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El campamento por la paz "sólo para mujeres" de Greenham Common

, por FEIGENBAUM Anna

En 1981, en Gran Bretaña, surgió Greenham Common, un campamento de protesta pacífica contra la instalación de misiles nucleares en la base de la Royal Air Force. Este campamento que duró veinte años dejará un legado imborrable y trascendental en cuanto a organización, procesos de protesta y reivindicaciones tanto para las luchas de mujeres como para los movimientos sociales en su conjunto.

El movimiento Occupy y las ocupaciones urbanas que tuvieron lugar en Egipto, Grecia, España e Israel fueron noticia en todo el mundo durante el año 2011, y ayudaron a convertir la frase "campamento de protesta" en una expresión cotidiana. Hasta el día de hoy, seguimos viendo como estos campamentos de protesta hacen resistencia a la fractura hidráulica y a la construcción de oleoductos. Estos se asientan/instalan con diferentes objetivos, por ejemplo: para obstruir proyectos de gentrificación, impugnar desalojos y/o exigir derechos para los migrantes. A diferencia de otras prácticas implementadas por los movimientos sociales como las manifestaciones o las marchas, el campamento de protesta se realiza a través de una serie de actos de protesta contínuos (acciones directas, vigilias, marchas) llevados a cabo a la par de actos de reproducción social, básicos para satisfacer las necesidades de la vida cotidiana como la cocina, limpieza, construcción de refugios y aseos.

Recorte del Daily Mail disponible en el sitio web de archivos de Greenham Common.

Si bien puede parecer que los campamentos de protesta aparecen de forma espontánea, en realidad, la instalación de tiendas para reclamar cambios a nivel político es una práctica internacional que existe hace mucho tiempo. Algunos de los campamentos de protesta más influyentes tuvieron lugar en la década del 80, a medida que el movimiento por la paz antinuclear ganaba más y más partidarios. Así, Greenham Common, el campamento "sólo para mujeres" que comenzó con una simple caminata por la paz en septiembre de 1981se convertió en una de las más grandes iniciativas de todos los tiempos.

El 5 de septiembre de 1981, un grupo de 35 manifestantes, en su mayoría mujeres, emprendió una caminata por la paz, desde Cardiff, Gales, hasta la base de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos conocida como Greenham Common, en Newbury, Inglaterra. En esa época, el activismo anti-militar centrado en la perspectiva de la mujer vivía un auge en el Reino Unido - el movimiento de liberación de las mujeres de la década de 1960 era su fuente de inspiración al igual que las varias acciones por la paz organizadas por mujeres que estaban teniendo lugar alrededor del mundo y la creciente popularidad del ecofeminismo. Esta marcha se opuso contra la decisión de la OTAN de 1979 mediante la que se permitía alojar misiles de crucero nucleares estadounidenses en bases militares alrededor de Europa. Greenham Common fue la primera base en recibir estos misiles donde además se había programado la acogida de más de un centenar de ellos.

A su llegada a la base militar, algunas de las manifestantes se encadenaron al vallado perimetral; ellas iban vestidas con los colores de las sufragistas del Reino Unido, púrpura y blanco, en un intento simbólico de conmemorar la larga trayectoria de insumisión expresada por la mujer británica. Las manifestantes exigieron un debate público y televisado con el Ministerio de Defensa para discutir la controversial decisión, pero su petición no fue aceptada. Esta negativa ocasionó que más apoyo y suministros llegaran a la zona, y así la manifestación se convirtió rápidamente en un campamento.

Desde el inicio, las integrantes decidieron que la dirección del campamento Greenham Common sería exclusivamente femenino. La mayoría de las campistas sintió que un mandato "sólo para mujeres" sería la única forma de asegurar la manifestación de un conjunto de voces como de valores diferentes, además de brindar un espacio donde las mujeres se situasen en el centro de la vida política y la acción que llevaban a cabo. Así, cuando los hombres eran invitados al campamento para participar en acciones y eventos, se les pedía explícitamente que cocinaran, ayudaran en las guarderías con el cuidado de los niños y que prestaran otras formas de apoyo a las similares y tradicionalmente relegadas a las mujeres.

