El Chaco Americano: Actores de la construcción de un territorio compartido

Abrir territorios para pensar y construir conocimientos: 1ª parte

, por Fundación Plurales , KREMER Liliana

Contarse, encontrarse, conocerse, reconocerse: El sentido de las acciones esta dado por los actores-actrices en su experiencia en relación con el territorio, los otros y el mundo.

Febrero 2016

En este espacio compartiremos el entrelazamiento entre teorías y prácticas. Buscamos recuperar una praxis reflexiva, en un movimiento recíproco entre teorías y prácticas que se interpelan e interrogan. El cómo nos aproximamos, los modos de hacer en los territorios, en espacios locales, singulares, situados se sustentan en nociones que permiten hacer de nuestras prácticas, prácticas reflexivas, transitorias, en duda, en tránsito. Estamos re-descubriendo una phrónesis de nuestro hacer [1].

Coloquio Internacional Académico-Comunitario de cierre del proyecto “Diversidad, perspectiva de género y construcción democrática de los territorios”, Universidad Nacional de Córdoba, Argentina. Con el apoyo del CRDI (Canadá). Créditos : Bibi Fulchieri.

Es por eso que desde Plurales – en colaboración con otros- trabajamos buscando la generación de conocimientos socialmente útiles, entre las comunidades, los ciudadanos y los centros de investigación y desarrollo. Para nosotros es una prioridad estimular, contribuir y complejizar la realidad desde la investigación, la capitalización de experiencias, la creación de herramientas creativas y constructivas de enseñanza y aprendizaje, la revalorización de los saberes comunitarios y el fomento del arte como medio de transformación social. Todos estos son aspectos claves en la construcción de territorios de aprendizajes compartidos.

En el marco de un proyecto llamado “Las relaciones de género, diversidad y territorio” compartido con organizaciones comunitarias (Chaco) y universidades de Sherbrooke (Québec) y Manizales (Colombia) planteamos como problemática: ¿Quiénes son las mujeres en los territorios? – identidad de sexo, raza, clase. ¿Cuáles son sus preocupaciones y sus proyectos? – itinerario, sentido de pertenencia. ¿Cómo se movilizan? – estrategias y medios. Aquí, surgen aspectos interpretativos que se ponen en juego: (a) Diversidad de actores y actrices, (b) el entrecruzamiento de saberes norte-sur y sur-sur: filtros culturales y lingüísticos, (c) la incorporación en lo local de la mirada exterior que propone un sentido de la experiencia local a partir de su propia experiencia. Y es en donde están presentes algunas cuestiones éticas: (a) Desigualdades en las relaciones “norte-sur”, (b) desigualdades entre hombres y mujeres, (c) el desafío de un análisis transversal compartido, (d) recursos que posibiliten una transferencia de conocimientos a otros ámbitos.

"Ser humano consiste en participar en procesos sociales compartidos en los cuales emergen significados, sentidos, coordinaciones y conflictos…" (E Morín).

Lo anterior, nos orienta hacia ciertas nociones y prácticas, tales como: El territorio, el lugar, los espacios de vida como construcciones sociales y políticas; la interculturalidad, las conversaciones públicas, redes, narrativas, la interseccionalidad, diversidad, la pedagogía de las diferencias, el reconocimiento de las identidades desde una perspectiva plural.

El territorio como una construcción política

Territorio y territorialidades; espacios y lugares son conceptos que remiten a contextos de vida y a condiciones de la vida humana. Son espacios de disputa, contradictorios y paradojales; diversos, organismos vivos de vidas vividas, con opciones militantes y políticas públicas disímiles con múltiples conflictos, intereses enfrentados, posturas y co-existencias in-esperadas, inéditas, algunas generativas. Todas complejas (tejidas en conjunto).

