Sáhara Occidental, año 40 : Historia, estrategias y desafíos para el futuro

La invasión marroquí y el éxodo

Los (des)intereses extranjeros y los retos de la naturalización del exilio

, por RICCI Carla

Enero del 2016

Aunque no sea uno de los propósitos sobre los cuales se estructura la Carta de Naciones Unidas y, automáticamente, guíe la creación y la conducta de la organización internacional que mantiene la paz, el derecho a la autodeterminación aun es una realidad no consolidada para algunos pueblos alrededor del planeta. Al tiempo en que es invocado en los discursos de líderes internacionales, el principio de la libre determinación de los pueblos es, paradójicamente, mantenido alejado de determinados territorios que, como el Sáhara Occidental, antigua colonia española, se constituyen como punto de convergencia de intereses extranjeros.

España recoge sus banderas y deja el paso libre para la ocupación del Sáhara por Marruecos y Mauritánia. Crédito : Autor desconocido. El Aauin, 1975.

Diferentemente de incontables países que conquistaron su independencia durante las olas de descolonización mundial, sobre todo en las décadas de 1960 y 1970, la coyuntura de ocupación y explotación del territorio del Sáhara Occidental ha permanecido inalterada, mayoritariamente en función de las pretensiones coloniales del rey marroquí, Hassan II, y de sus estrechas relaciones con Occidente.

Pese la existencia de recomendaciones de liberación del territorio del Sáhara Occidental estipuladas por la Resolución 2072 de la Asamblea General de la ONU (1965:59) y, más precisamente, las recomendaciones descritas en la Resolución 2229, de 1966, que instruyeron a las partes interesadas a providenciar la realización de un referéndum de autodeterminación del pueblo saharaui (1966:73), la retirada de la metrópolis española del proceso de mantenimiento de la colonización saharaui ocurrió lentamente. Como sugiere Dawidowicz, tan sólo en agosto de 1974, cuando la crisis interna del franquismo y las presiones internacionales de la ONU contribuyeron para que la manutención de las colonias africanas por parte de España se hiciera insostenible, el gobierno español decidió renunciar a la colonización del Sáhara Occidental (2013:253).

La inminente posibilidad de adquirir autonomía administrativa por parte del Sáhara Occidental, no obstante, estimuló la acción del gobierno marroquí en el sentido de reivindicar la administración del territorio. Haciendo referencia a las eras en las que la influencia marroquí se extendía largamente por el Norte de África, Hassan II ha fundado su argumento en la supuesta existencia de lazos coloniales entre Marruecos y el Sáhara Occidental para presentar sus pretensiones de anexión del territorio saharaui. La Corte Internacional de Justicia, quien tuvo la responsabilidad de juzgar el pedido de Marruecos (y de Mauritania), aunque reconociese la existencia de esos lazos, concluyó, en un informe de 16 de octubre de 1975, “que los materiales y las informaciones presentados no establecen ningún lazo de soberanía entre el territorio del Sáhara Occidental y el Reino de Marruecos o la entidad de Mauritania” [1] (ICJ 1975:100). De modo complementario, la CIJ instruyó el desarrollo del proceso de descolonización del territorio saharaui, en conformidad con la Resolución 1514 de la Asamblea General de la ONU.

Inmediatamente después de la emisión del parecer de la CIJ, sin embargo, la astucia política del rey Hassan II enredaría aún más la ya compleja coyuntura de la región. Desconsiderando la decisión de la CIJ y cualquier voluntad de la población nativa del Sáhara Occidental en establecer un Estado independiente -claramente elucidada por la por la creación del Frente Polisario, en 1973, y por las encuestas realizadas por la ONU en la región-, Hassan II organizó la invasión al territorio saharaui, un movimiento que quedó conocido como la “Marcha Verde”. Ese movimiento fue responsable por la masiva -y planeada- emigración de cerca de 350 mil marroquíes para las tierras de Sáhara, permitiendo a Marruecos anexar dos tercios del norte, bajo la promesa de “(…) ‘reagrupación’ del territorio como Estado-madre” [2] (Sántha; Hartmann; Klamberg, 2010:177). Los desafíos de reforzar y asegurar la integridad territorial del país, según los principios tradicionalmente exaltados por la monarquía marroquí, sirvió, por lo tanto, como respaldo y legitimación de la ocupación del Sáhara Occidental [3].

Marroquís marchan sobre el Sáhara Occidental con el Corán y la bandera del reino en las manos. Crédito : Corbis. Local desconocido, 1975.