Los medios de comunicación y el campamento de mujeres por la paz

Si bien es cierto que Greenham no fue el primer campamento en ocupar un espacio para llamar la atención y suscitar el debate público, es muy poco probable que esa base militar y sus misiles hubieran recibido una amplia cobertura mediática o alcanzado importancia política sin la presencia de este campamento. En el año 1980, ciertas encuestas revelaron que el 41% de los británicos no sabía que se almacenaban armas nucleares en su propio país, mientras que luego, en 1983, sólo el 6% de los encuestados admitió que nunca había oído hablar de Greenham o que habían misiles nucleares almacenados allí (citado en Roseneil 1995, p. 169).

Nick Couldry, un reconocido académico y experto en los medios de comunicación, aseguró que Greenham cortó con la idea de que "el lugar adecuado para debatir cuestiones como las armas nucleares es un lugar ’central’ (refiriéndose a los estudios de televisión en Whitehall, Westminster), en vez del lugar donde se encuentran dichas armas" (Couldry 1999, p. 339). Así fue como los campamentos de protesta se conviertieron en escenarios de operaciones mediáticas, no sólo durante la marcha inicial hacia Greenham Common o en la celebración de largas vigilias sino también en la creación misma de un espacio cotidiano sostenible que los periodistas deben visitar para cubrir el evento. Esto, a su vez, les da a los y las manifestantes mayor control sobre la cobertura de los medios de comunicación y la gestión de la presencia mediática.

Durante los años de auge del campamento de protesta, Greenham se vio inundado por periodistas que se empeñaban en redactar notas sensacionalistas sobre la vida cotidiana del campamento y sus residentes. Se le describía como sucio, insalubre, desorganizado o incluso inhabitable. Mientras que a las manifestantes se las describía como madres abnegadas luchando por la paz o, con más frecuencia (especialmente por parte de la prensa sensacionalista), como lesbianas misandristas agresivas, quienes hacían alarde de su sexualidad y despilfarraban el dinero que les ofrecía el Estado. La vida poco convencional en un campamento de protesta — y particularmente un campamento "sólo para mujeres" con una gran población lésbica— trajo a la palestra estereotipos e ideologías normativas acerca de la domesticidad, la femineidad y la heterosexualidad. Los relatos e imágenes que emanaban de Greenham Common mostraban a mujeres organizándose políticamente y viviendo apartadas de los hombres. Esto produjo un sentimiento mixto de miedo y ansiedad — una respuesta común frente al separatismo feminista, pero que nunca antes había llegado a una escala tal en el Reino Unido. El efecto fue tal que varios grupos de apoyo que abogaban por la paz, como la Campaña para el Desarme Nuclear, dudaban de pronunciarse sobre el tema e incluso algunos de sus miembros manifestaron públicamente estar en contra de la política "sólo para mujeres".

Greenham Common trató de contrarrestar estas tergiversaciones que dominaban la perspectiva mediática con la aplicación del mandato "sólo para mujeres", dirigido a los medios de comunicación. Este estableció que las manifestantes de Greenham interactuarían solamente con periodistas mujeres. Esta política pretendía hacerle cara al trato sexista y a las representaciones misóginas de las mujeres del campo por los medios. Una vez que el mandato "sólo para mujeres" fue implementado, solamente las periodistas y las mujeres miembros de los equipos de prensa tuvieron acceso a las campistas. En un informe sobre la primera acción masiva durante el mes de diciembre de 1983, titulado "Abraza la base", Alma informó lo siguiente en el periódico feminista internacional Outwrite:

"Se produjo un enfrentamiento cuando las mujeres en la puerta principal se negaron a hablar con un par de tipos bien vestidos, quienes no dudaron en menospreciar a las mujeres allí presentes: ’Cállate, estúpida. Si no las hubiéramos publicitado (¿cuándo?), no tendrías tanta gente aquí (vete al carajo idiota)’. Las mujeres no se quedaron calladas y continuaron gritando para llamarles la atención a las mujeres periodistas (no había muchas de ellas alrededor). Cuando aparecieron fotógrafas en la puerta, las mujeres las recibieron felizmente."