Mientras que el territorio es una comprensión política del espacio, que no solo tiene que ver con las descripciones que hagamos objetivamente en nuestros enunciados, sino que también es un repertorio que señala de dónde estoy, quién soy, a que nosotros pertenezco, donde me localizo, como significante encadenado a él. Como construcción social y política de espacios apropiados, trazados, recorridos, delimitados, controlado por sujetos individuales y colectivos, marca con su identidad. Un grupo que ocupa un espacio, puede haberse constituido como colectivo con anterioridad a su contorno territorial. Con esto queremos decir que cada institución, organización y actor social construye su propio territorio, su contenido y el poder político para mantenerlo.

Interculturalidad

Para comprender el tema de la interculturalidad, recuperamos aspectos del Chaco Boliviano ya que nos permite situar el entrecruzamiento entre diferentes migrantes del Occidente que buscan trabajar en el comercio fronterizo, en la industria del gas y del petróleo, e instalarse en urbanizaciones que crecen considerablemente. En ese contexto, se puede constatar la construcción de discursos e ideologías que contienen reivindicaciones étnicas, religiosas, regionales y nacionales, en el que se habla de identidad (étnica, cultural, política), sin explicitar a lo que se hace referencia.

Se superponen y utilizan discursos esencialistas al tiempo que se alude a las identificaciones como procesos que se construyen en el seno de las relaciones que se establecen con otros, con el lugar y situadas históricamente: no es criollo sino en relación al indígena, no es chaqueño sino es en relación al quechua; no es hombre sino en relación a las mujeres. La identidad no como una entidad singular ni fija, univoca y para siempre de una persona ni de un colectivo sino como proceso vital que va siendo; que permite sentirse parte de, y que se constituye en relación al otro y con los otros.

Compartir artesanías, músicas, danzas, reivindicaciones de la madre tierra y al mismo tiempo, constituirse como actores que construyen agendas políticas que permitan defender el derecho a una convivencia desde el reconocimiento, respeto, comprensión de lo particular, de lo diferente, de lo diverso. ¿Cuáles son los mecanismos que pueden permitir reconocer los límites de un nosotros y de los otros?

El concepto de interculturalidad es una visión que permite pensar en las personas como más humanas. Desde hace 40 años en América Latina existe una renovada atención por la diversidad étnico-cultural y en las problemáticas que se derivan tanto en los reconocimientos jurídicos, la promoción de relaciones positivas entre distintos grupos culturales, la confrontación de la discriminación, inequidad, racismo y exclusión, en los mecanismos de fortalecer procesos de gobernabilidad y de constitución de ciudadanía a partir de las diferencias y de un trabajo conjunto. La interculturalidad se inscribe en este contexto. Pero, al ser un término muy usado en una variedad de contextos y con intereses sociopolíticos a veces opuestos, la comprensión de su sentido resulta confusa o al menos, difusa.

Recuperando los aportes de corrientes decoloniales y en particular de Patricia Walsh, se puede aclarar el término, explicitando tres perspectivas teóricas diferentes que evidencian distintos usos, significados, intencionalidades e implicancias sociales y políticas. a) Interculturalidad relacional. Hace referencia al contacto e intercambio entre culturas, es decir, entre personas, prácticas, saberes, valores y tradiciones culturales distintas, los que podrían darse en condiciones de igualdad o desigualdad. Así, se asumiría como un proceso que siempre ha existido en América Latina ya que siempre hubo contactos entre indígenas, blancos, mestizos y criollos, lo que se observa en los mestizajes, sincretismos y transculturaciones que conforman la historia y “naturaleza” del continente. Esto lleva consigo el ocultamiento de la conflictividad y la minimización de los contextos de poder en que se lleva a cabo la relación. Así, limitando la interculturalidad al contacto y a la relación -muchas veces a nivel individual- se encubren o dejan de lado las estructuras sociales, políticas, económicas y también epistémicas- que posicionan la diferencia cultural en términos de superioridad e inferioridad. b) Interculturalidad funcional, supone el reconocimiento de la diversidad y diferencia culturales, con la finalidad de incluirlas en las estructuras sociales establecidas. Buscando promover el diálogo, la convivencia y la tolerancia-, la interculturalidad es “funcional” al sistema existente, no toca las causas de las asimetrías y desigualdades sociales y culturales, ni cuestiona las reglas del juego, de los modelos existentes” (Tubino, 2005). En este sentido, el reconocimiento y el respeto a la diversidad cultural se convierten en nuevas estrategias de dominación, que no se orientan naturalmente a la creación de sociedades más equitativas e igualitarias, sino a la conservación de la estabilidad social c).Interculturalidad crítica.Mientras que la interculturalidad funcional asume la diversidad cultural como eje central, apuntalando su reconocimiento e inclusión dentro de la sociedad y el Estado nacionales y deja fuera dispositivos y patrones de poder institucional-estructural - que mantienen la desigualdad-, la interculturalidad crítica parte del problema del poder, su patrón de racialización y la diferencia que ha sido construida en función de ello. El interculturalismo funcional responde a y parte de los intereses y necesidades de las instituciones sociales dominantes; la interculturalidad crítica, sería una construcción de y desde la gente que ha sufrido un histórico sometimiento y subalternización.