La planeación de la Marcha Verde, entretanto, puede ser interpretado como un instrumento político que va mucho más allá de la búsqueda por la legitimación y reafirmación del apoyo interno prestado al gobierno de Hassan II. Según Sántha; Hartmann y Klamberg, el envío de civiles marroquíes puede ser visto como una estrategia de distracción a la ocupación militar establecida en el territorio saharaui, además de actuar como cobertura a las negociaciones del Acuerdo de Madrid, que discutieron secretamente la administración del Sáhara Occidental y reducían sus posibilidades de alcanzar la autonomía territorial, (2010:177). Firmado en 1975 entre España, Marruecos y Mauritania, el Acuerdo de Madrid:

"(...) dio a Marruecos el derecho de anexar las partes del norte y a Mauritania el derecho al sur. España se retiró como antigua potencia colonial, aunque aun retuviese, según los términos divulgados del acuerdo, el 35% de las acciones de la empresa Phosboucraa sobre los depósitos en las minas de fosfato de Bou Craa. Consta que hubo también una parte no anunciada del acuerdo, que le da a España derechos de pesca en las aguas territoriales del Sáhara Occidental." (Sántha; Hartmann; Klamberg, 2010:177)

La firma del Acuerdo de Madrid señalaba, en ese sentido, un nuevo y gran desafío a la lucha saharaui por la independencia.

Exilio forzado y el ímpetu nacionalista

Frente a la complejidad imprimida a la coyuntura del Sáhara Occidental por las acciones desmedidas del Reino de Marruecos -tales como la ocupación militar, anexión territorial y la bárbara construcción del muro Bern-, una de las pocas alternativas de sobrevivencia que restaran para gran parte del pueblo saharaui fue el exilio. Actualmente, millares de saharauis están alojados en los campos de Tindouf, en Argelia, donde desde hace cuarenta años sobreviven con el auxilio humanitario internacional y luchan con esperanza por alcanzar la independencia.

Unidos por el deseo de revertir la ocupación marroquí y por las dificultades para sobrevivir en esa región, los saharauis desarrollaron un pujante sentimiento nacionalista. A partir del intercambio de las experiencias heredadas de la explotación colonial y de la ocupación, los ideales nacionales han servido de base para la lucha por la autodeterminación y de construcción de la sociedad saharaui. Aunque las condiciones climáticas sean bastante desfavorables en la área desértica de los campamentos de refugiados, impidiendo el desarrollo de una sociedad dinámica y autónoma, el pueblo saharaui ha utilizado los lazos comunitarios para construir una sociedad organizada.

El nacionalismo saharaui ha contribuido positivamente para la creación de una red de solidaridad internacional, despertando movimientos favorables a la emancipación saharaui alrededor de todo el globo. Entretanto, los esfuerzos para consolidar el crecimiento y la progresiva construcción de un Estado independiente en la región y para obtener el reconocimiento internacional pueden representar un obstáculo a la reversión de la ocupación marroquí. La consolidación del status de república en el exilio que acompaña la República Árabe Saharaui Democrática (RASD) desde su proclamación, en 1976, y el desarrollo de una organización política y social por los refugiados saharauis puede resultar en una naturalización del exilio. Además de eso, la dependencia significativa de la asistencia humanitaria internacional por parte de los refugiados, teniendo en cuenta la precariedad del escenario, que impide la creación de una economía auto sostenible, crea obstáculos para la autodeterminación.

En ese sentido, aunque el auxilio humanitario de países y de organizaciones internacionales sea indispensable para el mantenimiento de los campos de Tindouf, es imprescindible también que los esfuerzos internacionales sean dirigidos para el campo político-diplomático. Incontables resoluciones de las Naciones Unidas a favor de la descolonización de los territorios ocupados en todo el mundo fueron emitidas a lo largo de las décadas de existencia de la organización. Resoluciones y comunicados específicos a cerca de la coyuntura de ocupación del Sáhara Occidental fueron emitidos, proponiendo y resaltando la necesidad de la organización de un referéndum sobre la autodeterminación del territorio. Además de eso, el descontento con la inhabilidad de la Misión de las Naciones Unidas para el Referéndum en el Sáhara Occidental (Minurso) en función de la no-realización del proceso hasta hoy y de la ausencia de un mecanismo de control de violaciones de derechos humanos en la zona, es otro factor internacionalmente compartido.

Esa insuficiente intensidad en las interacciones a favor de la resolución del conflicto en el Sáhara se hace comprensible al analizar el desinterés de los grandes actores internacionales, que poseen voz activa y determinante en los foros multilaterales en alterar el status quo de la región.

Imagen aérea del muro que divide el Sáhara Occidental. Crédito : Local y autor desconocidos.

¿A quién conviene la manutención de la colonización en el Sáhara?

En el transcurso de esos 40 años de colonización en el Sáhara Occidental, los reales esfuerzos y contribuciones desempeñados por los países desarrollados -teóricamente comprometidos con los principios liberales, que vociferan a favor de la libertad de los pueblos- fueron superficiales. Eso porque, más allá de una disputa meramente territorial y regional, la cuestión del Sáhara Occidental se constituye de diversas otras variables que dificultan –e impiden- su autodeterminación.