Así como la insistencia en espacios "sólo para mujeres" en el campamento de protesta animó a las mujeres a desarrollar competencias técnicas y a trabajar conjuntamente para el bien común, la implementación de esta política tuvo efectos similares entre los equipos periodísticos de los varios canales televisión allí presentes. En esa época, habían pocas mujeres trabajando para los medios de comunicación y la política del campamento denunció esta exclusión de la mujer en el campo mediático así como proporcionó oportunidades para las pocas mujeres que realizaban tareas técnicas en el mismo campo.

Sin embargo, los mandatos "sólo para mujeres" y la confianza que se les concedió a las mujeres periodistas, no siempre fueron estrategias exitosas. La suposición de que las periodistas demostrarían más lealtad hacia las mujeres de Greenham que hacia los medios para los cuales trabajaban fue un desacierto. La prensa sensacionalista británica explotaba a menudo el compromiso de las mujeres de Greenham de trabajar sólo con otras mujeres, enviando reporteras encubiertas o voluntarias para infiltrarse en el campamento y convertirse en "informantes" de lo que sucedía allí dentro.

El diario trajín de Greenham Common

A pesar de que los medios de comunicación no fueron muy fieles en su representación de Greenham, el campamento acogió a miles de mujeres. Los informes sobre Greenham se difundieron a través de periódicos, revistas, televisión, radio y hasta de boca en boca. Se hablaba de Greenham en todos lados, desde las salas de estar y los pubs, hasta en los mítines políticos y las cantinas de las cárceles. Las mujeres también redactaban sus propios boletines desde el campamento y difundían afiches promocionales y tarjetas postales a través de su oficina en Londres. Estas últimas representaban imágenes de la vida en el campamento, y se enviaban a a todo el país e incluso al extranjero. El campamento por la paz acaparó la atención mediática entre 1982 y 1984, lo cual incitó a miles de personas a tomar parte en la protesta. Algunas visitaron el campamento tan sólo por un día, mientras que otras dejaron todo atrás y se mudaron a Greenham de manera permanente. Ruth Wallsgrove, la escritora feminista y residente ocasional del campamento Greenham, escribió lo siguiente al respecto:

"[Greenham] se convirtió en un centro de la mujer abierto las 24 horas, o más bien en una conferencia de mujeres celebrada los 365 días del año, congregando a mujeres muy jóvenes y un tanto mayores de todo el país, y progresivamente, a algunas mujeres de la clase obrera y a otras mujeres negras— desatando una curiosa cultura semi-lesbiana, a medida que las madres, abuelas e hijas ‘ordinarias’ se encariñaban perdidamente las unas de las otras."

Mientras que el mandato "sólo para mujeres" abría el espacio para que mujeres con una gran variedad de orientaciones tanto políticas como espirituales se congregaran, este espacio seguía siendo dominado por mujeres blancas y de clase media. Muchas de ellas recién estaban empezando a establecer conexiones transversales con compañeras de otros orígenes étnicos, clases sociales y zonas geográficas. Según la forma o el lugar donde fueron criadas, gran parte de las mujeres blancas presentes en el campamento nunca habían interactuado con mujeres de otros países o de otras culturas. Y fue allí, en Greenham, que eso cambió. A medida que pasaba el tiempo, más y más visitantes internacionales y grupos políticos acudían a al campamento. Asimismo, las mujeres recaudaron fondos para crear programas de intercambio, visitar aliados en otros países e invitar a oradoras de otras organizaciones de mujeres. A medida que estos intercambios a nivel nacional e internacional ocurrían con más frecuencia, cuestiones como el racismo, el imperialismo y la disparidad pasaron a ocupar el primer plano.

