Controversia

, por Centro de Investigación y Educación Popular (CINEP)

La literatura reciente sobre la democracia y sus transformaciones en el mundo actual ha puesto de presente el tránsito del modelo clásico de democracia representativa –o modelo “hegemónico”, como lo llaman Santos y Avritzer1– hacia el modelo de democracia participativa. Las razones de ese tránsito tienen que ver con las dificultades que experimenta el esquema liberal para ser incluyente y permitir a todos los integrantes de la comunidad política el ejercicio pleno de sus derechos. Entre tales dificultades se encuentran la baja representatividad de los mecanismos de intermediación política, los cuales han perdido su identidad ideológica y la confianza ciudadana; la dificultad de los cuerpos de representación política para expresar la variopinta gama de intereses que circulan en la sociedad, dejando por fuera minorías cuyas demandas y aspiraciones se ven cada vez menos reflejadas en las decisiones públicas; la ausencia de mecanismos efectivos para que la ciudadanía ejerza control sobre el desempeño de sus representantes; y, finalmente, la tendencia cada vez más notoria de los ciudadanos a alejarse de los asuntos públicos y a asumirse como simples beneficiarios de la acción estatal, sin que ello represente el ejercicio de mínimas responsabilidades públicas, incluido el voto