo a las mujeres, hacia la dependencia. La CLF pudo así impulsar la cuestión de los "derechos propios", — cuestión debatida en los movimientos feministas de los años 70, algo olvidada— al llevarla a los círculos y coloquios feministas. Reivindicar "derechos propios", es decir, no relacionados con un estatuto como lo son los "derechos derivados", es reivindicar derechos universales para cualquier individuo.

Construir una reflexión feminista en el tema se hace cada vez más imperativo ya que tanto las organizaciones de derecha como de izquierda mencionan la posibilidad de la renta básica universal, una forma de derecho propio, como uno de los avances posibles de nuestra sociedad. Sin embargo, si lo analizamos, esta posibilidad es más una falsa buena idea que un progreso social real. En este tema bastante complejo, tenemos que estar atentas. Sabemos que cualquier avance hacia los derechos propios sólo puede inscribirse en el marco de una sociedad solidaria, y no en una sociedad liberal, donde habría que re-evaluar el conjunto de nuestros sistemas sociales y fiscales.

Balance de las luchas lesbianas

La situación de las lesbianas ha progresado mucho gracias a los avances legislativos y sociales recientes. Pero estos avances siguen siendo frágiles en un contexto mundial en que los extremismos progresan.

El término "lesbophobie" aparece oficialmente en 1998 en el "Informe detallado sobre la lesbofobia en el mundo", presentado por la Coordinadora Lesbiana en Francia, en Montreal, durante la preparación de la Marcha Mundial de las Mujeres contra la violencia y la pobreza. El término surge desde la verdadera necesidad de nombrar la discriminación específica de la que son víctimas las lesbianas.

Pero es otro evento el que lo va a popularizar. El 31 de enero de 1999, los manifestantes anti-PACS [3] —que rechazan cualquier reconocimiento legal a las parejas del mismo sexo— gritaron "maricones a la hoguera". En respuesta, algunos partidos políticos de izquierda (PCF-Verts) y un colectivo de asociaciones mixtas trabajaron en diferentes propuestas de ley contra la homofobia. Sin embargo, en estas propuestas de ley, el análisis sólo tenía en cuenta casos de violencia hacia los gays. La CLF reacciona y decide usar el término lesbofobia para hacer visibles la discriminación y la violencia que sufren también las lesbianas. Para ir aún más lejos, la CLF elabora un proyecto de ley contra la discriminación hacia las lesbianas.

Poco después, la organización CQFD Fierté Lesbienne ("CQFD Orgullo Lésbico") creó un fondo de solidaridad lésbico, destinado a cubrir una parte de los gastos de las abogadas en las acciones legales emprendidas por lesbianas víctimas de lesbofobia. Entre el año 2000 y el año 2015, apoyó una docena de juicios relacionados con la lesbofobia.

Rápidamente, la noción de violencia lesbófoba fue retomada por la esfera militante con el "Informe sobre la lesbofobia" lanzado en noviembre de 2003 por la asociación SOS Homofobia, y después, el término pasó a los medios de comunicación. En 2009, cubrieron ampliamente y por primera vez los juicios de Segré y de Epinay-sous-Sénart: dos casos evidentes de lesbofobia.

A partir de ese momento, el término “lesbofobia” llegó al público en general. Esta palabra identifica las realidades que sufren las lesbianas en la esfera pública y las libera del uso del término homofobia que ahoga su existencia en un universalismo estéril. En el Foro Social Europeo en 2004, las italianas, las alemanas, entre otras, acogieron el concepto con entusiasmo, porque, según dijeron "nombra lo que vivimos".

Paralelamente, la lucha contra la lesbofobia es tenida en cuenta por el movimiento feminista dentro la violencia hacia las mujeres.

Apoyar a las organizaciones lesbianas que se enfrentan a la violencia de las organizaciones de extrema derecha

Las lesbianas en Europa, en particular en los Balcanes, están confrontadas directamente con la violencia de los grupos de extrema derecha. Es preciso estar atentas para denunciar estas situaciones y manifestar nuestra solidaridad activa cada vez que sea necesario.

Actuar contra la violencia y los crímenes lesbófobos en el mundo

LA LESBOFOBIA -AVERSIÓN u ODIO HACIA LAS LESBIANAS- se manifiesta con comportamientos de rechazo, de discriminación y de violencia donde se suman homofobia y sexismo. Así, la lesbofobia se traduce especialmente en la destrucción de las relaciones amorosas entre las mujeres. Esta forma de sexismo que niega la sexualidad femenina conduce a la invisibilidad de las lesbianas. Cuando se percibe, la sexualidad entre mujeres es considerada a menudo como secundaria, accesoria, fútil porque se la ve privada de la referencia, considerada imprescindible, del falo. Se la usa de manera reductora y caricaturesca en la pornografía, como objeto de fantasía y de voyerismo para los hombres. La lesbofobia también se traduce por el miedo, el odio y la condena al lesbianismo y de las lesbianas porque transgreden los roles y rompen la estructura de las relaciones de apropiación y de opresión de los hombres sobre las mujeres.

Asociaciones lesbianas feministas en Estrasburgo, Grenoble, Toulouse, Marsella, París, etc. intervienen cada vez más en apoyo a las lesbianas de todos los países que piden asilo. Fugadas, o para salvar su vida frente a las persecuciones, estas lesbianas que llegan hasta nosotros han sufrido actos de extrema violencia (violación correctiva, tentativa de homicidio, matrimonio forzado, mutilaciones, golpes, insultos, echadas a la calle sin recursos, etc.). El asilo político tiende a ser la única opción para reconstruirse y vivir por fin, autónomas e iguales a cualquier persona.

Actuar nacionalmente ya no es suficiente. La CLF tiene relaciones de proximidad con las asociaciones lesbianas de los países donde el lesbianismo y la homosexualidad son delito: es de vital importancia apoyarlas en Camerún; en Uganda, donde se promulgó una ley titulada Kill the gay bill y donde los movimientos evangelistas venidos de los Estados Unidos son la punta de lanza de una represión brutal; en Costa de Marfil, en un contexto difícil ligado a la posguerra; en Senegal donde las lesbianas se organizan públicamente a pesar de la represión, etc.

Trabajar para la despenalización universal del lesbianismo y de la homosexualidad es una cuestión de vida o muerte para miles de lesbianas en el mundo.

Notes

[1"Los años movimiento" es una manera común entre las militantes feministas de llamar los años del MLF (ver libro de Françoise Picq).

[2NdT: El nombre del festival tiene un doble sentido, la expresión francesa “se faire du cinema” se puede traducir como “fantasear”, “soñar”.

[3NdT: los Anti-PACS son los opositores al PACS (Pacto Civil de Solidaridad, en francés Pacte civil de solidarité, es una ley votada en el 1997 que establece una forma de unión civil independientemente del sexo de las personas.).