Una mujer blanca que provenía del colectivo Nottingham Women for Peace explicó cómo fue que ella comenzó a tomar conciencia. Le dijo a la periodista Barbara Nordon, de Spare Rib , lo siguiente:

"Al estar en Greenham y encontrarme con mujeres provenientes de Chile, la región del Pacífico, Nicaragua, Namibia; mi conciencia global en lo que concierne las experiencias de la mujer se ha ampliado y ha evolucionado. A nivel local, las mujeres de la comunidad minera de Bildworth han aportado nuevos puntos de vista y han compartido sus experiencias; ahora nos apoyamos mutuamente y compartimos abiertamente las unas con las otras; todas nosotras hemos evolucionado al estar expuestas a las luchas de otras mujeres. Todas combatimos la opresión a diferentes niveles, a nuestra propia manera, pero la red que ha surgido nos ha fortalecido a todas como mujeres, proporcionando nuevos y esenciales recursos; y constantemente amplía nuestros conocimientos."

Aunque no se menciona explícitamente, la cuestión de la ignorancia yace en el trasfondo de su declaración. Sin una "conciencia global" fomentada a través del diálogo entablado con otras mujeres sobre sus respectivas luchas específicas localizadas, es difícil llegar a comprender la opresión común que acecha más allá de la experiencia personal de cada una. En este entorno, la conciencia se considera como algo que una desarrolla colectivamente, entrando en contacto con otras personas. Se ve como algo que se encuentra en un estado de transformación constante, y es capaz de expandirse para abarcar aún más experiencias.

Una gran cantidad de mujeres se asentaron en los alrededores de Greenham o se acercaron al campamento y cuando la población creció lo suficiente, el campamento base fue subdividido en varios campamentos más pequeños, esparcidos al umbral de la entrada de la base militar. Cada subdivisión contaba con su propio portal de entrada, el cual llevaba el nombre de un color del arco iris y tenía su propia personalidad. Mientras que el portal azul atraía un público más joven y punk, el portal verde, enclavado en medio del bosque, era donde se congregaban aquellas residentes con prácticas más espirituales. El portal principal era el amarillo, este servía de enlace con la prensa y acogía a las nuevas campistas. Esta última subdivisión era la única abierta a los hombres y a los apodados "turistas de protesta" que sólo venían a ver de qué iba todo el alboroto con este campamento. Mientras tanto, las residentes del campamento junto a las integrantes de las redes de apoyo que organizaban la logística, intentaban superar las divisiones entre las organizadoras y las participantes. Las tareas operativas, tales como cocinar, limpiar o cavar letrinas, fueron asumidas por los voluntarios.

El sitio mismo de la protesta — una base militar— contribuyó a moldear las acciones lideradas por las mujeres de Greenham. Las acciones directas que llevaron a cabo fueron variadas, desde envolver el cerco perimetral con lana de colores llamativos, cortar trozos de alambre del cerco para construir parrillas y cocinar, hasta vestirse de brujas y derribar más de tres millas de cercado durante la acción de Halloween de 1983. Las acciones directas siempre abordaban temas variados como la posesión de bienes, la explotación de los recursos y la noción de que ciertos tipos de daños a la propiedad deben recaer bajo el dominio de tácticas no violentas.

Vivir en un campamento de protesta también significa vivir bajo la mirada atenta de las autoridades policiales. Los soldados vigilaban a las mujeres desde la base, mientras que la Policía local acudía al campamento y los agentes judiciales intentaban desalojarlas constantemente. Durante el invierno de 1984 y 1985, los desalojos ocurrieron varias veces por día, en particular cuando hacía mal tiempo. A veces confiscaban los víveres, suministros y materiales, o estos se perdían en el alboroto. En una ocasión, el boletín del campamento fue incautado por la policía como resultado de una acción de intrusión espontánea. El boletín Green and Common (“Verde y común”, juego de palabras que proviene del nombre del lugar, Greenham Common) de febrero de 1985, abre con un recuento de lo sucedido. Como los desalojos se convirtieron en un fenómeno recurrente, las mujeres comenzaron a prepararse para hacerle frente a estas ocasiones. De hecho, diseñaron muebles móviles para poder trasladarse rápidamente, serruchando las ruedas de los carritos de compra y colocándoselas a muebles, así creando ingeniosas cocinas y centros de comunicación móviles.

