« La ciencia ciudadana se puede definir como el esfuerzo participativo y combinado de la investigación, del análisis y de la educación pública que apunta estrictamente, como principio básico, al bien estar colectivo de las generaciones presentes y futuras de seres humanos en el planeta y de la bioesfera [1] ».
Según la Fundación Ciencias ciudadanas, ese concepto se enmarca en el « movimiento actual de reapropiación ciudadana y democrática de la ciencia, para ponerla al servicio del bien común » y tres ejes de trabajo están al centro de su definición :
« 1. la incrementación de las capacidades de investigación y de experticia de la sociedad civil, de las fuerzas asociativas, consumeristas, sindicales y ciudadanas (creación de un tercio sector científico)
2. la estimulación de la libertad de expresión y el debate en el mundo científico
3. la promoción de la elaboración democrática de las elecciones científicas y técnicas [2] ».
« El ciudadano científico, a través de sus capacidades particulares de investigación y de análisis, debe participar a la protección de la soceidad contra los modos de desarrollo que se centran en los intereses del Estado o de las coporaciones, por en cima del beneficio colectivo. El científico ciudadano es pues el contra-experto por excelencia [3] ».
Ciencias Ciudadanas