Nuestra América da señales que los signos de los tiempos corren a favor de la democratización de la comunicación. Este tema tabú se ha instalado ya en el debate público, al tiempo que se fortalece el movimiento que impulsa esta causa democrática. Por los grandes intereses que se encuentran en juego, obviamente, no será tarea fácil. Pero en la conquista de derechos, los pueblos difícilmente dan su brazo a torcer. Y esta es la novedad, la lucha por la democratización de la comunicación finalmente se está convirtiendo en una lucha de todos y todas. En las líneas que siguen presentamos una panorámica de este proceso.
“Sin democratización de la comunicación, no hay democracia” fue una proclama que nació al calor de los procesos de retorno constitucional registrados a inicios de los años ’80, para señalar la urgente necesidad de modificar el ordenamiento de los medios de difusión masiva prevaleciente que desde un primer momento se estableció como prerrogativa de los grupos de poder, con un sentido patrimonialista, concentrador y excluyente[1].
Para contrarrestar esta realidad, en el curso de las dos décadas anteriores habían comenzado a surgir iniciativas de comunicación que se proponían “romper el muro de silencio”, "dar voz a los que no tienen voz"; en suma, corregir los desequilibrios existentes en ese orden mediático que no daba cabida a amplios sectores ciudadanos. Leer más