El legado de Greenham

Sólo dos años luego de Greenham, se notó un auge en los campamentos por la paz. Estos comenzaron a aparecer alrededor de bases militares, plantas de fabricación de armas de fuego y otros sitios militares similares, tanto en el Reino Unido — en sitios como Faslane y Molesworth— así como en los Estados Unidos, Canadá, Holanda, Alemania, Italia, Australia, África del sur, Japón y Honduras. En Gran Bretaña, durante la década de los 90, los ambientalistas utilizaron una táctica similar al establecer campamentos para ocupar sitios disputados; sin embargo, en ese caso se instalaron en las copas de los árboles, para evitar su demolición como parte de un proyecto de expansión de carreteras.

Además, las diferentes formas de comunicación que emanaron de la protesta de Greenham, muestran cómo los rituales, las conversaciones y la producción creativa en la vida colectiva constituyen a menudo un medio a través del cual los movimientos sociales se vuelven sostenibles. Como un reportero de City Limits se pregunta, en la edición del 16 al 23 de diciembre de 1983 : "Las protestas ¿volverán a ser las mismas luego de Greenham Common?". De la misma manera, muchos de estos momentos decisivos en Greenham, como campamento de protesta gestionado explícitamente por y para la mujer, son reflejados en la película Carry Greenham Home.

Movimientos no linearios, autónomos

Por otro lado, recordar Greenham, nos regala una mirada sobre el pasado de los movimientos sociales. Ofrece los antecedentes que conducen al auge de los campamentos de protesta, a través del tiempo y el espacio, mostrándonos también que los movimientos sociales no siempre son ni fáciles de gestionar ni predecibles. El impacto de un campamento para con el mundo no puede ser cuantificado o mesurado al hacer un balance de los recursos a disposición o encuestando a sus participantes. Aquellos y aquellas que buscan una causa y efecto en los procesos de protesta —como quienes se interesan solamente en las movilizaciones a gran escala— muchas veces malinterpretan o no saben reconocer las pequeñas prácticas cotidianas que conforman el alma misma de la protesta. Estos campamentos, al montarse y desmontarse en ciudades, áreas rurales y continentes, adoptan y adaptan creativamente diferentes formas para la toma de decisiones, estrategias para la creación de refugios, prácticas mediáticas activistas y tácticas de acción directa.

Algunos de los elementos que los componen son aleatorios. Algunos otros, están bien planificados y son ingeniosos, mientras que otros ocurren de manera casi accidental. A menudo, es un funcionamiento caótico el que da forma a estos campamentos. Las estructuras y las ideas viajan a través del tiempo y el espacio, se mezclan y siguen hacia adelante, abriendo camino hacia nuevas posibilidades. Nos recuerdan que las alternativas no sólo requieren un compromiso con la acción sino también con el sustento y la asistencia diaria que hacen posible la vida en conjunto.

Greenham Common, como campamento de protesta que celebró la autonomía de las mujeres y fomentó un sentimiento de unidad, nos recuerda que en el corazón latiente de la resistencia se encuentran la amistad, el amor, la decepción y la angustia. Los campamentos de protesta siempre prosperan gracias a este potencial caótico, a este poder popular. Son experimentos que nos recuerdan que cuando hacemos uso de nuestra imaginación, pueden florecer mundos alternativos. Mientras que la definición moderna de la "femineidad" desafía la ideología CIS-género que era la norma en los 80, el espíritu de Greenham y su acción de separación —de decir no frente a la política dominante masculinista y las estructuras organizativas dominadas por los hombres — siguen siendo tan importante para los movimientos de hoy como lo fueron entonces. Greenham Common hizo que lo personal se tornara político, insistió en que la reproducción social — el acto de recrear nuestra vida en conjunto todos los días a través de la alimentación, el cuidado de niños y cavando letrinas— constituye algo inseparable de nuestras acciones de protesta colectiva.