Joel Kovel, quien desempeñó un papel destacado en varias ediciones del Foro Social Mundial, realizado esta semana en Dakar, sostiene que el movimiento debe cimentarse en una práctica y lógica anticapitalista.
Considerado el padre del movimiento Ecosocialista, Kovel analiza la historia, la trayectoria y el futuro del movimiento.
También es uno de los autores del manifiesto Ecosocialista, que detalla una ruta alternativa al actual camino de destrucción ambiental.
Kovel dijo a IPS que hay que nombrar a ese “otro mundo” y posicionarlo firmemente contra la amenaza del capital global.
IPS: ¿Cuál fue su papel en los anteriores FSM?
JOEL KOVEL: Ecosocialismo es un concepto inherentemente global, no internacional, por lo que el FSM es un lugar ideal para discutir sus principales ideas. Presentamos el manifiesto en Nairobi en 2007 y lo revisamos con un grupo de varios cientos de personas.
El Ecosocialismo crece magníficamente en el tercer mundo, pero es el cuarto mundo, el de los indígenas y los pueblos sin Estado, el que está realmente al frente de este asunto.
La gente del cuarto mundo vive en relaciones comunitarias y es víctima directa de las corporaciones mineras y petroleras depredadoras que se meten en el corazón de la tierra y destruye las comunidades que son parte del suelo. Por eso hemos dependido del espacio único del FSM para difundir las ideas del Ecosocialismo.
IPS: ¿Es suficiente lo que se discute en el FSM sobre la crisis ecológica?
JK: El FSM tiende a concentrarse en áreas específicas dentro del asunto más amplio del ecocidio o ecodestrucción, como las semillas genéticamente modificadas o la acidificación de los océanos y la deforestación. Es necesario atender esos asuntos, pero no es suficiente para lidiar con la magnitud de la crisis, que requiere de un diagnóstico mucho más amplio que sólo las causas subyacentes del problema.
Hay muy poco rigor teórico o agudo sobre la crisis ecológica en general en el FSM por muchas razones, la gente está tan aterrada, hay tantas causas válidas para luchar, los problemas son difusos, con diferentes asuntos arraigados en localidades dispersas y nadie puede decidir cuáles son los límites entre una crisis y otra.
Son tantas interrogantes, como cuándo la crisis de los océanos pasó a la atmósfera. Es comprensible que la gente se repliegue a cuestiones simples como la proliferación de las botellas de plástico.
IPS: ¿Qué puede aportar de nuevo el FSM para avanzar hacia una solución?
JK: Actualmente existe un problema de definición en el FSM. Surgen distintas cuestiones que son trastornos ecosistémicos como la interrogante de cuándo se destruye el bosque por el monocultivo, por ejemplo.
Cada crisis ecosistémica tiene su propia realidad concreta y ubicación específica, como el desastre de Bhopal en India. La verdadera crisis ecológica es el conjunto de todas ellas, que se agravan con rapidez, se propagan por el mundo y aumentan de forma exponencial.
Si queremos encontrar la causa de las diferentes crisis sistémicas, tenemos que mirarlas a todas en conjunto y encontrar lo que tienen en común. Cada problema tiene su propia causa, pero virtualmente cada una de ellas está vinculada a la expansión capitalista y se le puede seguir el rastro hasta la puerta de un banco o una potencia imperial.
Si el FSM pretende atender el problema, debe identificar y articular la cuestión del capital global, que puede pensarse de forma metafórica como un cáncer que hace metástasis. Sin importar la forma que se elija para tratar la enfermedad, debe reconocerse que es una realidad.
IPS: ¿En qué ha cambiado el FSM desde su primera participación en 2003?
JK: Por desgracia, el FSM tiene tendencia a girar en falso debido a los límites inherentes a su eslogan y lema de “otro mundo es posible”, que es repetido hasta el cansancio y termina siendo desalentador porque nunca se llega a diseñar realmente.
Pero el hecho es que FSM es el único lugar en el que se puede articular una nueva realidad, no sólo pensar en la posibilidad de uno.
Lógicamente, deberíamos poder decir que ese “otro mundo” es el del Ecosocioalismo. Pero dada la naturaleza de las organizaciones no gubernamentales y su especialización en ciertas crisis, el FSM no se ha referido lo suficiente a la causa de la crisis del capitalismo. El foro debe identificar al enemigo y darle respuesta.
IPS: ¿Le parece que Dakar ofrece una oportunidad para lograrlo?
JK: Totalmente. África es uno de los lugares más vulnerables de la Tierra, lo que es tremendamente irónico pues es el menos industrializado del planeta.
El continente es saqueado por la despiadada extracción de recursos como ningún otro lugar del mundo, en primer lugar porque es rico. Y en segundo lugar, por la falta de protección para detener la llegada de las corporaciones. Hay más incentivo en África para comenzar a pensar de forma sistémica.
Dakar también es un centro mundial de investigación en ecología, mucho más que Nairobi, e incluso que Mumbai.
El calibre general de los intelectuales de izquierda presentes es extremadamente alto en Senegal.
IPS: ¿Qué puede hacer el FSM para lidiar con los desafíos que presenta el Foro Económico Mundial que se desarrolla casi simultáneamente?
JK: Tiene que cimentarse firmemente en una práctica y lógica anticapitalista. Es difícil, pero ciertamente posible. Creo que por encima de todo el FSM es un lugar donde una gran variedad de tendencias se encuentran, conscientes de que sus distintos problemas no son porque sí, sino que son sistemáticos y tienen que ver con la penetración del imperio y del capital global en cada rincón de la Tierra.
Para seguir con la analogía médica, si usted tiene un paciente con un tumor en el páncreas, sólo puede tratarlo una vez que los médicos concuerden en que se trata de cáncer. Recién en ese momento pueden reunirse a pensar en el remedio, y hay muchísimas formas de curar esto.