Los desafíos son múltiples: superar fronteras que se construyen para separar, dividir, invisibilizar al otro. Promover otras formas de construir territorios, redes, fronteras que enfrenten aquellas que dividen, criminalizan, eliminan al otro por el origen y la cultura, pertenencia étnica, política, de género, por ser viejos o pobres. Construir espacios de coincidencia, de pensamiento, de conocimientos y de reconocimientos para amplificar esas diferencias y encontrar otras correspondencias y enlaces.

Interseccionalidad e identidades

Este concepto nos permite acercarnos al entrecruzamiento de las dimensiones de experiencias y sistemas de opresión de sexo, de raza y de clase. Estos co-construyen identidades de sexo, de raza y de clase; así como visibilizan relaciones de poder y desigualdad que son a la vez fuente y consecuencia. La interseccionalidad es una herramienta analítica para estudiar, entender y responder a las maneras en que el género se cruza con otras identidades y cómo estos cruces contribuyen a experiencias únicas de opresión y privilegio. Se trata, por tanto, de una metodología indispensable para el trabajo en los campos del desarrollo y los derechos humanos.

Es una teoría que surge en las corrientes feministas, una metodología para la investigación y un trampolín para una agenda de acciones en el ámbito de la justicia social. Comienza con la premisa de que la gente vive identidades múltiples, formadas por varias capas, que se derivan de las relaciones sociales, la historia y la operación de las estructuras del poder. Las personas pertenecen a más de una comunidad a la vez y pueden experimentar opresiones y privilegios de manera simultánea (por ejemplo, una mujer puede ser una médica respetada pero sufrir violencia doméstica en casa).

El análisis interseccional tiene como objetivo revelar las variadas identidades, exponer los diferentes tipos de discriminación y desventaja que se dan como consecuencia de la combinación de identidades. Busca abordar las formas en las que el racismo, el patriarcado, la opresión de clase y otros sistemas de discriminación crean desigualdades que estructuran las posiciones relativas de las mujeres. Toma en consideración los contextos históricos, sociales y políticos y también reconoce experiencias individuales únicas que resultan de la conjunción de diferentes tipos de identidad.

Por ejemplo, la experiencia de una mujer campesina e indígena que se desplaza del campo a la ciudad en el Chaco Paraguayo es cualitativamente distinta a la de una mujer criolla o indígena que nació en ese mismo lugar. De manera similar, son únicas y distintas las experiencias que implican ser anciana, discapacitada, pobre,, pequeña productora, comerciante, maestra, o agente sanitario del Norte.

El análisis interseccional plantea que no debemos entender la combinación de identidades como una suma que incrementa la propia carga sino como una que produce experiencias sustantivamente diferentes. En otras palabras, el objetivo no es mostrar cómo un grupo está más victimizado o privilegiado que otro, sino descubrir diferencias y similitudes significativas para poder superar las discriminaciones y establecer las condiciones necesarias para que todo el mundo pueda disfrutar sus derechos humanos.

