200 años de periodismo pero…

Por Ernesto Carmona

, por ADITAL

La conmemoración de los 200 años de periodismo sirvió para un descarnado análisis de la situación real de la profesión y la "libertad de expresión” en el país. "Al periodismo chileno le está ocurriendo lo mismo que a la clase política: se está quedando fuera del proceso social en curso”, manifestó Alejandro Guillier, conductor del noticiero Hora 20 de TV La Red, sociólogo y ex presidente del Colegio de Periodistas de Chile.

Un panel de 5 expositores y la concurrencia de medio centenar de hombres y mujeres periodistas realizaron una democrática discusión crítica y auto-crítica sobre el estado actual del periodismo con motivo del bicentenario de la profesión cumplido el 13 de febrero, en ocasión del nacimiento de La Aurora de Chile en 1812, semanario político fundado por el sacerdote Camilo Henríquez para promover la lucha ideológica contra el imperio hispano y la elite local realista, bajo el gobierno liderado por José Miguel Carrera. La convocatoria al debate fue suscrita por el Círculo de Periodistas de Santiago y el Consejo Metropolitano del Colegio de Periodistas.

Las exposiciones del panel y la discusión posterior resultaron polémicas, en contraste con la retórica banal y los lugares comunes usuales en cualquier conmemoración histórica chilena. La "mesa redonda” fue integrada por Guillier, Margarita Bastías, directora del Círculo y redactora de Ansa; Marcel Garcés, presidente metropolitano del Colegio de Periodistas y redactor de Notimex; Víctor Hugo de La Fuente, director de Le Monde Diplomatique-Chile; y Ernesto Carmona, director del Círculo y secretario ejecutivo de la Ciap-Felap.

El debate concluyó que, desde los primeros problemas de censura que enfrentó Camilo Henríquez -el primer periodista reconocido del país-, la libertad de expresión en Chile avanzó muy poco en 200 años. Guillier, quien también es académico, dijo que la elite de 1810 fue hábil en desembarazarse de la tutela política y comercial de España, pero no hizo ningún esfuerzo por impulsar revolución alguna, en un país socialmente estratificado. Más bien se las arregló para conducir sin grandes cambios a la nueva nación durante dos siglos.

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