Aunque sea el principal actor en ese ímpase, el interés por la manutención del status quo regional no es cultivado única y exclusivamente por Marruecos. La región del Sáhara Occidental posee indiscutibles riquezas naturales por explotar. Uno de los grandes impulsores al inicio de la colonización del territorio fue, incluso, la atractiva costa del Atlántico y las oportunidades de explotación pesquera en la región. El proceso de colonización, que empezó tímidamente en la zona costera, luego se expandió para el interior del territorio en función de la descubierta de reservas de fosfato, intensificando la ocupación española, que tenia por objetivo impedir el avance francés en esa área y la conquista de la autonomía del pueblo saharaui (Smith, 2004:3). Desde entonces, la manutención de la colonización del Sáhara ha sido interpretada como un factor positivo a los aliados de Marruecos, teniendo en cuenta los beneficios económicos disfrutados como consecuencia de esa ocupación.

Además de las pretensiones económicas, el interés occidental en mantener el status quo del Sáhara tiene un fuerte componente político. El territorio saharaui se encuentra en una región geoestratégica, entre la África Musulmana y la África Subsahariana. La manutención del control sobre esa región por un aliado occidental es estratégicamente pensada como una vía de facilitación de la intervención extranjera y consecuente barrera a la ampliación de la influencia argelina y de los países árabes en esa zona. La permanencia de la esfera de influencia marroquí contribuye, en ese sentido, para la injerencia y el monitoreo de la región por las fuerzas occidentales, bajo el pretexto de la seguridad nacional y del combate al terrorismo.

La perpetuación de ese ímpase, de esa manera, ha compactado para que los distintos y particulares intereses -sean políticos, económicos y/o estratégicos- se solidifique en la región.

Comentario

Cuatro décadas sin ningún avance en el sentido de revertir la ocupación marroquí y promocionar la autodeterminación nacional del Sáhara Occidental, el riesgo de que esa cuestión caiga en el olvido es preocupante. Hay un desinterés notorio por parte de Marruecos y de sus aliados occidentales en romper con la coyuntura actual de dominación, siendo conveniente mantener el Sáhara bajo la condición de república exiliada.

Hay que considerar, sin embargo, que la comunidad del Sáhara Occidental esta constituida actualmente por una nueva generación, diferente de aquella que vivió la migración forzada hace cuarenta años. Esta naciendo una nueva generación que no vivenció el periodo de conflicto armado con las tropas marroquíes, pero que, a pesar de todo, tiene en si misma un ímpetu de autodeterminación adquirido a través del nacionalismo arraigado en la sociedad saharaui.

Frente a eso, diferente de la realidad de sujeción de vivir exiliado en áreas desérticas y sin perspectiva, existe la posibilidad de que la nueva generación saharaui de ahora reviva el ímpetu de afrontar directamente la ocupación marroquí en búsqueda de revertir la colonización y conquistar la autonomía, así como vivió la generación que hace cuarenta años se organizó para defender su territorio frente a la invasión extranjera.

Notes

[1Traducción libre.

[2Traducción libre.

[3Es valido subrayar que la longevidad de la dinastía marroquí Al’awid, conquistada por medio de la construcción de la asociación entre la monarquía y el Profeta, ha contribuido para la legitimidad del reinado de Hassan II y para el apoyo interno a las investidas en el Sáhara Occidental (Campbell, 2014:40). Eso porque, según Campbell, además de los elementos Dios y Rey, adorados por la dinastía Al’awid, había un tercer elemento basilar: el País, que consistía en la pujante defensa de la integridad territorial de Marruecos (2014:40).

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Carla Ricci es Bachiller en Relaciones Internacionales por la Universidad Federal del Pampa (Unipampa). Investigadora del Grupo de Análisis Estratégico – Medio Oriente y África Musulmana. Contacto: carlaaricci@hotmail.com.

REFERENCIAS

CAMPBELL, Patricia J. “Morocco in Transition: Overcoming the Democratic and Human Rights Legacy of King Hassan II”. African Studies Quarterly, v. 7. Gainesville: 2014.

Corte Internacional de Justicia. Summaries of Judgments, Advisory Opinions and Orders: Western Sahara. 16 de octubre de 1975.

DAWIDOWICZ, Martin. Trading Fish or Human Rights in Western Sahara? Self-Determination, Non-Recognition, and The EC-Morocco Fisheries Agreement. P. 250-276. In: FRENCH, Duncan. “Statehood, Self-Determination and Minorities: Reconciling Tradition and Modernity in International Law”. Cambridge: 2013.

ONU. General Assembly Resolutions. General Assembly – Twentyth Session. Resolution 2072. Question of Ifni and Spanish Sahara. 16 de diciembre de 1965.

ONU. General Assembly Resolutions. General Assembly – Twenty-first Session. Resolution 2229. Question of Ifni and Spanish Sahara. 20 de diciembre de 1966.

OPGENHAFFEN, Veerle; FREEMAN, Mark. Transitional Justice in Morocco: A Progress Report”. International Center for Transitional Justice. Nueva York: 2005.

SÁNTHA, Hanga; HARTMANN, Ylva Lennartsson; KLAMBERG, Mark. “Crimes Against Humanity in Western Sahara: The Case Against Morocco”. Juridisk Publikation, v. 2. Estocolmo: 2010.

SMITH, Danielle Van Brunt. “FMO Research Guide: Western Sahara”. Forced Migration Online. Oxford: 2004