Como consecuencia de sus múltiples identidades, algunas mujeres se ven empujadas a los márgenes y experimentan profundas discriminaciones, mientras que otras se benefician de posiciones más privilegiadas. El análisis interseccional nos ayuda a visualizar cómo convergen distintos tipos de discriminación: en términos de intersección o de superposición de identidades. Más aún, nos ayuda a entender y a establecer el impacto de dicha convergencia en situaciones de oportunidades y acceso a derechos, y a ver cómo las políticas, los programas, los servicios y las leyes que inciden sobre un aspecto de nuestras vidas están inexorablemente vinculadas a los demás.

Esta posición implica romper con concepciones y prácticas reduccionistas, que tienden a mirar las configuraciones sociales, culturales, políticas, económicas, étnicas, genéricas, privadas, públicas, personales, colectivas, etc., dicotómicamente, de manera aislada y sin conexión alguna. Paralelamente, otra de las problemática que debe saldar el movimientos social, es la jerarquización de determinadas reivindicaciones, ya que no basta con enlazar diversas problemáticas, si en última instancia existe un trasfondo en el imaginario social que presentan los movimientos sociales que considera a algunas de ellas, como fundamentales y a otras como secundarias. Con lo cual el resultado inmediato, conlleva a no trabajar integralmente desde la complejidad que se presenta, o pretexto que la supuesta superación de aquellas que se consideran fundamentales inexorablemente subsanará aquellas reivindicaciones y opresiones que se consideran secundarias (Roxana Longo - Los caminos de la diversidad) [2].

Produciendo ideas durante un encuentro de diálogo. ¿Qué necesito de vos ? ¿Qué de lo que yo hago te puede servir ?

Uno de los aspectos importantes a trabajar es problematizar, cuestionar, las prácticas y representaciones sociales desde nuestra vida cotidiana, cuestionar desde los propios movimientos sociales, organizaciones sociales y colectivos sociales la legitimidad de los dispositivos de poder cristalizados, tanto en la organización de la sociedad y en las instituciones, como en la subjetividad de hombres y mujeres. Generar instituyentes que den cuenta de la existencia de deseos que no se anudan al poder, que desordenan las prácticas, desdisciplinan los cuerpos, deslegitiman sus instituciones...” (Castoriadis, 1983). De manera de ir construyendo y forjando una praxis que permita superar las tradiciones culturales dicotómicas y dogmáticas, analizando y problematizando las contradicciones y revalorizando la diversidad de subjetividades y experiencias existentes.

Intentando construir un proceso reflexivo sobre las significaciones y representaciones sociales de las identidades femenina y masculina y junto con emprendimientos colectivos que den sentido a las prácticas cotidianas y permitan la reflexividad crítica de las acciones y políticas cotidianas que opacan las discriminaciones y restricciones a las mujeres. Revisar los condicionantes societales y culturales de la realidad psíquica y las diferencias corporales posibilita otras posiciones subjetivas frente a las asimetrías entre los sexos, las relaciones de poder y desigualdad.

Por lo expuesto, es necesario tener presente el concepto de género, ya que el mismo está relacionado con la puesta en evidencia de relaciones de poder y desigualdad estructural entre los sexos, cuyas manifestaciones alcanzan todas las esferas de la vida social y privada, a tal punto que su erradicación es parte de los compromisos éticos impostergables de las sociedades y, más aún, de los movimientos sociales comprometidos por la emancipación. 

Problematizar los obstáculos que se nos presentan en la construcción de relaciones más igualitarias entre mujeres y hombres contribuyen a la superación de estereotipos y desigualdades que requieren interrogación desde una perspectiva crítica de género en el campo de la política. 

Repensar la naturalización de las violencias y la confusión habitual con la variable sexo, nos habilita a retomar debates que en general se dan entre esencialistas, naturalistas y las de carácter social cultural, histórico que se referencian en el feminismo. Repensar las identidades de género como construcción cultural, no de pertenencia a un sexo biológico y por otra parte, como perspectiva relacional de jerarquías socialmente construidas y reproducidas por la sociedad patriarcal (Roxana Longo - Los caminos de la diversidad).